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PREGUNTAS INOPORTUNAS
Manuel Rojas
Las Últimas Noticias, Santiago de Chile, 8 Septiembre de 1943
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Hay mucha gente que no ignora que el pueblo de Chile vive y muere en malas o pésimas condiciones. Esa gente, sin embargo, sabe de eso de un modo abstracto, así como sabe, por ejemplo, que Einstein es el creador de la teoría de la relatividad o que la Antártica es un continente. Su conocimiento no va más allá de saber que algo existe: no se interesa por saber el cómo, el por qué o el para qué.
Peor aún a mucha de esa gente le molesta que alguien se preocupe de saber y de explicar el cómo, el por qué y el para qué. Eso les parece inoportuno, intempestivo, extemporáneo y antipatriótico. ‘Ya lo sabemos —dicen— y si lo sabemos, ¿para qué insistir en ello, por qué hablar tanto de ello?”. Es la vieja actitud del avestruz: esconder la cabeza y dejar en descubierto el resto del cuerpo.
Si todos imitáramos en Chile y en el mundo entero a esa gente, si sólo nos conformáramos con saber Que el pueblo vive y muere en pésimas condiciones, sin intentar, ni siquiera por curiosidad, ya que no por amor, saber el cómo y el por qué, no hay duda de que nuestro estado de felicidad sería permanente y perfecto, un estado de felicidad semejante al que debe gozar un individuo que, sabiendo que tiene una úlcera duodenal, se conforma con saberlo.
Desgraciadamente para esa gente que quiere vivir sin enterarse de cosas desagradables, y felizmente para los que no nos conformamos con saber que tenemos una úlcera en el duodeno, hay en Chile y en el mundo entero personas e instituciones, muchas de éstas fiscales, que se preocupan de ello. ¿Cómo vive el pueblo de Chile? ¿De qué vive? ¿Para qué vive?
La respuesta de que vive para defender la democracia es un puro sarcasmo. ¿Por qué va a defender la democracia un pueblo que no conoce más que el hambre, la mugre, la enfermedad y la peor de las muertes? ¿Eso le da la democracia? Pues que venga, lo más pronto posible, cualquier otro régimen.
No, amigos míos: no se puede cazar águilas con tiragomas ni alimentarlas con chuchoca y té sin pan. Pueden aburrirse y sacarnos un ojo el mejor día. Y si un pueblo así alimentado es capaz de defender la democracia, es porque le sobra el corazón que a nosotros nos falta.