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3 Críticos y Manuel Rojas
Por Luis Domínguez
Publicado en Revista Ercilla N°1518, Santiago, 24 de junio de 1964
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Las imágenes y las voces del nuevo libro de Manuel Rojas vuelven a ser en gran parte el fruto de su vida: el persistente retorno a sus experiencias de juventud y a los contactos humanos que le endurecieron. Desde la dedicatoria del libro (que aparece en la edición con la letra de Rojas), surge ante el lector el mundo de sus viejas amistades. Llama "hermanos" a los escritores José Santos González Vera y Enrique Espinoza. No nos extrañará entonces que la novela tenga ciertos atisbos de confesión, de testimonio, de documental acerca de los anarquistas de la primera mitad del siglo.
Es preciso ubicar los hechos que presenta la novela entre "Hijo de Ladrón" y "Mejor que el Vino", para encadenar los tres libros, cronológicamente, de acuerdo con la vida de su protagonista, Aniceto Hevia. Pero esto es sólo un dato para mayor comprensión de la obra en su aspecto accidental. Ahora, lo importante es advertir una recuperación de nuestro novelista, en relación con sus dos libros anteriores ("Mejor que el Vino" y "Punta de Rieles"), como lo ha señalado la crítica. Es preciso contraponer la figura de Manuel Rojas a lo que se presumen sus virtudes y defectos, de acuerdo a lo expresado por ciertas voces respetadas y permanente oídas.
Ricardo Latcham, Hernán Poblete Varas y Alone comentaron en las columnas de "La Nación" y "El Mercurio" el nuevo libro de Manuel Rojas, pero la conversación con ellos nos va permitiendo una síntesis que antes resultaba imposible.
Más digerible
Hay que dejar hablar a Ricardo Latcham. Pocos hombres se encuentran tan informados como él sobre la literatura del momento. Habla del viejo Dos Passos, del don social de Michel Butor, de Vargas Llosa y su éxito, de Claude Simón y su gran novela "El Viento", de Moravia y Dacia Maraini, etc. Deberá escribir sus memorias, y en un minuto parece mostrar materia para un tomo. Pero debemos hablar de Manuel Rojas. Dice:
—"Sombras Contra el Muro" me parece un buen libro. Con menos pretensiones técnicas que "Mejor que el Vino", pero más digerible. Manuel Rojas produjo un libro distinto: "Hijo de Ladrón". También es su mejor libro desde el punto de vista técnico. Siempre la crítica ha señalado la fragmentación de las novelas de Rojas. "Hijo de Ladrón" es el más vertebrado de sus libros. Este libro, "Sombras Contra el Muro", siendo fragmentado (Aniceto Hevia, está diluido entre los personajes), recupera, sin superarla, la línea de "Hijo de Ladrón".
Ricardo Latcham se refiere a lo que considera caída de Manuel Rojas, con sus novelas "Mejor que el Vino" y "Punta de Rieles". Juzga barojiana esa pululación dé personajes que se advierte en "Sombras Contra el Muro", causa en gran parte de la fragmentación señalada. Pero cree un acierto la descripción que hace el escritor del ambiente anarquista. En el estilo advierte, a cada paso, ciertos descuidos a los que nos tiene acostumbrados Manuel Rojas, pero, en cambio, Latcham expresa:
— Hay, a veces, muchos vulgarismos. No obstante, la expresión viril sin retórica y la adecuada utilización del lenguaje popular son grandes logros en esta novela. Hay cierto virtuosismo en esto último, lo que reivindica por completo a Manuel Rojas.
Mejora el vino
— El libro es un capítulo más de la vida de Aniceto Hevia, que nada agrega a "Hijo de Ladrón" y, sin embargo, mejora el vino —dice Hernán Poblete Varas, haciendo una comparación entre las tres novelas de la trilogía ("Hijo de Ladrón", "Mejor que el Vino" y "Sombras Contra el Muro").
El crítico de "El Correo Literario" de "El Mercurio" parece desilusionado de Manuel Rojas. Llena su pipa con impaciencia. Busca las palabras justas. Esta explotación persistente del personaje Aniceto Hevia no la ve como un enriquecimiento de la figura, sino más bien como el descrédito: ahora es un personaje neutro, se pregunta, Hernán Poblete: "¿Será Manuel Rojas el hombre de una sola novela?" Hay grandes méritos en esa prosa de torbellino que abruma al lector. Pero las flaquezas son grandes. El crítico dice:
—Rojas no es capaz de traspasar su experiencia al campo de la novela... ¿Por qué no ha contado la otra parte de la vida de Aniceto Hevia : cuando deja esas aventuras y se convierte en escritor? Hernán Poblete sonríe. Quizás sea ésa una interrogante clave...
Una ligera curva descendente
Hernán Poblete tiene a flor de piel su curiosidad humana de periodista. Habla de las memorias de un peluquero de San Bernardo, narradas por el sillón: un libro que acaba de recibir y juzga lleno de sabor, pleno de esa calidez de las pequeñas cosas cuando están sentidas con cierta sabiduría elemental. Ricardo Latcham mantiene la inquietud de un estudiante. Sus múltiples contactos completan sus informaciones y las sobreabundan de datos de trastienda. Para él la novela y el cuento contemporáneos tienen muy pocos secretos, y en lo que respecta a Hispanoamérica, no tienen ninguno. Hernán Díaz Arrieta está empeñado en su vida secreta. Es preciso adivinarlo o, simplemente, salir a la "Búsqueda de un Crítico Perdido". Sus memorias, su programa de radio, sus críticas, etc., le han privado de las relaciones personales con los escritores hasta un punto algo difícil de sobrellevar sin que se cree el propio mito o el misterio. Pero Alone está dispuesto a arriesgarse: si deseaba trabajar, no podía escoger otra alternativa. Los peticionarios de críticas; las mendicantes voces nuevas; los conversadores con un sinfín sobre la frente creaban en torno suyo un clima pesado, agobiador a la manera de Kafka. Ahora, Hernán Díaz Arrieta, Alone, no responde los llamados a su puerta. Pero él es un hombre educado que sabe perder. Si, con todo, alguien lo aborda, sonríe con espontánea cortesía... Cuenta que una señora le ha dicho recientemente que escucha todos sus programas radiales del jueves en la noche; declaración que resulta lamentable, ya que dichos programas, desde hace bastante tiempo, no son los jueves, ni se transmiten en la noche.
Alone, en "El Mercurio", comenta en forma negativa el tono negro de "Sombras Contra el Muro". "Practíquese con Manuel Rojas una sencilla operación: ábranse al azar diez o doce de sus páginas, y léase un trozo. Un trozo cualquiera. Muy difícil será, si no imposible, que no se halle algo melancólico, deprimente, abrumador, tal detalle sucio, tal cuadro sórdido, algún ataque velado contra alguien por algo." Más adelante habla del "poder embrujador, el don de amarrar el interés con nexos tan sutiles que no se halla cómo ni cuándo cortar el hilo"; esa "prosa de torbellino o atorbellinada", de que hablaba Hernán Poblete; tal vez, "la expresión viril sin retórica", señalada por Latcham. Algo donde los tres críticos parecen encontrarse. Como, en la apreciación de "Hijo de Ladrón", verdadera sombra contra el muro de la obra de Manuel Rojas. Alone ha recibido "Fils de Voleur" (la gran novela de Rojas, traducida al francés por Robert Lorris, para Edition Robert Laffont, París) y dice:
—Unas cuantas páginas me han bastado para sentir de nuevo, en otra lengua, el embrujamiento; de ese relato, tenso y suelto, cautivador desde el principio, de la mejor estirpe...
Es imposible zafarse de la comparación; forzosamente llegamos a ella. Como cuenta Alone:
—No es raro que "Sombras Contra el Muro" me haya parecido que marca una ligera curva descendente. Es lo mismo, sin igual intensidad, sin la sorpresa. La narración se disgrega un poco, a ratos languidece y el héroe no apasiona. Ya se le conoce. Y un cierto paso de monotonía establece comparaciones desfavorables con aquella cumbre del "Hijo de Ladrón". —Y el crítico hace la distinción que se necesitaba. Es una curva brusca y peligrosa, aunque difícil de poner en duda en cuanto a su legitimidad— : Pero esto resulta de Manuel Rojas contrapuesto a Manuel Rojas. Si su sombra no se proyecta contra el mismo muro, sino contra los demás, los circundantes, la superioridad del escritor se mantiene. Es un gran tipo que tiene derecho a levantar la cabeza con orgullo, bastante alta sobre el nivel del mar.