MIGUEL SERRANO:
LA DOBLE HUELLA DE UN SER INDESEABLE
Por Héctor Ferrada Torres
“El cielo tiene la forma del cuerpo de un hombre”.
Swedenborg
Hay pocas personas que podrían decirse lector de Miguel Serrano. Encontramos uno que ha leído casi toda su obra para que analizara la literatura de quien ha sido considerado solamente como un escritor nazi. Obviamente fue mucho más que eso y acá van algunas claves para comprender al último exponente de la generación del ’38.
“Mi flor no podía compararse con las del jardín pintadas por el buen Dios”, escribió Serrano proféticamente. “En aquel momento dejé de ser niño y no pude seguir conversando con las plantas, las raíces, los espíritus, ni con las manos que aparecen y desaparecen en los jardines. Había entrado en competencia con la naturaleza y con el buen Dios. Había contraído, sin saberlo, el compromiso mortal de crear una flor”.
Miguel Serrano Fernández nació en Santiago de Chile el 10 de septiembre de 1917. Su vida fue una nave que hizo un viaje difícil de trazar de antemano, ¿llegó lejos o se perdió?
La generación del ‘38 es su pie fuerte en la juventud. Eduardo Anguita, Omar Cáceres, Jorge Cáceres, Volodia Teitelboim, Jaime Rayo, Braulio Arenas, Enrique Gomez-Correa, Teófilo Cid, etc... compañeros que establecen con su poética la obra gruesa de un proyecto intergeneracional.
“Pretendíamos hacer un arte absolutamente nuestro, vernáculo. Entendiendo esto no como el criollismo de Mariano Latorre, (o)Luis Durán, que también en aquellos años eran escritores muy vigentes, sino como un nacionalismo telúrico. Entender la tierra como Nietzsche diría: ‘la patria del alma’, algo que está en el paisaje y que se mete en la sangre de nosotros mismos. Intentar interpretar Chile en su más profunda esencia”.
Mas para Miguel Serrano su gran amigo Héctor Barreto influye por sobre todos ellos. Barreto fue asesinado a manos de las brigadas nazis chilenas en el San Diego bravo. Barreto se transforma en “Jasón” en los relatos de Serrano, al encarnar al elegido de los dioses. Barreto se conducía por la vida con desprecio por lo cotidiano. Serrano lo honrará toda la vida, verá en él una vida que no vivió.
Por esos años publica la “Antología del verdadero cuento de Chile” (1938) y “La época más oscura”(1941), donde da cuenta de estos primeros esfuerzos en pro de su ruta trazada hacia el entender, desde Chile.
POR ARRIBA, POR AFUERA, QUIZÁS POR DÓNDE...
En “Ni por mar ni por tierra” (1950) estaría expuesto el desafío de su generación, y la obra consecuente con este. Multitud de imágenes nacen del intento por mostrar la relación primordial entre ‘alma y paisaje’.
“Descubrirla significaría, creía yo, lograr la identificación con nuestro paisaje, con esa zona viva del cuerpo de la tierra a la que pertenecemos y poder llegar a transfigurarla, alcanzando esa parcela del Espíritu que, por derecho, nos pertenece. Es decir, crear nuestra propia civilización”.
En 1957 publica “Quién llama en los Hielos”, pasaje del encuentro con los seres del Sur. Los Skuas (aves que adivinan el destino), con los Selcnam, los Onas, con el Temauquel (que creó el mundo), con los Hohuen (que son los dioses blancos), y también con los Jon (que son los magos de los Selcnam)... Su viaje en este libro persigue un fin específico, la búsqueda de los ‘oasis de aguas templadas’ en medio de los hielos antárticos.
La comprobación de la geografía inaudita. La ruta a través de otros tiempos, por otros viajeros, del lugar imposible del viaje externo. Fracasará, reconociendo el límite que no puede cruzar en su travesía.
“¡Mar de Wedel, me has vencido, pero ya nos veremos otra vez las caras! Allí, en ese momento, yo siento que no hemos llegado, porque la ciudad que buscábamos -llamémosla ciudad- el Oasis, estaba allá abajo, estaba, tal vez, precisamente en la muerte. Por eso digo: ‘Ya no seré inmortal’. Esa es una situación puntual de ese instante, que más de una vez se le presentará al caminante, cuando tiene que abandonarlo todo, el amor humano, etc, para poder seguir. Y eso no es permanente, ni es fracaso total, porque uno cae y vuelve a levantarse”.
Con “La serpiente del paraíso” (1963) se cierra la primera trilogía fundamental, la del peregrinaje por el mundo del afuera. En esta ocasión la búsqueda está en la India, lugar donde es embajador de Chile, durante diez años, y donde entra en contacto directo con seres pertenecientes a la zona “hiperborea” (léase polo norte) del planeta.
Serrano es un hiperbóreo, también lo fueron para él Neru, Nietzsche, Shiva, los montes Himalayas, C.G. Jung, la Serpiente, el Águila, los hielos del Nepal y sus templos perdidos y Hitler...
Todo se confunde o se funde, Serrano sonríe pues siente que ya ha encontrado un camino que asciende, y que lo llevará hacia su segunda trilogía…la del camino interno.
SIEMPRE ESTUVO AHÍ...
“Es el 22 de enero de 1961, en Montagnola, en la parte italiana de Suiza. Almuerzo en casa de Herman Hesse. Afuera cae la nieve; pero el cielo está claro. Miro a través de la ventana, luego a mi plato de CURRY; al levantar la vista encuentro, al otro extremo de la mesa, los ojos también claros y transparentes de Hesse.
-¡Qué suerte- digo- hallarme hoy almorzando aquí con usted!
-Nada sucede casualmente-responde Hesse-, aquí sólo se encuentra los HUÉSPEDES JUSTOS; este es EL CIRCULO HERMÉTICO”.
“El círculo hermético” (1965) abre la segunda trilogía fundamental del autor. Serrano navega a través de los símbolos y de los ”arquetipos”. ¿Seres que se han venido formando en el seno de los tiempos, en la consciencia de los humanos, se puede escribir esto?
En este trance Hermann Hesse y C.G.Jung son sus guías por los territorios de Demian, Abraxas, Narciso y Goldmundo, Siddharta y Gobinda, Piktor, Klingsor, el Hombre Árbol, el Yo y el Inconsciente, El Secreto de la Flor de Oro, Aion, el Sí-mismo, etc...
Pero es en “El cordón dorado, hitlerismo esotérico” -que no forma parte de esta segunda trilogía-, donde Serrano despliega el mapa oculto del mundo que sospechó en su infancia y del que ahora se siente continuador:
“Me he esforzado por desarrollar esta exposición de temas místicos y simbólicos, de antiguas leyendas reencarnadas con el ropaje de los tiempos, y que para mí son realidades que configuran el tema central de la Historia Esotérica del mundo. Los que así comprendan pertenecen a la Wildes Heer, la Hueste Primigenia del Cordón Dorado, que viene desde los orígenes polares”.
Serrano descubre a sus Cátaros, trovadores que custodiaban el Gral en las cavernas de Sabarthé en los Pirineos. Serrano descubre a los Druidas, también descendientes de los destruidos continentes de Mu, Gondwana y la Atlántida.
Descubre “el secreto mortal de los Templarios”, descubre el secreto de la swástica dextrógira, presente de un extraño modo en diversas y distantes culturas. Descubre a los Rosacruces, que hicieron con la ciencia de la alquimia “La Rosa Increada”.
Serrano, él mismo es el último extremo de este camino, se sabe Nazi, se sabe continuador de la lucha de “Adolf Hitler, el último avatar” (1984).
La figura que para él representa la síntesis del último intento de proporciones cósmicas por devolver el sentido verdadero de la existencia del planeta con su civilización.
Las regiones australes. Aquí cifra sus esperanzas en esta “lucha desesperada”. Así se unen Los Himalayas, Los Alpes y Los Andes, donde se encuentra el monte Melimoyu y, según cuenta la leyenda, la desaparecida Ciudad de los Césares.
Serrano se entiende como un “Sonenmenschen”, un hombre solar, un señor de la tierra. Él interpreta y propone los valores y principios de la nueva era, la era de Acuario, cuyo inicio es señalado en la “hora del mediodía”, “que es también mi medianoche”.
En “Nietzsche o la danza de Shiva” (1980) Serrano establece un pacto con el germano, destructor de valores, despreciador de Dios.
Recordemos que Serrano desciende de nuestra discreta aristocracia. Entre sus primos, tíos y abuelos hay obispos, cancilleres, gobernadores y algunos otros seres tan imposibles como él, esto es: Huidobro, o Juan Emar...
El último libro de su segunda trilogía es “Elella, libro del amor mágico” (1973), aquí aparece la relación de su matrimonio místico. Una forma que emerge del yoga tántrico y de la tradición de los trovadores medioevales.
“... la mujer que da la sabiduría, la sabiduría del Principio Femenino Eterno, que permite al hombre realizarse completamente en un Amor donde se re-interioriza a la mujer, hasta llegar al ‘Androginato’, por medio del Amor Mágico, que vendría a ser el matrimonio con la propia alma, que ha adquirido un Rostro por medio del encuentro con la Mujer afuera. Así, (por ejemplo) el alma de Dante pasa a tener el rostro de Beatriz”.
El autor, según sus propias aclaraciones escritas en diversos medios, con esta obra ha trazado la forma de su arco vital, y ahora su misión es ampliarlo, expandirlo...
Yo no sé...
Escribí este artículo lo tenía preparado para una ocasión importante. Pero ahora soy un arquitecto que va para los cuarenta y trato de ganarme la vida como casi cualquier otra persona, es decir con dificultades en el pago de los servicios básicos.
Creo que Miguel Serrano ya no me sirve.
En este momento siento el alivio de los que no murieron y que siguieron con sus vidas, exentos de tanta cosa tremenda. Bueno, ahora siento que todo esto lo he visto como desde afuera, ¿seré un traidor? ¿O tal vez existe algo en el lenguaje que se pudre cuando llega a cierto límite de… de qué?
¿Volvería a leer todo Serrano otra vez? No sé.
¿Volveré a tener veinte años? No.