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_ Prólogo clandestino I de Un Ojo llamado Cacería de Marcela Saldaño _
Del cuerpo hecho Verbo a la ofrenda poética, nacimiento del mito saldañino

Por Cécile- Alice Jouannaux




 

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El Diccionario alfabético y analógico de la Lengua francesa [1] precisa que el prólogo en la Antigüedad griega es la recitación- actuación previa a la representación de la obra de teatro “que nos lanza en el corazón del drama [2]”. Con el hecho de introducirles en la tensión creadora del poemario aquí se detiene la comparación, también con la definición contemporánea de este texto introductivo de un libro editado que supone que su autor haya obtenido el acuerdo del editor para tal colaboración, ya que este prólogo no viene junto con una publicación; dicha publicación que, de forma general, reduce la difusión de los prólogos al momento de su eventual lectura pública durante el lanzamiento del libro, y luego a la lectura personal, aleatoria, de las personas que poseen un ejemplar de este.

Además, se necesita repensar la meta de un prólogo, compañero de un poemario que puede pasar desapercibido por ser tan usual. Este puede ser un saludo amical, de bienvenida al mundo del poemario redactado por un próximo del autor o de su editor que subraya sus calidades poéticas. Puede ofrecer un recorrido de los distintos temas presentes, poniendo de relieve la escritura propia del o de la poeta, puede ser un texto programático de futuros estudios, y allí, a mi parecer, se cumple la meta de un prólogo, pasarela hacia la poética del o de la poeta, lienzo privilegiado con la más amplia diversidad de lectores y oyentes de los recitales porque todos no suelen leer poesía. Por lo mismo, hay que reinventar la forma de un prólogo que de costumbre está fija, estática, hasta una próxima reedición, mientras que los lectores son de cultura literaria distinta, que los enfoques de un poemario son múltiples, y que de sus lecturas succesivas nacen otras sendas de análisis. El prólogo tiene que evolucionar tal como evoluciona la lectura y el entendimiento de un poemario, renovando estas pasarelas. Así desaparece el riesgo que desaparezca ante los ojos de los lectores del poemario y existe a los oídos de los oyentes de los recitales que quizás, nunca lo habrían leído si hubiesen sido publicado junto al poemario.

Me otorgué entonces el derecho de escribir y difundir, sin lugar fijo, prólogos evolutivos, que en oposición al convencional, calificaré de “clandestino”. Efectivamente, según el mismo diccionario, realizar algo en forma clandestina requiere el secreto de su concepción. No obstante me aparto de las conotaciones negativas de este término. Así, escribir y difundir “prólogos clandestinos” aparece como un acto de Libertad y Reparto, y el primer de esta serie que les propongo es el de Un Ojo llamado Cacería,de Marcela Saldaño, que les dará a conocer parte de un trabajo preliminar sobre esta obra [3], punto de partida de todos los demás estudios, ya que este tipo de prólogo clandestino, tal como lo describí, se autogenera.

En Un Ojo llamado Cacería, se construye un imaginario del cuerpo difractado y dotado de capacidades singulares, capa semántica por capa semántica, a medida que se declinan los ejes del cuerpo. Entre piedra y mármol, la poeta sigue su búsqueda de la Piedra filosofal de la Existencia, renovando la Alquimia tradicional, proclamando el “agua como primer estado de los entes, simple evolución” conformemente a su afán de buscar otras huellas. Explora sus propias fallas de ser humano, de mujer, y se adentra en su bestialidad, en el bosque, territorio del inmundo, recinto de su alma adonde guarda lo que el Ojo captura de la realidad, y de adonde nacen las sinestesias y se unen los contrarios formando otra Realidad, la suya, regida por las paradojas. Dentro de esta nueva materia se desarrolla su creación o criatura mítica, la de Marserpiente, diosa ambivalente, alegoría y símbolo de estas sinestesias y paradojas.

Siguiendo la sugestión del término “garfio” presente en Un Ojo llamado Cacería, la crítica de este poemario se debe parecer a la erosión de las capas semánticas de los poemas.

El ojo, síntesis de las paradojas

El cuerpo, porque es lo que de inmediato percibe el otro de un individuo, se convierte en  significante y significado. Significativo, el cuerpo activa una dialéctica compleja. Los términos "romper" (“briser”) y "caducidad" (“caducité”), que se encuentran en la descripción de los objetivos de la representación del cuerpo de Gérard Durozoi [4], se refieren específicamente a la brecha en la cual se precipita la poeta destacando el ojo, órgano ciclópeo que se vuelve obsceno tanto está omnipresente en su poemario.

Apareciendo desde el título de la obra Un Ojo llamado Cacería, el ojo es el emblema de la Paradoja, clave del entendimiento del poemario, porque es el órgano que permite el primer contacto con el mundo y el encuentro con nuestro reflejo en el espejo. De esta acción especular nace la primera paradoja del poemario (el ojo que ve es visto por él mismo y los demás que lo ven) puesta de relieve en el título Un Ojo llamado Cacería ya que el ojo cazador está inevitablemente cazado en una inversión de situación sin fin: « El ojo grita Tembla en medio de las bestias que lo devoran Aunque ellas no saben que son las presas » [5]. El término “carnicería” es ingeniosamente elegido ya que contiene en su seno la “cacería”, verdadero nombre implícito del poemario. En una de sus respuestas a mi cuestionario, Marcela Saldaño describe el trabajo insaciable de este ojo:

      Es el ojo cazador, el ojo carnicero, el ojo que todo lo captura, pero en su captura mata todo también, el ojo que espera, el ojo que también pueden ser los agujeros del cuerpo y captar la luz, dar a luz, sacar desperdicios, oír, oler, probar, degustar, expulsar, la arcada, la saliva, el desperdicio,  […] el ojo también puede convertirse en la esfera semiológica no obstante la cacería es el martillo con el que se llega a la carnicería la idea de mi obra es romper con esa esfera y crear un imaginario donde brille el ojo como un ente que muchas veces es utilizado sólo como objeto […].

      […] La forma que el ojo cazador adquiere, que es el de la carnicería, carnicería semiológica, la cacería de crear una herida visible e ignorada y sanarla en la consciencia de esa herida […]. (Saldaño : 16 / 02 / 09)

El ojo “mirando/ carnicero” y “mirado/ cazado” entretiene en los poemas de Marcela Saldaño relaciones estrechas con la carne que podría parecer desconcertante pero que, en realidad, son sólo la sistematización de las acciones que habitualmente se atribuye al ojo. En efecto, en el lenguaje coloquial las expresiones relacionadas con la puesta a muerte tales como " fulminar a alguien de la mirada "  o " devorar con la mirada " son numerosas.

En el poemario Un Ojo llamado Cacería, el tema de la "carnicería", que evoca el acto de cortar y sugiere el consumo de la carne, crea una sinestesia entre el "tacto" y la "vista". La carnicería se hace acción y resultado de esta acción que el ojo es capaz de realizar, de la misma manera que es a la vez cazador y cazado. Está expresada por la recurrencia de los objetos cortantes en los poemas de Marcela Saldaño, y es de manera paradójica, sin piedad, según el segundo sentido del mismo término que convoca el imaginario de la oleada de violencia sanguinaria, de la matanza.

Estas paradojas son sólo algunos eslabones de esta cadena de paradojas que rige el aforismo “ el primer estado es agua ". Si la poeta es vinculada a la carne, a la caza y a la carnicería, es también agua, como el ojo. Y de manera analógica, son ambos reptiles como lo anunciaba la transfiguración poética de Marcela Saldaño en "MarSerpiente". Existe hasta una analogía entre ambos: la fluidez del agua y del reptil materializada por la similitud fonética [mar] [se], la fluidez de las sonoridades en [m] y las sibilantes [s] participan de la creación de un universo fluido y líquido.

El juego con las paradojas al cual se entrega la poeta, se acompaña de un trabajo previo  porque el poema, la puesta en verso de esta caza y de esta carnicería, es el resultado del corporificación del lenguaje.

Corporificación del lenguaje y sacrificio

Tomar un término a la Teología y a la Química, tal como el de "corporificación", para aclarar el trabajo poético de Marcela Saldaño que restituye un carácter "sagrado" a lo que no lo tiene y reinventa los estados de la materia, es particularmente útil. Más precisamente las definiciones del verbo "corporificar" y de sus derivados, "corporificación" y “corporéité”, permiten dar cuenta de este progreso desde el sagrado hacia la materia, y de la materia hacia las palabras:

      Corporificar: 1 ° Término de teología. Suponer, dar un cuerpo a lo que es espíritu. Los herejes que corporificaban a los ángeles. 2 ° Antiguo término de química. Fijar en cuerpo las parte dispersas de una sustancia. Corporificar el mercurio ". (Littré: 816)
      Corporificación: antiguo término de química. Acción de condensar vapores en un cuerpo sólido ". (Littré: 816)
      Corporeidad: Término didáctico. Lo que constituye un cuerpo tal como es. El alma forma ideas espirituales sólo con la ayuda de las palabras que son los signos, y estas palabras prueban la corporeidad de estas ideas [6] ". (Littré: 816)

Así, la "corporificación" es el resultado de la acción de corporificar que significa " dar un cuerpo a lo que no lo tiene ", es decir el lenguaje (en palabras y en puntuación), y esto mucho más porque, en Un Ojo llamado Cacería, el cuerpo puesto en poema mismo es dañado en su integridad, descompuesto / recompuesto en segmentos de frases para significar "otra cosa". Esta analogía entre lenguaje y cuerpo es posible ya que, según Hans Bellmer (Anatomía de la imagen, 1957), " El cuerpo es comparable a una frase que nos invitaría a desarticularla, para que se recompongan, a través de una serie de anagramas infinitos, sus contenidos verdaderos ". (Durozoi: 40)

Pero como en el poemario de Marcela Saldaño, una relación extrema con el cuerpo, "carnicería", es puesta en verso, una violencia es hecha al texto mismo. Esta violencia se nota en la presentación general de la recopilación: los numerosos espacios libres crean la respiración interna en éste, mientras que no hay puntuación en los versos. Un verso a veces ocupa a sí mismo una página como la meta fuera aumentar el impacto de las palabras que contiene, como si éste estuviera eviscerado y extendido sobre una mesa, la página blanca, que puede ser a la vez de disección y de carnicería, mirado por el ojo, este astro cíclope, este demiurgo siempre en busca de su presa, una de las representaciones posibles de la poeta, y por el lector también. Una de las respuestas de Marcela Saldaño a mis cuestiones, citada aquí in extenso, expone claramente el lazo entre la elección de la forma de la recopilación y la "caza - carnicería" obrando en éste:

      Dentro de la obra en general, el ojo se sirve de micro obras que son las que Ud observa, este es un libro que se puede leer de corrido y también de manera independiente, no obstante la falta de puntuación es una manera de cazar una regla y exterminarla, una carnicería más adentro del libro y respecto a las mayúsculas representan el corte del verso, incluso es más que eso, la mayúscula va en íntima relación con el ritmo del poema, es el corte según lectura e impulso musical, la mano musical el ojo que es imagen y música, además me permite lograr densidad, pequeños ladrillos que construyen la casa del ojo, la esfera de sangre que tiro contra la pared del imaginario que construyo, también la mayúscula es la mancha y el deseo, lo insaciable de la cacería-carnicera. (Saldaño: 18 / 02 / 2009)

La acción de dar a ver este " imaginario que [construye] " se remite a la noción de  “comunicabilidad”, extremadamente importante en casa para Marcela Saldaño, que entretiene relaciones estrechas con la práctica sacrificial. Y uno de los vectores que hacen posible esta comunicación es precisamente el ojo pero también la sangre porque del ahondamiento de su trabajo poético, resulta una interiorización del cuerpo, que da lugar a una mediatización gracias a fragmentos o gracias a sustancias que emanan de éste.

La sangre es un leitmotiv en la creación poética de Marcela Saldaño. Es uno de los elementos más maleables del cuerpo. En su poesía, es el gracias al cual el cuerpo se vuelve maleable. La sangre es también la prueba y el resultado del compromiso total de Marcela Saldaño por la poesía cuya escritura responde a una " necesidad biológica ":

      […] [S]iempre [miro] hacia el lado de la moneda que está oculta, sólo de ese modo puedo volver a renacer en el fuego de la escritura y escribir con sangre, porque creo que sin sangre no hay poesía, considero que hay muchos poetas sin sangre y eso va en contra de mi carnicería, quiero artistas comprometidos, yo arriesgo mi vida por la poesía, es una necesidad biológica, la poesía me problematiza y me soluciona. (Saldaño: 18 / 02 / 2009)

Además, existe un lazo indefectible entre la poesía y el cuerpo "descoporificado" (" charco de sangre ") que Marcela Saldaño expone en una de sus respuestas magistral semejante a un arte poética:

      […] [M]i labor es escribir poesía para que pueda ser leída por el mundo y no explorar de manera publicitaria nichos, quiero una poesía universal, escribir para quien quiera leer, crear imaginarios que asesinen los conceptos anacrónicos de la creación que también pueden ser brillosos y sutiles al nadar o patalear en este charco de sangre que es bello como decía Aimé Césaire. Necesario es coser los agujeros del cuerpo y purificarlos para que sean de todos. Ese sacrificio que se resiste a la página en blanco y me resisto a dejar de resistir en la poesía que es la revolución primera y espero el desastre para marcharme y volver por otro. (Saldaño: 16 / 02 / 2008)

El poema se vuelve el lugar de un sacrificio, es ofrenda "a los que quieren leer" con una connotación sagrada insistente pero no religiosa en el sentido de reunión " religare ", porque paradójicamente no hay comunión con estos últimos, y la poeta que los deja solos frente a la lectura de su obra. Así como lo subraya Durozoi " comulgar no reenvíe más a ninguna trascendencia: es una potencialidad de la carne y de los afectos ". (Durozoi: 42)

Más todavía, este sacrificio forma parte integrante del mito que elabora la poeta.

Construcción del mito saldañino

Este sacrificio íntimamente asociado con la recurrencia del tema del Tiempo y el metadiscurso sobre la creación poética está ligado con la huya del Tiempo (empleo del adjetivo "anacrónico"). Para Marcela Saldaño, la Poesía es la " Revolución primera "; lo que sugiere una reanudación, un ciclo. Según la misma idea de vuelta, el poema, cuyos antecedentes son experimentales, es la manifestación de un desastre visto como una promesa de renacimiento para la poeta, inscribiendo siempre más el poemario en el registro del sagrado. Según Emilio Littré, el desastre es:

      Desdicha muy grande. [...] El desastre es la influencia de un astro que deja de estar favorable, es una desgracia, un cambio negativo infligido por la fortuna. La catástrofe es una caída en el desorden. La catástrofe es un desastre que produce en una orden de cosas, en una existencia de un individuo, etc. un trastorno completo o un fin violento [...]. Hay que añadir que la catástrofe está siempre instantánea o casí, y que por fin puede ser feliz o desgraciada, aunque casi se entienda siempre en este último sentido. (Littré: 1093).

Y este astro muy presente en este poemario con vueltas permanentes no es nada menos  que el ojo. Así, la obra poética de Marcela Saldaño es a la vez su desarrollo, su finitud y su reanudación hecha posible por la escritura.

En el contexto ambivalente de la escritura de Marcela Saldaño, esta mitificación del cuerpo es hecho posible porque pone en cuestión los contrarios que no son unos en realidad: "el charco de sangre " es fuente de la creación poética y el "desastre", también, es productivo, como lo indica Emilio Littré (" desastre que produce "). En realidad, es la misma escritura del cuerpo que genera la unión de estos contrarios complementarios y de todas las paradojas. Según Michel Journiac, citado por Durozoi, se debe: "aceptar como origen existencial, necesaria de la creación_ lugar común de las contradicciones: el cuerpo, real" [7].

La aceptación de esta precaridad inherente al tema del cuerpo permitiría explicar por qué nada jamás se da por sentado en la poesía de Marcela Saldaño, que se niega a proporcionar soluciones definitivas:

      Que los otros busquen el antídoto, me vuelvo imune en el libro. Y mi afán de cazar es insaciable y no me siento satisfecha, nunca nada me conforma. (Saldaño: 16/02/2008)

Marcela / MarSerpiente, unión improbable de un elemento líquido, el mar, y de otro a la vez terrestre y acuático, es la diosa que encarnaba la unión de los opuestos: la ausencia de corporeidad verdadera del agua y la corporeidad de la serpiente. Pero la corporeidad de este animal maleable y siempre en movimiento, viviendo transformaciones cíclicas, sus mudas, hace eco a los renacimientos de la poeta, al mismo tiempo que recuerda que ella prosigue perpetuamente su "cacería", su búsqueda.

La transfiguración poética de la poeta en este ser híbrido dotado de poderes, los temas del Extra- tempus y de la carnicería, pertenecen al mito personal de la poetisa. ¿ El mito no está vinculado a los asesinatos, a los sacrificios, al canibalismo, al exacerbación de las sensaciones, a los grandes elementos? En los poemas de Marcela Saldaño están muy presentes el agua pero también el fuego, el "gran ente", el ojo y la diosa, Marserpiente que toma vida en sus poemas:

      Marserpiente, es el misterio en el que indago en mi poesía, pero no pretendo descubrir, circulo en el borde de este poema interminable que es mi producción por completo, necesito como poeta levantar el arma de la poesía a través de una mitificación pero propia, y que ésta esté en constante creación y circulación […] y sin duda marserpiente desea salir y sale en las lecturas […].

En este mito que se construye de poemas en poemas, vienen a integrarse elementos tomados de la leyenda: la videncia asociada con la ceguera recuerda la Antigüedad griega y la sibila, y los bosques, los lugares por excelencia del irracional y de lo inmundo en las obras de la Edad media.




En breve, Marcela Saldaño explota las fallas de la escritura del cuerpo emprendiendo en su poemario un sabio trabajo de descomposición-recomposición de los elementos del mito y de la leyenda, " manteniéndose a " y " alimentándose de" los límites del imposible (el extra- tempus, la hibridez de MarSerpiente).

De manera llena de imágenes, la exploración del tema del cuerpo desmembrado y licuado en los poemas de Un ojo llamado cacería es tan abisal como el mar al cual intrínsecamente está vinculado Marserpiente.

Analizar los poemas de Marcela Saldaño requiere ir más allá de las paradojas aparentes y las contradicciones del cuerpo y de introducirse en un nuevo campo de significados, hecho de juegos sutiles con las analogías, de vueltas- reanudaciones, de referencias a otras culturas y épocas, a manera de la "espiral [8]", que, para Frankétienne, es una " estructura absoluta en perpetuo movimiento, [implicando] un enfoque global donde se encuentra lo social, [...] lo histórico, [...] lo colectivo, [...] lo religioso [...] ".

 

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Referencias de la obra estudiada 
Saldaño, Marcela, 2008, Un Ojo llamado Cacería, Editorial Piedra del Sol, Santiago, Chili; ISBN: 978.956.319.650.4.

Bibliografía crítica
Durozoi, Gérard, Dada et les arts rebelles. Les concepts. Les mouvements. Les artistes, París, Editions Hazan, colección « Guide des Arts », 2005

Guillon (P.), Literatura de la Grecia Antigua in Historia de las literaturas (en francés), París, Enciclopedia Pléiade, citado enRobert (Paul), El Diccionario alfabético y analógico de la Lengua francesa, T. 5, París, Société du Nouveau Littré- Le Robert, 1977

Littré, Emile, 1874, Dictionnaire de la langue française, París, Librairie Hachette et Compagnie.

Potomitan. Site de promotion des cultures et des langues créoles, « Le dire du spiralisme: Entretien avec Frankétienne et Jean-Claude Fignolé », disponible a la dirección siguiente :
http://www.potomitan.info/colloques/fignole.php, consulté le 21 / 04 / 2009

Robert (Paul), El Diccionario alfabético y analógico de la Lengua francesa (en francés), París, Société du Nouveau Littré- Le Robert, 1970

Saldaño, Marcela, « Respuestas », mensaje electrónico recibido el 16/02/2009

Saldaño, Marcela, « respuestas », mensaje electrónico recibido el 22/03/2009

 

Notas :

[1] Robert (Paul), El Diccionario alfabético y analógico de la Lengua francesa (en francés), T. 5, París, Société du Nouveau Littré- Le Robert, 1977, p.496

[2] Guillon (P.), Literatura de la Grecia Antigua in Historia de las literaturas (en francés), París, Enciclopedia Pléiade, citado enRobert (Paul), El Diccionario alfabético y analógico de la Lengua francesa, T. 5, París, Société du Nouveau Littré- Le Robert, 1977, p.496

[3] Adaptación y traducción al español de parte de una conferencia presentada durante el Coloquio del Grupo de Investigaciones C.H.E.R. (Cultura e Historia del Espacio Romance) : « Representación del cuerpo en la literatura latinoamericana », Universidad de Estrasburgo II, Francia, 03/ 2009, publicado por la misma universidad en 2010, ISBN: 978-2-35410-007-0

[4] " Lo que está representado es menos el cuerpo en su realidad que las concepciones que privilegia una época, una sociedad, una moral; quebrantar esta representación, es entonces revelar la caducidad de estas concepciones. (« Ce qui est représenté est moins le corps dans sa réalité que les conceptions qu’en privilégie une époque, une société, une morale ; briser cette représentation, c’est donc révéler la caducité de ces conceptions ») (Durozoi 2005 : 40)

[5] Cita del poema « El ojo de los oscuros papeles » que inicia el poemario (p. 11).

[6] « Bonnet, Charles, 1779-1788, Œuvres, Berne, édit. citée par Pougens ». (Littré : 2622)

[7] (Michel Journiac, 1972) cité dans (Durozoi : 162).

[8] El término « espiral » está tomado de Frankétienne y de Jean-Claude Fignolé.  



 

 

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Prólogo clandestino I de "Un Ojo llamado Cacería" de Marcela Saldaño.
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Por Cécile- Alice Jouannaux