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TOÑO EN LA DURA: Infancias marginadas
Mario Silva Mera (Itaca, Santiago de Chile, 2016)
Por Carvacho Alfaro
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Hablar de infancia es complejo desde la perspectiva de la obra de Mario Silva Mera. Escritor que desde siempre se ha centrado en la periferia de un Chile que se pierde en un centro de poder, en donde el abandono es clave para entender el proceso de cambios sociales, pero donde el avance es solo para un grupo selecto. Los de Abajo (Tajamar Editores, 2007), El Roberto y la Julia (Mago editores, 2009) El cojinova y otros cuentos de la pobla (Mago editores, 2012) y ahora con Toño en la dura (Ítaca, 2016), Silva Mera está escribiendo una narrativa que sigue la tradición de los bajos fondos de los años cincuenta y sesenta de Luis Cornejo, Alfredo Gómez Morel, Armando Méndez Carrasco y Luis Rivano, íconos de una generación que produjo cambios profundos en nuestra literatura y que pocos han leído.
Desde siempre la infancia del margen ha estado mermada por el abandono, la soledad, la tristeza y los abusos. Desde fines del siglo XX e inicios del XXI sumamos a lo anterior las adicciones y la delincuencia que marcan como cicatrices a niños y adolescentes. Muchas veces nos damos cuenta de la realidad dura y profunda a través de los medios de comunicación, pero son pinceladas en pantallas que no todos quieren ver, la objetan y borran cambiando de canal. Silva se hace responsable de esa mirada que penetra en mundos que no siempre conocemos y que también hay que decirlo, evitamos regularmente. La infancia marginada es el eje central de esta novela donde su protagonista, Toño de 14 años, adicto a la pasta base, responsable de sus hermanas, con un padre desconocido, una madre drogadicta, y una suerte que más perdida no puede estar, se convierte en villano, héroe, víctima, victimario, abusador y abusado en 97 páginas.
Con un lenguaje directo y crudo, la novela transita por espacios periféricos que son parte de un recorrido o camino que el protagonista debe saber moverse como obstáculos de un aprendiz. El recuerdo es su mejor arma. Dividir las voces: contar al carabinero que lo interroga y recordar la realidad, la cruda realidad. Ese es Toño, un hábil estratega de la vida a sus 14 años, en donde la angustia de la pasta como de la vida familiar se entre mezclan y sucumben ante sus vómitos y llantos.
Con estilo directo el narrador arma las narraciones de Toño y Retamales para unir los relatos y construir la historia. El coa se cruza con el lenguaje del narrador omnisciente que sirve de entrada para diferenciar voces y duras intervenciones. No es una forma narrativa novedosa, pero cumple con lo requerido: marcar y fijar las voces narrativas del relato. Todo lo anterior actualizado con jerga que explica en un glosario final, como en los mejores tiempos de Méndez Carrasco o Rivano, que sirve para entrar en la obra a todo lector ajeno a esos espacios lingüísticos.
Dentro del mundo narrado, los personajes fundamentales son: por un lado, Retamales, carabinero, que debe manejar su taxi y vender discos piratas para solventar gastos, así como también ayudar a una anciana que perdió a su hijo en la cárcel de San Miguel, y que, sumado a todo lo demás. en el asalto a la botillería su hermano mayor recibió un disparo. Por otro lado, Toño, adolescente que estuvo en el atraco, pero que también ayudó al hermano de Retamales. Dos historias que al aparecer son distintas y se enfrentan, pero que en el proceso de lectura nos damos cuenta que poseen más puntos de unión que de oposición.
Asaltos, drogas, interrogatorios, tráfico, cajeros automáticos, asesinatos y pérdida son ríos que cruzan los territorios del margen para llegar al océano narrativo presentado por Silva Mera en Toño en la dura. Y quizás estos personajes puedan escapar o sucumbir en esta ficción (complejo seguir utilizando esta palabra).
Finalmente, esta novela posee los ejes fundamentales de toda obra que merece ser leída: atrapa al lector desde el inicio, posee personajes que nos identifica en una realidad cruda y presente, la narración es ágil y mezcla niveles en el relato, utiliza un lenguaje de jerga actual que es comprensible o incomprensible (ejercicio muy interesante y que desafía al lector), y da cuenta de un final que no siempre sabemos recibir como lectores, el más inesperado.
Mario Silva Mera, al realizar un recuerdo de su trayectoria literaria, presenta una novela que cumple con la tradición del margen y que evoca a viejos estandartes del oficio. Sin duda es una obra narrativa que merece ser leída, comentada y recomendada.