Mauricio Tapia Rojo:
“La televisión marcó por mucho tiempo las pautas culturales y políticas de los chilenos” Por Pablo Molina Guerrero
Publicado en LO QUE LEÍMOS, 11 de marzo 2020
Mauricio Tapia Rojo (Quilpué, Chile, 1988) publicó el año recién pasado su primer libro de narrativa, titulado Zapping (2019). Previo a eso, también publicó el poemario Semiótica de la torpeza (2017). Posee estudios en Pedagogía en Castellano y ha participado de concursos narrativos. A la vez es co-editor de Bathory Ediciones, situada en la misma Ciudad “Sol”. En la bio aparecida en Zapping, comenta que cuando niño quería ser un Power Ranger, lo cual ya nos da algunas coordenadas respecto a su ejercicio escritural y desde donde bebe.
—Semiótica de la torpeza es tu primer libro, un poemario, cuéntame un poco de su origen. —Es un libro que no quería salir. En ese tiempo estaba bien chato de la escritura y un poco frustrado. Pero escribía poemas de vez en cuando. Carla Morales, con quien desde ese libro trabajamos en Bathory, me pide una compilación de poemas porque ella tenía un pequeño taller y quería probar con algunos autores locales, como ya venía haciéndolo hace un rato. Cuando veo la maqueta con lomo y todo fue cómo guaaa. Y decidimos darle nomá. En sí Semiótica de la torpeza es una serie de poemas que escribí desde que entré hasta que salí de la U, pero notamos que el punto en común era la frustración amorosa. Algo que me da mucha risa hoy.
—En lo que se refiere a lenguaje, e Semiótica de la torpeza y en Zapping tiendes a ser transparente, coloquial, sin mayores manierismos, ¿podrías contarnos la razón? —El lenguaje es súper importante. Creo que para que el receptor comprenda, aprecie, disfrute, etc., el mensaje debe ser lo más nítido posible. Siempre he tenido esa convicción, que la aprendí leyendo a Nicanor Parra, pero se reforzó en dos momentos. El primero fue en la U, estaba intentando escribir un policial y le pasé un borrador al profe Adolfo Bisama. Tuvo la amabilidad de leerlo pero la crítica iba en la verosimilitud de los diálogos. Revisando el texto después, claro po’, mis personajes hablaban como un doblaje de C.S.I. Y lo segundo fue cuando participé en un workshop con la Arelis Uribe. Ahí una de las convicciones que reforcé fue “Escribe como hablas”, pucha que es cierto eso. Me encanta llevar eso al papel, las voces reales.
—Zapping orbita ciertos temas acotados a la “mitología” de Quilpué. Cuéntame cómo llevas esta relación con tu ciudad. ¿Por qué? ¿Para qué? —El otro día escuchaba una entrevista en YouTube que le hizo Marjorie Mardones a un fotógrafo muy seco de acá que se llama Nelson Rodríguez. En esa entrevista conversaron sobre cómo la geografía aporta a nuestra identidad y es un factor tremendamente relevante. Amo mi ciudad, sus poblaciones, sus plazas, su gente, los cerros, el comercio, todo. Me siento muy a gusto en Quilpué, he crecido aquí. Es por eso que siempre trato de recuperar esa mitología, que en verdad todos los pueblos y ciudades las tienen, para aportar a la identidad local y al sentido de pertenencia. Decir acá también pasan cosas, cosas muy raras, pero pasan. Además es importante romper con ese centralismo obsceno de Santiago. De repente en novelas o cuentos de autores de la capital nos encontramos con calles y lugares que la gente de región no cacha en verdad, por lo tanto no nos genera esa imagen que quizás un santiaguino puede ver con mayor nitidez. Creo que al hablar de la Pirámide, la Cueva del Brujo o Colliguay hace que los “locales” logren ver eso y cachar la referencia. Tiene tintes un poco vengativos también.
—Zapping está impregnado de referencias a diferentes ámbitos de la cultura televisiva (Mekano, Sábado Gigante, Twin Peaks, etc.), ¿podrías comentarnos respecto a ello? —La televisión marcó por mucho tiempo las pautas culturales y políticas de los chilenos. Sin el acceso a Internet, que recién se masifica en los comienzos del año 2000, tú accedías a entretención, cine y series a través de la TV. Esa es mucha información. Analizando la cultura pop tú puedes llegar a entender hasta ciertos procesos políticos que se llevaron a cabo sin que nos diéramos cuenta. Ejemplo de ello son las teleseries de TVN que se destacaban por plantearte “temas” pero de forma muy superficial. También me gusta el hecho de releer lo que veíamos. Cuentos como Telenovela, Cagliostro y Cony pretenden poner en contradicción acciones que considerábamos normales, como aportar al prejuicio, el acoso sexual en pantalla o el concepto de fama.
—A la vez, eres co-editor de Bathory Ediciones, editorial independiente de Quilpué. ¿Ves alguna interrelación entre tu propio ejercicio escritural y tu rol como editor de textos de otros autores? —Sí, me veo un poco reflejado en ellos, pero nunca he tratado de interferir en sus procesos más allá de aconsejarlos, recomendarles alguna película o prestarles algún libro. Me gusta que busquen su voz propia, que se escuchen, que construyan sus contextos y eso es bacán. He recibido buenos comentarios de parte de ellos, son dos y sus narrativas son súper distintas entre sí.
—Este año tienen planes de expandir el catálogo de la editorial, ¿podrías comentar un poco al respecto? —El año pasado, como en esta misma fecha, hicimos una convocatoria. De ahí van a salir los libros de este año en poesía, narrativa y ensayo. Además queremos concretar la idea de publicar a autores clásicos. Vamos a partir con Sor Juana Inés de la Cruz y, para finales de año, esperamos tener algún otro acompañando a la primera musa.
—Como en todo tiempo de revueltas, ciertos roles quedan en entredicho, existe un ámbito del mundo literario que se cuestiona publicar textos relacionados a la contingencia y otro que no, ¿qué opinas tú al respecto, a propósito de que has estado escribiendo crónicas-columnas desde hace un tiempo para algunos medios digitales? —Yo creo que depende de quien venga. Obviamente las editoriales gigantes van a quedar en entredicho, y ha pasado. Pero en las editoriales independientes, las autogestionadas e incluso colectivos literarios veo convicción política pura y eso se nota. La cooperativa de La Furia sacó y distribuyó de manera gratuita un fanzine, Editorial Negra también está bajo esa misma línea. Las redes sociales de Alquimia por ejemplo subían frases de escritores chilenos que realmente levantan la moral. Nosotros hicimos un llamado a los participantes de la convocatoria y la mayoría se expresó y consideramos que fue un aporte. Yo creo que es lo mismo que ocurre con todas las instituciones: uno como lector confía de los proyectos que han sido coherentes y mira con recelo a los que no.
—¿En qué estás trabajando actualmente como escritor y editor? —Estoy trabajando con Mayra Olate y Gabriel Bofi en sus libros debut en narrativa. Están bien ansiosos pero el trabajo que hemos tenido ha sido impecable y súper disfrutable, estoy feliz de haberlos conocido. Además, estoy dándole forma a una novela de terror que ojalá vea la luz luego.
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“La televisión marcó por mucho tiempo las pautas culturales y políticas de los chilenos”
Por Pablo Molina Guerrero
Publicado en LO QUE LEÍMOS, 11 de marzo 2020