MATRIA
Presentación del libro de Antonio Silva
Bar Thelonious. Diciembre 2007.
Por Mauricio Torres Paredes
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¿Qué debo esperar, ya que así es tratada quien en su vida
no cometió una sola falta merecedora de reproche?
Márquez de Sade
Si bien las palabras disimulan la condena perpetua de nuestros cuerpos, inclasificables en la condenada historia de las configuraciones, no es menos cierto que la lengua, el verbo y las voces acalladas momificadamente, pueden implorar en el desierto de la carroñaría delicada de los sueños, un nuevo valor, oportunas imágenes, quebrar la loza china y concebir la anulidad del corazón como órgano.
Intento grato y atrevido es el que Matria de Antonio Silva propone ahogar.
El ahogo es inmensamente más que una acción física de falta interrumpida de aire u oxigeno. El ahogo proporcionado por los sentimientos también interrumpe flujos de sangre y esa desmesura agobiada domina los sueños más descabellados que son en los cuales los restos de boca, lengua y paladar configuran una dislexia poliformica y travestida, vivida como una teleserie videada en escenas color azabache.
Matria. Podría haber deletreado Justin en sus desventuras por la virtud, y sin embargo solo la leímos preguntarse… “¿Que debo esperar, ya que así es tratada quien en su vida no cometió una sola falta merecedora de reproche?”
La popular geometría de un sueño consolado en la servidumbre del agotamiento a pagar.
La Dominga termino con el corazón hecho greda. La mikaela desapareció bajo la dentadura de las bala.
Cuando niña soñaba con ser la sirvienta de una teleserie mexicana.
¿Quien o quienes de los que estamos acá conoce la pobreza? Que se coloque de pie. Que lustre con saliva los zapatos de algún escucha que los lleva puesto como condición de clase.
Y las chicas que actúan en los telenovelescos poemas de Matria, orgullosas se inscriben en los verso de Antonio…
Vine de oscura patria, entre luces y lentejuelas amancebadas en la producción de niños y madres esclavos de transnacionales versos economicistas.
Soy María Jorqueda Melenao pertenezco a esa ralea de mujeres en las cuales se deposita toda animadversión de una moral rudimentaria, sostenida en el ejercicio de lapidación y exilio de la concubina.
Ya nada me sorprende de las morochas dirían las rubia, que luego de ver caer al abismo a la Britney Spire cuestionaron sus genes.
La cuestionable patria peregrina de Don Bernardo O’Higgins se “ahoga” en la quemada olla que alimenta el borde de la sobrevivencia. A los caídos en el transformismo de la esperanza.
La vulgar virtud en estos poemas de Matria remplazada, descompuesta, degradada por la popular beatitud.
Juana Iris es la caballeresca sintonía matriz que figura el barrio.