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El testimonio irónico, de una realidad grotesca en
“Orgasmos” de Mauricio Torres Paredes
Por Paola Andrade-Cantero
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“Orgasmos” de Mauricio Torres Paredes, contiene una puesta en escena, que pretende recuperar el sonido de la palabra escrita y la traducción del lenguaje de un “otro”, que es al mismo tiempo individual, la emisión de un colectivo, que articula desde la prohibición del hablar fuerte y claro. Así, el susurro “entre dos” deviene voz valida. Hay un intento por generar complicidad con el lector al usar un lenguaje que parece secreto. De esta manera, la oralidad cobra validez, cuando nos encontramos de sopetón con un tipo de escritura a la que se le imputa ser una transcripción fonética.
Este “hablar mal”, es desplegado desde la palabra tabú “orgasmos”, la cual en nuestra sociedad occidental “sexualizada a la mala”, sólo es alegremente aceptada sin incomodar al receptor, al ser pronunciada en el contexto de la medicina. Para la RAE la definición de orgasmo es breve, es la “culminación del placer sexual”. Una definición más amplia hace mención a “una descarga repentina de la tensión sexual acumulada, y que frecuentemente, conlleva movimientos del cuerpo y vocalizaciones”… Desde esta última acepción emerge el texto de Torres. Vemos como se asoma, desde una esencialidad basada en la emisión poética oral, hasta transformarse en la modulación de una catarsis socio-histórica.
Como todo elemento que intente un acercamiento a la historia, el libro, contiene una periodización, cuyo contexto pretende la evolución. Decidir si se da efectivamente ésta, es la tarea prioritaria a la que es llamado/a el/la lector/a, suponiendo que entiende el emplazamiento virtual que hay en el texto. De esta manera la participación de quien lee, ayuda a construir “Orgasmos”. En esta ocasión esta pulsión, exige ser concretada en comunidad, o al menos entre autor y leedor. Cuya concreción se daría, en el gesto imprescindible de leer al menos el primer capítulo en voz alta, fundándose así las bases del mensaje secreto de una “nueva tribu”.
Frente a la simulación de que lo que se lee no es texto original sino una versión de otro desconocido, estaríamos ante el tópico de la falsa traducción, usado en el siglo de oro español. Este uso se caracterizaba por estirar la cuerda del pacto de verosimilitud de manera lúdica y/o irónica, para sugerir que la obra presentada era la traducción al español de originales escritos en griego, latín y otros idiomas usados por los libros de caballería. En el primer texto llamado “Notas del autor”, en el tercer párrafo o estrofa leemos:
“AL MUNDO LE AZE FALTA U ORGAZMO MÀZ representa eze orgasmo inkonziente ke la mujer puede dar zin condiziòn alguna, de una manera ezpezial y” kon un vocablo ezpezial”, refiere a una nueva forma de hablar de allí el uso diferente de las grafías (hay que escribir el castellano con ortografía fonética.”
El libro anuncia lo que vendrá con una presentación, que al igual que en los libros antiguos es del mismo autor. Allí se encuentra la justificación del afán por instalar una neohistoria, borrando todo lo anterior y con un lenguaje alternativo. Es decir la nueva forma de escribir, es el máximo acto de rebeldía necesario para las circunstancias históricas a las que indirectamente alude el texto:
¡Nada de Ces, guerra a las Ces! Za, ze,zi con: Zeta/y ka,ke,ki con: Ka ¿y la hace?¡La hache/ es el absurdo, la reacción, la autoridad, el retroceso!
Tanto en la “Nota del autor”, como, “A modo de prólogo”, hay un inflexión semejante a aquello de: “desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y el más discreto que pudiera imaginarse”. Veamos:
“En el momento en ke el poeta se enreda a tal/punto kon la obra ke yeba en el vientre de zu/ korazón, parirla kon eze zakrifizio tremendo de/ loz ke krean, realmente zon pelos de la kola./Tan azi ke después del parto la pregunta ke/komienza a rodar en la dezgaztada mente del/ iluminado ez: entenderán a mi ijo Por lo demás/ ya no importa…ya eztá en la tierra, ya puede/ demoztrar zu miseria tanto komo zu grandeza.”
La primera parte finaliza con un texto sin nombre que es una larga dedicatoria, la que faltaba dentro de la estructura de los textos antiguos. En los libros de caballería se estilaba que la dedicatoria fuese para un noble como al Duque de Vejar, en El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. En “Orgasmos”, no hay realeza más que el género femenino, personificado en diversas mujeres que el hablante lírico pone en valor. ¿Es esta una forma quizá de traer a colación la opresión histórica hacia la mujer, y por consiguiente podrían ser ellas las emisoras de la frase: “al mundo le aze falta un orgasmo maz”?
“Este libro está dedicado a una de las mujeres que me soporta “mi mamá”, a mi hermana Katia. Además a la compañera de tercero básico que le regalaba bombones de licor…”
Con todo, tenemos que no sólo en el fundacional Quijote encontramos la imitación del género de los caballeros, el cual en resumen, es una fusión entre novela caballerezca y libros de caballería. La caballerezca es la manifestación de una realidad posible, cercana a un texto realista; las de caballería, aludirían a un mundo de ficción maravilloso, pero eso es otra historia. En “Orgasmos” la realidad deformada, se hace presente escondida en el uso de elementos fuera de uso y que remiten a épocas lejanas, desconocidas para el cotidiano literario.
Transfiramos el recuerdo del Libro del Caballero Zifar, del cual nos interesa la particularidad, que en el prólogo se adelanta no sólo como será el relato, sino cuál es su ideal estético, una noción personalísima de la obra de arte y sobre todo en que ánimo debe disponerse el lector para leer el libro. En “Orgasmos” encontramos el mismo juego, la construcción de una fórmula, la disposición de hacerse escuchar, (nótese que no usamos leer), un anuncio de lo que vendrá, casi una promesa, una dedicatoria y una declaración de principios ideológico. Una fórmula de escritura que se presenta como singular desde el título, pero sin ahorrar en mohines burlescos.
Anarquismo, esperantismo, fonetismo, espiritismo,/ vegetarianismo, ecologismo…todo es uno./¡Guerra a la autoridad!¡Guerra a las Haches!
El segundo capítulo del libro de Torres, articula una concepción irónica al expresar una sociedad donde el ridículo es la gran sátira. El lamento, la incomunicación son dichos con elementos cotidianos, como aquel poema, “Camino de asfalto violeta” donde un hijo llama al padre. Hablan, pero una separación de dos años, suscita que no se reconozcan y que finalmente se trate de una llamada equivocada. Equivocada en esencia, porque la distancia que se ha establecido refiere a la disociación de los vínculos y el absurdo. O la soledad de los días domingos en “Necesito una chica que me quiera solo los domingos”, donde se expone una angustia que no es nueva, el domingo es el día cuando se producen más suicidios, debido a su connotación socialmente impuesta como jornada de reunión familiar, por tanto, la soledad se acrecienta especialmente en las grandes urbes como Santiago. No obstante, este texto poético subraya el desafecto de las relaciones únicamente instrumentales a uno de los participantes: “No sé si te quiero todos los días/pero lo que tengo bien claro es que los/domingos sí…”
Este segundo capítulo, es el que más se acercaría a una construcción conservadora de la poesía, sin requiebros lingüísticos ni de otro tipo, pero, no hay que obnubilarse por este engaño y recordar el exordio:
“Tómate un momento y piensa cual es/tu mayor adicción, todos tenemos una. /Tu lado oscuro ¿has sido buen chico? ¿has sido buena chica?”
Más allá que la voz lírica podría estar buscando complicidad, en este primer texto hay una directa confrontación al lector, dejándolo completamente expuesto al escrutinio público. El tono es impertinente e invasivo, y contiene un cambio del rol consuetudinario del hablante. Esto cobra sentido al ingresar al espacio formado por las “Adicciones” y vemos como una imperiosa necesidad de complicidad quizá generaría alivio en este sarcástico espacio de lo absurdo.
“Prepara el embellecer/olor a podredumbre/a muerte de cien días/Mis cicatrices como escamas/mis costras preparadas para atardecer/Olor a podredumbre/Culear en la hediondez/Si no hubieses conocido/el lado de la vida.”
En “Orgasmos”, encontramos lo carnavalesco, escondido en la máscara de la ironía. A modo de conclusión de un relato prometido en el inicio, la catarsis del último capítulo, llamado valga la redundancia “El futuro prometido”, se resuelve “Al azar”, con una irónica y “verde amable demostración” y la presencia de la inconmensurable imposibilidad de un “Sentido” y de asir “La tierra prometida”.
La comparación que hemos realizado en esta ocasión con textos narrativos, obedece a que el libro busca de diversas formas un acercamiento a la realidad a partir de la denuncia, la confrontación hacia un lector impávido, cínico o indiferente ante un escenario político injusto y absurdo. Es así como en el dibujo final de los contornos, en los protagonistas de “lo narrado”, hay una reafirmación que el libro busca decir que su verdad es real. Una verdad entre sombras, malamente dibujada pero que existe y tiene nombres, tal cual un texto de historia o un texto testimonial.
Más allá de lo grotesco, que posee disímil talante que la de Bajtin que supone cierto airecillo festivo, la realidad poética se torna en un adefesio grosero y desagradable. El libro “Orgasmos” de Mauricio Torres Paredes, se convierte en un espejo que nos obliga al lector/a a recordar quién es y cuál es el paisaje histórico mientras la voz lírica relata que: “Estoy esperando en algún rincón de la tierra/ que me salga un subsidio para la luna.”