DOMICILIO EN LLAMAS
Presentación del Libro de Javier Peralta. Ajiaco editores (2013)
Por Mauricio Torres Paredes
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Los rincones, las esquinas, los escondrijos, las guaridas. Las cuevas, las rucas, las grutas, los antros, las cavernas, las mazmorras, los subterráneos, los calabozos, las madrigueras, los márgenes, los cantos, los costados, los bordes han sido espacios y lugares que atraen en un juego nebuloso, el apetito curioso de aquellos que apenas rozan esa realidad.
Lograr circular por la cornisa, conseguir peregrinar por la miseria, entregan a quien vive en esas circunstancias, una cultura muy distinta a la tradicional, llena de códigos y formulas de vivir ignoradas, que hacen al sistema intimidarse ante tal sobrevivencia milenaria, que dificulta el proceso seudo protector de la burguesía. Es por lo mismo que las llamadas ciencias sociales en su actitud moralista, como el arte utilizado en su ejercicio de terapia, a punta de intervención, tratan de posibilitar algún cambio a aquellas y aquellos que “transitan por el lado salvaje” como diría el rockero Lou Reed.
Sabemos que la palabra significa, determina y denomina y es a través de variados dispositivos como los medios de comunicación, la publicidad, los discursos políticos, entre otros, que se pretende disciplinar, controlar y hegemonizar con estilos de vida formales y tradicionales, que lo único que esperan es eliminar los discursos menores.
Domicilio en Llamas (editorial Ajiaco, 2013) el nuevo libro del escritor y poeta Javier Peralta, está lleno de ese sentido común que encontramos en los discursos menores, recorriendo en su versear distintos tópicos de la cultura popular contemporánea, revistiendo de ciudad y de urbe el relato en el cual nos desplaza, descubriendo la posibilidad de la animadversión y de la rabia en una escritura común pero que en esa energía del arrojo, exaltan el recorrido, por donde nos lleva Peralta, a un canon casi heroico de aquellos que podríamos llamar “los insatisfechos”.
Cito: “El eco del fracaso de la democracia desciende hasta ésta tumba, rebota en las psiquis minusválidas, que van pegadas a los vidrios con la mirada ciega, temerosa de cruzarse con las pupilas del otro. Cada cual va clavado en su puesto, cumpliendo con la premisa del nuevo orden, transformados en fetiches, expropiados del peso dramático de su ser, hacia un destino irreversible”
Ese eco del fracaso de la democracia, fue, por ejemplo, el que se activó en las primeras protestas estudiantiles, que no fueron por la gratuidad de la educación, sino por el pase escolar gratuito, en lo que se produjeron los primeros indicios de protesta estudiantil de este nuevo siglo. Y no fueron los estudiantes de los colegios emblemáticos, como pasó después, sino jóvenes punkis, anarcos y anti sistema quienes buscaron la gratuidad en el pase escolar, no pudiéndolo conseguir.
En este sentido Henry Miller nos plantea: “Nacer en la calle significa vagar toda tu vida, ser libre. Significa accidentes e incidentes fortuitos, dramas, movimientos. Significa sobre todo, ensueño. Una armonía de datos irrelevantes que proporciona a tu vagar una certeza metafísica. En la calle aprendes lo que realmente son los seres humanos; de otro modo, más tarde, uno lo inventa. Lo que no está en plena calle es falso, inventado, es decir, literatura.”
“Domicilio en Llamas” no alcanza, ni tiene la pretensión de ser literatura. No alcanza porque no toma como opción construirse desde la mirada burguesa, ni tampoco mostrar el resentimiento social desde la “moral” y no pretende porque se construye como relato poético que está en constante deformación, no teniendo una línea temporal clara, ni personajes identificables en su totalidad, los cuales se difuminan apareciendo y desapareciendo, como en una catarsis de borrachera, de esas cuando piensas que había mucho más gente que la que estaba realmente.
Cito: “…todo proviene del movimiento de la falla, del conflicto, de la relación con otros, de la bacanal cósmica y la orgía de las lenguas, de la materialidad impía que hay bajo los hechos.”
Es el análisis desgarrador desde la barbarie. La crueldad de la palabra que no se quiere escuchar, la convicción evidente del lucido que busca otros caminos fuera de la salvación.
De alguna manera esa es la mirada de poeta con la cual cuenta Javier Peralta y que coloca a disposición de su relato posibilitándole una amalgama de herramientas con las cuales encontrarnos en sus letras y narración poética.
Para Rosamel del Valle: “El poeta tiene un momento de lucidez y se reencuentra en medio de ese mundo creado por su propia mano. Es la verdad, la terrible verdad. Entonces su piel cambia de color. Es ahora el hombre azul. El color azul de la agonía.”
Es la escritura lo que reivindica Javier Peralta, haciendo el ejercicio básico de comunicación, dando cuenta de una visión de la realidad, de la cual muchos están de acuerdo y no solo eso, sino que la vivencian constantemente de una u otra forma, más de un millar de seres en estos momentos en todo el planeta tierra. Y eso es lo oportuno en esta escritura donde lo que acontece es tan común en tantos comunes que lo exaltamos al nivel de obra de arte. No el arte material, sino el arte de la vida y de vivir día a día.