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Presentación de la reedición del libro Orgasmos de Mauricio Torres Paredes
Editorial Quimantú, 2014
Por Carlos Cociña
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En un entrevista reciente Mauricio Torres, respecto de este libro señala, cito:
“Mi acción tiene relación con la comunicación, al entrar en tensión con lo supuestamente oficial, aquello que se considera verdadero. Al ser poesía posibilita otra mirada. Transforma, amplía a través de la palabra y es capaz de transformar realidades.” Fin de la cita. Orgasmos, inicialmente tres poemarios, se convirtieron en uno, que al decir del autor es “una palabra vacía a llenar”, y más adelante agrega que: “La sociedad de consumo es la gran lucha, el significante donde la palabra debe tomar valor para el poeta. En esta nos enfrentamos a una permanente decodificación publicitaria de los significados. Es aquí donde emerge la poesía y su búsqueda por la verdad”. Y agrega “El artista tiene que lograr buscar y rescatar ese primer balbuceo, matarlo, revivirlo, mezclarlo y rematarlo”, y así “el mensaje oportuno, … es atreverse”.
Cuando Mauricio Torres dice que a partir de la revalorización de la palabra se es capaz de transformar realidades, que la poesía emerge como una búsqueda de la verdad. Al asignar esa función o esa posibilidad a la literatura, se aleja de la concepción de ella que se asentó en el romanticismo, cuando luego de gestarse por largo tiempo asigna a la literatura la especificidad de ser ficción, y además, y por lo mismo se le asocia con creación.
La literatura entendida como escritura, a mediados del siglo XX, nuevamente adquiere supremacía en los estudios, a partir de la literalidad entendida desde los formalistas rusos y el primer estructuralismo. A fines del siglo XX, quizás el final de un ciclo, o el inicio de uno nuevo, entre la diversidad de tipos de obras se empieza a vislumbrar algunas escrituras que se asumen no sólo desde un yo que se centra en su mundo, y en ese sentido extremadamente personal, aunque sea extremadamente contestatario, aparecen estas otras miradas, que asumen desde un yo, la posibilidad de ser en un colectivo. Al ampliar así la mirada, asumen que se puede, con el lenguaje, constituir realidad que vaya más allá de lo ficticio y creado. Aunque no se considere que todo lo escrito es literatura, claramente se amplía su espectro abriendo compuertas a otras escrituras no necesariamente líricas, lo que no es nuevo, (vanguardias de inicios de XX, Parra, Lihn, Martínez), pero no entendido como experimentación sino como la necesidad de plasmar “el mensaje oportuno” más allá de lo literario, y en ese sentido, expresamente no solo un acto desde el arte, sino social, y claramente político.
Ello lo hace, en este caso desde la escritura, a través de una trilogía de fin de siglo, referente al contexto y personajes que componen la sociedad: la mujer (Al mundo le aze falta un orgazmo maz), el hombre (Adicción, Adicción) y el niño (El Futuro Prometido).
Y en la primera parte aparece inmediatamente lo literario entrelazado con un gesto político, pues al introducir la transcripción fónica, se platea una dificultad, “un ripio más” que obliga al lector a replantearse el uso de la legua en su versión más aceptada, y posiblemente en ese sentido, oficial. Poco más adelante, un nuevo código hace entrar en juego, a través de la incorporación del coa, haciendo evidente que el uso de la lengua no tiene naturalidad, sino en el entorno en que esta se usa, y por lo mismo es definida y a su vez define ese entorno.
En esta primera parte, la trascripción fónica “Es un ripio más. En este juego fonético, en esta interrupción, hay un acercamiento básico que posibilita al lector que el mismo entre en la relación de creación”.
Pero no sólo entra una forma de dificultad, sino que también el mundo femenino es percibido desde un androide, de un alienígena y que como tal difícil de que entienda ese mundo, aunque se percibe desde lo extrasensorial, también desde los sueños.
Así, lo político no se ausculta desde el llamado realismo, sino desde otros códigos que dan cuenta de las múltiples formas de percibir la y las realidades.
Tanto es así, que en la tercera parte, cuando se acerca más a las formas tradicionales, estas se presentan desde las transcripciones de conversaciones y otras instancias, donde la mirada se ubica mas cercana al niño, aquel que aquí, con menos mediaciones se inserta en el espacio social. Y este no es necesariamente el del recuerdo, sino el del deslumbramiento de la interacción que se resuelve en y con los otros.
