NADA
Lom,
2004
Malú Urriola
Canta un grillo a lo lejos,
regocijando estos errabundos huesos que he tendido un rato al
sol,
el mismo sol que ha comenzado a dorar las copas de los árboles
contra el viento tan verde.
Cierro los ojos y el recuerdo evoca las palabras
que he abandonado a lo largo del camino,
las que nunca dije,
las que miento,
las que me avergüenzan.
Las palomas inician sus limitadas acrobacias recortadas contra
el cielo.
Cierro los ojos y me abandono al batir de sus alas
yo que no tengo, me conformo con escuchar el ruido del vuelo.
¿Escuchas?
Son olas.
Olas que se alzan para fundirse en un océano infinito,
algunas se levantan como cabezas humanas en mitad del horizonte,
si cierras los ojos puedes escuchar
a una india cantar en mitad del desierto,
y sin embargo la pasión bruta del alma
enjuaga este aburguesado deseo de nombrar miserablemente
hasta las cosas innombrables,
el nombre del nombre, y amanece.
Fui arrojada del infierno por adorar la belleza.
Los días fueron brotando hasta convertirse en un ancho
mar
Cuando se seca el río, apenas queda un largo brazo hendido
de piedras y musgo. Algo parecido al vacío necesario para
que las palabras se acumulen y luego se marchen.
El agua corre contra las piedras, arrastrando a las más
pequeñas.
La roca en cambio ha quedado en mitad del río.
En ella se golpean las aguas y crece el musgo y otras piedrecillas
se adhieren. Capa a capa de piedra se fue enancando para sentir
el calor del sol. Aparte del calor del sol y el frío del
agua no siente nada. El corazón de la roca tiene la forma
de la roca. Tal cual la roca se ha formado, se ha formado el corazón.
Podría decirse que ninguna parte de la roca se desprende
de su corazón. La roca en sí misma es su propio
corazón. El corazón de la roca es sordo y todo le
rebota. Cada vez que la roca ha querido dejar de ser roca, el
río la ahoga o abandona. El río no siente lo que
siente la roca. No podría sentirlo. Se está marchando
constantemente. La roca sin embargo se queda. Aunque se secase
el caudal completamente. Aun cuando despertase en mitad del desierto.
ESTOY TAN CIEGA
QUE PUEDO
LAVARME LOS OJOS CON SAL
A la manera de Tiresias, el ciego poseedor de un saber vidente, que
traza públicamente la fatal paradoja en que transcurre Edipo,
el libro Nada de Malú Urriola explora, desde
la condición más líquida
y movediza del cuerpo de escritura, el Movimiento y la Detención
como condiciones filosóficas del sujeto.
La Nada, poblada sólo de su contundente y decisivo vacío,
se enfrenta a su opuesto: el nadar, donde la corriente o la contracorriente
son las armas con las que el poder del cuerpo se debate activamente
ante el consagrado poder de las aguas.
La escritura es interrogada acuciosamente. La nada de la letra, en
tanto plenitud petrificada, como signo ya demasiado resuelto por la
cultura, entra en colisión con la ambigüedad acuática
y movediza que aporta el sentido. Es allí precisamente, en
la plenitud que alcanza ese dilema, donde este libro establece su
epicentro, su convulsión.
La escritura poética como aventura siempre "ciega",
que "nada" tras un sentido que se escabulle y que muta,
pone en jaque el deseo racionalista cuyo empeño radica en normalizar
el sentido para transformarlo en transparente y utilitario "sentido
común". El libro "Nada" huye de esa posibilidad,
no busca reproducir la realidad de la visión, sino, al revés,
apuesta a la visión (siempre descentrada) como generadora de
realidad, como proveedora de estética.
Con la publicación de este libro, Malú Urriola, sigue
consolidando el lugar que se construyó ya en las postrimerías
de los años 80 y que la consagra como una de las más
sorprendentes y deliberadas superstars de la poesía chilena.
Diamela Eltit
Malú Urriola (Santiago de Chile,
1967). Ha publicado Piedras rodantes, 1988; Dame tu sucio
amor, 1994 (Beca del Fondo de Desarrollo de las Artes y la
Cultura, FONDART) e Hija de perra, 1998. Ha participado en
diversos congresos nacionales e internacionales, entre ellos
Bienal de Arte Joven, Buenos Aires, Argentina, 1989; Foro
Joven Literatura y Compromiso, Málaga, España,
1993.
Sus textos han sido recogidos en diversas antologías:
16 poetas chilenos (Ediciones Cámara Chile, 1987);
Antología de la poesía latinoamericana del siglo
XXI. El turno y la transición, compilada por Julio
Ortega (Siglo XXI Editores, México, 1997); Antología
de poetas chilenas. Confiscación y silencio, preparada
por Eugenia Brito (Dolmen Ediciones, Chile, 1998); Mujeres
Poetas de Chile: Muestra Antológica, 1980-1995, compilada
por Linda Koski (Editorial Cuarto Propio, Chile, 1998).
Participa junto a otros escritores latinoamericanos en la
Guía del nuevo siglo, editada por Julio Ortega (Editorial
de la Universidad de Puerto Rico, 1998).
En el año 2002 recibe la Beca del Fondo de Desarrollo
de las Artes y la Cultura (FONDART), para realizar el proyecto
poético de intervención urbana Poesía
es +: Lectura de poesía desde globos aerostáticos.
Ha realizado trabajos como guionista.
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