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Presentación del libroVaho de Rodrigo Morales

Por Malú Urriola
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(Santiago, 30 de marzo 2010)-

 

Antes de iniciar mi comentario debo detenerme un instante y decir que es muy grato para mi lanzar ésta tarde el libro Vaho de Rodrigo Morales, poeta de tomo y lomo, a quien tuve la suerte de conocer hace algunos años y con el que me liga más allá de una amistad tejida en la poesía, una gran admiración por su trabajo poético, serio, sostenido en el ejercicio de una búsqueda con fin, una voracidad lectora y una escritura sabia, ermitaña y silenciosa durante años, que han conformado finalmente la solvencia de éste, su primer y sugerente libro de poesía.

Y la alegría es doble, pues lanzar un libro de buena poesía en estos tiempos del asco, como diría la gran Stella Díaz Varín, no es algo menor. La alegría de constatar que, pese a la ignorancia masiva y el desmedro de la belleza en pos de los materiales de la fugacidad del mercado, la poesía sigue viva en éstas aporreadas tierras, conformando un collar de salvajes, bellas y disímiles perlas que robustecen la poética nacional.

Muy lejos de lo que afirman los gustos hegemónicos en la materia, la poesía chilena no acaba con Neruda, Lihn o algunos de las y los grandes poetas vivos o muertos, por el contrario la poesía joven, las nuevas producciones vienen a reformularla, y citando a Nicolás Folch, en su artículo Rodrigo Lira revisitado: se refieren a un proceso en curso, abierto, de grandes expectativas y proyecciones: el de la poesía chilena actual.

Vaho no es sólo el vapor que expele un cuerpo ante el frío o el hálito que somos y con quien nos marchamos de una vida material y breve. Es también la emanación poética que se anida y revela en medio de la vida común, corriente, doliente, placentera. Y aunque al hablar de emanación nos situamos en el cuarto modernista del yo encerrado en la caracterización de una subjetividad temporal, lo prefiero al concepto de creación tan signado por la teoría mimética de lo humano por imitar la realidad o dios concibiendo la idea. Mas cerca de Novalis y del romanticismo la poesía de Morales recobra su étimo griego: anhela crear un mundo, pero con una segunda vuelta, describiendo y expresando dicho mundo.

Por ello la cita de Paul Celan Cavamos una fosa en el aire, inaugura el camino que el lector hará al inmiscuirse en éstas páginas que nos llevan a Pan de azúcar y al buzo. El buzo, un conocedor del fondo y sus limitaciones, es además quien nos conduce hasta las profundidades de un ser que no está dispuesto a la renuncia, en un espacio sin jardines donde las palabras pasan mudas en lo desierto.

Pienso en cosas simples versa Morales y sin embargo el código poético y el objeto propio de su deseo barthiano nos dan muestras de una poesía elaborada cercanamente a Paul Claudel: el ojo escucha. O como diría Baudelaire La invitación a un viaje cuyo humor de los navíos es vagabundo y se adormece el mundo en una cálida luz.

Desde esa cálida luz del afuera posada sobre el techo del mar, Morales indaga en las turbulentas corrientes poéticas y filosóficas, elaborando una metapoesía con materiales del transmodernismo, que a diferencia del postmodernismo no se siente en la cúspide hegemónica del pensamiento occidental, sino que apela a la reivindicación de la alteridad, difundida por el filósofo argentino Enrique Dussel, fundador de la filosofía de la liberación. Y cito a Dussel, pues el final, remate sorpresivo de éste bello Vaho, me conduce como lectora de poesía a éste momento, éste instante de la poesía latinoamericana.

Vaho no es un libro de amor con bellos aciertos y finos versos logrados a cabalidad. Es un libro de poesía que reelabora y repiensa movimientos literarios que le competen a toda poesía alejada de artificios deslumbradores para armar una propuesta en contra de la mercantilización del sentido. De una imaginería sincrética y plural que repiensa el cómodo habitáculo del yo y el afuera, lo otro, como un espacio desnaturalizado en la enfermedad decadentista.

Vaho de Rodrigo Morales nos enfrenta a ése aliento de “ser”, ésa multiplicidad del yo que mira más allá de aquella “placenta crisálida que habla de si misma”: fundiendo géneros, visiones de mundos fragilizados. La corteza de una vida en su  inicio y última reverberación. Un tenue movimiento -y bello por fugaz- que deja una estela invariable en otras individualidades. 

El trabajo poético de Morales es delicado, fino, porta un saber, la del viaje dentro de otro viaje impulsando una estética anegada y contenida como una muñeca rusa, cuyo fin es el placer de la cadencia y la lucidez de la palabra que va en busca de  ése breve instante al que se entra por la ventana misma de la poiesis como “un ojo desnudo en el corazón del viento”.

 

 

 

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Presentación del libro "Vaho" de Rodrigo Morales.
Por Malú Urriola.