Proyecto Patrimonio - 2020 | index   | Marcelo Munch  | Autores |
        
          
          
          
        
         
        
          
        
        
        Adiós Radioneta
        
          Por Marcelo Munch
          2 de julio, 2020
            
        
        
          
            
            .. .. .. .. .. 
        
Pensar que después de todo esto La Radioneta volverá. Pensar  que cuando el despelote se rearme, todo ese mundo maravilloso y mágico de  radios, canales y medios comunitarios, resurgirán como campeones, ya sea de lo  consciente, o de lo honesto, si es que cabe la palabra, si es que a alguien le  interese que este tipo de cosas quepan en este nuevo mundo. Y pensar, que  alguna vez se construyó un cielo sonoro tan hermoso y gigantesco que todos  tenían cabida y nadie estaba de sobra. Pensar, que había tanta fuerza alguna  vez que no había más que una invitación gratuita a hacerte preguntas, con la  humorada y la rebeldía como aliadas. Pensar, que en una patria de todos, los  discursos imperantes sabrán de escuchar a los apacibles…
        Pensar que fue el último medio de comunicación masivo en el  que alguna vez participé, aunque ínfimamente, y hace más de 15 o 17 años ya,  ahora que intento recordar. Pensar que, todo es para mejor, como dicen los  viejos, morir para nacer…
        Pues se va un pedacito de mí también, se va ese mundo verde  olivo en donde no existe nada más que creer en las cosas que crecen. Ahora  abrazo el adiós, con horrorosa pena, también, abrazo la fe de creer que volverá  la pertenencia de no poseer, volverán los verdes sin buscar florecer, volverá  ese lenguaje de “Queridxs radioescuchas, compañeres y amigues”, volverán, para  brotar Fénixmente como tromba poderosa imposible de sostener dentro de  circunstancias antojadizas de vitrinas y bolsillo conveniente.
        Un abrazo Radioneta también mía, lo tuyo no era escuchar y  poner al aire lo que también me gusta, lo tuyo era también yo, y como tienes  que irte, eso nunca dejará de doler, aunque vuelvas.
        Me despido, parafraseándote, desde mi eterno incómodo lugar,  allí donde las certezas absolutas son inalcanzables y la opción más lúcida es  seguir cuestionando en compañía de otres. Y me sentaré en mi mesa con mi vaso  medio lleno, pensándote, pensando, un poco apretado, un poco menos yo, y con un  micrófono convenientemente dispuesto al centro, por supuesto con un trozo de  pan, para compartir, como siempre supe ser, como siempre supiste ser. Espero  reconocerte si te vuelvo a encontrar, a lo mejor no, espero no haber cambiado  mucho//.
         
        