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“ESTELADO” o la conciencia del Yo maldito ante el tiempo y la memoria.
(ESTELADO, Marcelo Velmar. Santiago Inédito Editores. Santiago 2018)
Por Margarita Bustos Castillo
(Poeta y Docente)
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Maldigo todo lo cierto y lo falso con lo dudoso
cuanto será mi dolor (Violeta Parra Sandoval)
¿Cómo sabemos que somos y estamos en un presente que al verbalizarse se ha esfumado para volverse pasado y recuerdo? ¿Cómo situarse para mirar adentro de este lado y sus sombras dibujando las certezas en los contornos del yo maldito ante su finitud? Lejos del tiempo estelado como lo canta lúcida y reveladora, Violeta Parra en “Maldigo del alto cielo” o lo señala el filósofo Emile Cioran en los cuestionamientos de su libro Ese maldito yo. A veces las reflexiones nos espejean una realidad decepcionante y la maldición de sabernos vivos porque estamos en constante cuestionamiento y duda.
Marcelo Velmar se sitúa en la conciencia del Yo finito dialogando con el tiempo y la luz que se extingue segundo a segundo entre la nostalgia que evocar provoca al sujeto y su memoria en EsteLado. A medida que avanzamos en su lectura resulta inevitable preguntarnos qué hay al otro lado: del mar, del espacio, del cuerpo que abraza este cuerpo, al despertar a un nuevo día, bajo la sombra del caminante, junto a la muerte. Su autor sabe que nos lo preguntaremos porque entre un poema y otro situado en ESTELADO nos revela sus verdades ante la fragilidad de la existencia. La precariedad de nuestra relación con el tiempo en un habitar que se estrella entre las piedras, contra las palabras, en el acto cotidiano del respirar que siente la separatidad del ser (Erich Fomm, El arte de amar) que le duele el abismo de la Brevetud, del Ahora que no es ayer, de este aquí y ahora peregrinos.Por ello escoge emplear una moneda en lugar de la llave para invitarnos a ingresar al poemario: un primer texto afuera de la primera parte, titulado Cara y Sello
(…) Hay manos que dejan huella
Y luces que jamás saldrán de los ojos
En la superficie de la esfera
El todo y la nada
La única moneda que nadie busca
El filósofo y poeta del nihilismo y la decepción Emil Ciorán, señala que: “Imannuel Kant esperó a la vejez para darse cuenta de los lados sombríos de la existencia y señalar «el fracaso de toda teodicea racional». ...Otros, más afortunados, se dieron cuenta de ello antes incluso de comenzar a filosofar.” (Ese Maldito Yo, Tusquets Editores, 1987)
Nuestro hablante lírico también se percató de los lados sombríos:
En los versos de Nada pierdo
(…)Ya no espero nada
no busco nada
Nada tengo
nada pierdo.
O en el poema De vez en cuando dormir
(…) De vez en cuando
es bueno deshacerse de todo pulso
mantener los ojos abiertos
la respiración atenta
Hasta que venga el día
y nos brinde su fruto engañoso (…)
La memoria le permitirá al hablante mantenerse lúcido ante el dolor de saber que todo es perecedero en el cambio incesante del tiempo como medida, como referencia para cronometrar nuestra fragilidad con fecha de expiración, y percibir la velocidad de un recuero o del olvido.
(…) Ahora el mundo corre
por dentro del cuerpo
sin esperar a nadie
a la velocidad del recuerdo
a toda prisa
a la velocidad del olvido
a toda prisa (…) Poema: A toda prisa
Este libro tiene dos partes, como las caras de la moneda, como los huesos y su sombra, un ESTELADO conciente y condenado por la brevetud y sus Mortales razones y el otro ESTELADO que apela a la conformidad de saber aceptar que Merecemos amor, que podemos mirar las estrellas desde el lado fatal de la noche, en horizontal o en vertical. Pero el tictaqueo no se detiene y nos habla desde el yo maldito cuando el autor, Marcelo Velmar declara:
“Aquí viene el tiempo
con su jardín perdido
a cuestas (…)
Pero no se detiene
Porque no tiene origen ni llegada
Porque es un océano
que lame todos los siglos
de la semilla. (Poema: Viene el tiempo)
En tiempos aciagos podemos leerle con la tentación de existir mirando de frente la página de Estelado
