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Territorio Cercado de Maha Vial: un alambrado de púas para nuestra conciencia
Territorio Cercado. Maha Vial. El Kultrún. Valdivia, 2015
Por Cristina Gallardo J.
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En portada el ingreso al hospital, a una oficina, a un peladero, a un mundo paralelo que vive en torno al mal trato, el vacío, el verde gélido que enfría la sangre, la luz artificial que rebota en el suelo como en una sala de espejos. Maha Vial (Valdivia, 1955) nos trae acostumbrados a enfrentarnos a nuestros miedos, a lo feo de nosotros mismos, a nuestras permisiones. Lo cierto es que Territorio Cercado (Kultrun 2015) no es una excepción, en este poemario encontramos el tránsito del dolor, la contingencia como piedra en el zapato, el cuerpo como ánima paciente, eso si, ya no tan solo femenino si no que transmutado “sólo los ángeles agachan la cabeza y se sorben los mocos / unos tras otros en el silencio de la noche / unos tras otros sonriéndole al enemigo”
A 2016 la queja es absoluta en un Chile esquizoide, las farmacias invaden las ciudades y abrazamos la enfermedad con el silencio del que otorga, es acá en donde la voz poética de este poemario se sitúa, una voz fuerte, denunciante, posicionada en su espacio que es el límite, o la cerca si se prefiere, la cerca entendida como megáfono para la denuncia, porque ahí en la cerca habitamos todos en este territorio, ahí en la cerca pende de un hilo nuestra dignidad, nuestra paciente dignidad que se olvida cada cierto tiempo de respirar, porque sobrevive con inyecciones de adiestramiento “recibo un par de monedas / una tibia caricia / un pedazo de higiénico para sonarme la nariz / luego voy donde el oftalmólogo y repito la escena / sino lo haces así no te entregan los anteojos”
-La carbamazepina muele la memoria- estalla en una página el texto, la afrenta es de una memoria que se niega a desaparecer, una memoria que quiere dejar de ser recetario para convertirse en pedazo de piel, en cuerpo habitado conscientemente por uno, por dos, por la muchedumbre si se quiere. El respirar es entonces la metáfora de movimiento, y desde esa metáfora se juzga el mundo, los poemas se suceden como imágenes abiertas o cerradas allí Maha Vial logra enfrentarnos a nuestra propia angustia, Bataille explicaría años antes, en El límite de lo útil, que la angustia no es más que “nuestro constante debate entre lo minúsculo cerrado y el espacio libre; y ante todo entre los demás hombres y uno mismo, entre la generosidad y la avaricia”, ese trasladarse en la palabra se enuncia incluso en el título de cada poema en el estado y las situaciones de cada texto, en los sitios y en nuestra conciencia “Miles de ojos-milísimos-ojos-mosca que atraviesan el recinto / que tocan sus bordes en interiores que rozan la costra y leen el diagnóstico / miles de remiles ojos-moscas vigilando la letra que se escribe”
Territorio Cercado es un poemario inquietante, porque es un poemario denuncia, un poemario que hurga en nuestros propios límites de dependencia y dignidad, no es casual el epígrafe de Diamela Eltit, no son casuales las imágenes recurrentes a las cápsulas, al monocromo del pavimento. Maha Vial nos entrega las púas de su cerco/alambre, en donde reside su palabra vivida por ella y por todo quien desee abrir el telón.