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Publican antología de la poeta sureña Maha Vial
«Lengua sitiada». Editorial Alquimia, 2020, 165 págs.
Por Leonardo Sanhueza
Publicada en
Las Últimas Noticias. Lunes 8 de febrero de 2021
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Un día de 1987, durante un congreso de literatura femenina en el Goethe Institut, una poeta valdiviana se dispuso a leer sus poemas. Pocos la conocían en Santiago, quizás algunos habían escuchado su nombre, que además parecía un seudónimo. Maha Vial. En el público, más de alguien habrá pensado en Valdivia, la lluvia del sur, estufas a leña, melancolía, y se cruzó de brazos para escuchar esa poesía sureña de postal. Pero la poeta no venía a leer poemitas así nomás. 
Venía a tomarse el escenario, a romperlo todo, a descoserla. Era una actriz, era una maldita rockstar, era una provocadora punk que hablaba, gemía, gritaba y susurraba con la voz y con el cuerpo acerca de sexo, de sicosis, de electroshock, de vómitos repugnantes, y al mismo tiempo parecía proponer una convulsa y a la vez dulce revolución de las flores a vista y paciencia de la vigilancia militar.
Pasaron los años. La poeta publicó varios libros que circularon tarde, mal y nunca, pero daba lo mismo: sola en los escenarios, o con algunas bandas de música experimental, seguía en lo suyo, y los valdivianos leían su nombre en un cartel y ya sabían que era imposible saber lo que iba a ocurrir. Hasta que sucedió la última cosa: hace muy poco, en octubre del año pasado, mientras se preparaba para presentar una antología que ella misma había hecho de esos libros que seguían siendo un secreto apenas divulgado, Maha Vial se fue de repente de este mundo, a los 65 años.
Alquimia Ediciones ha cerrado ese último episodio publicando esa selección que la autora hizo de su obra, sin saber quizás que sería póstuma, bajo el título de Lengua sitiada. El volumen reúne poemas que abarcan casi cuatro décadas de creación a través de siete libros que parecen invocar la presencia de Maha Vial para que los lea, los represente, los actúe. Erotismo a calzón quitado, vísceras, fármacos, suicidio, decadencia de la bohemia, pero también amor, ternura, contemplación, vejez, desesperación en la esperanza. No es poesía que se contente con la página leída en voz baja, en silencio, para adentro. Es una antología en que cada página reclama su posibilidad de ser un espectáculo, algo vivo, teatral, de gestos, sangre y voz en cuello.
Aparte de esos poemas escogidos por la propia Maha Vial, el libro contiene al final dos textos en prosa muy valiosos para hacerse una idea de su obra y personalidad. Son dos breves pero sustanciosos epílogos escritos por sus destacadísimos colegas Yanko González y Elvira Hernández. El primero repara por ejemplo en el carácter insurrecto de la autora: "Prohibían tanto, que no alcanzaba a desobedecerlo todo", dice de entrada. Hernández, en tanto, se detiene por ahí en la cáustica mirada feminista de la poeta, que parodiando a Gabriela Mistral llega a declarar: "Todas íbamos a ser escobas".
Prostitutas y dueñas de casa
En algunos de sus textos, Maha Vial asume la voz despreciada de las prostitutas, con un tono reivindicativo que no sólo apunta a la estigmatización cultural de ese oficio, sino sobre todo a la agresión que implica tratar de putas a las mujeres que no se ajustan a los cánones morales dictados por los señorones de siempre. Ese ánimo insurrecto la llevó al mismo tiempo a criticar muchas otras formas de feminidad, desde la sumisa dueña de casa hasta la lesbiana militante Con la misma libertad, transitó desde los contornos de la pornografía hasta la contemplación pausada de la vida y el irremisible deterioro de los cuerpos humanos.
