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Académicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades destacan el
legado literario y amistad de la poeta y actriz Maha Vial
La artista fue estudiante de Castellano en la otrora Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad Austral de Chile
y participó en innumerables encuentros y proyectos literarios por nuestra Facultad.
Por Carolina Angulo
Publicado en http://humanidades.uach.cl jueves 29 de octubre de 2020
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Luego de que se hiciera público el repentino deceso de la poeta y actriz Maha Vial, académicas/os y amigas/os de la artista quisieron compartir mensajes de amor y respeto hacia su destacado aporte literario y actoral, los cuales resaltaron su capacidad creativa y consecuencia en su quehacer cultural.
Maha Vial nació en Valdivia en 1955, destacó por tener una particular estética performática y un incesante trabajo de gestión cultural, las cuales la llevaron a adjudicarse diversos premios y fondos tanto a nivel nacional como local.
Su participación en un sinnúmero de montajes teatrales y producciones escénicas de diversa índole en el Sur de Chile desde 1970. Además, forjó una notoria carrera como poeta que le permitió participar de varias antologías y publicar títulos como La cuerda floja (1985), Sexilio (1994), Jony Joi (2001), Maldita perra (2004), El asado de Bacon (2008), Territorio cercado (2016) y su obra más reciente Fuerza bruta (2019).
Por: Sergio Mansilla Torres
Instituto de Lingüística y Literatura
EL REENCUENTRO (para Maha Vial, in memoriam)
Después de 14 mil años, en un terminal de buses del sur de Chile, él y ella se encuentran. La última vez que se vieron fue muy temprano, en Beringia. Ella no lo pudo seguir, pero le entregó el cuenco de barro con el fuego. Sus miradas se cruzaron y ambos alzaron las manos en señal de despedida mientras él arrastraba un trineo, su arco, las flechas, su lanza cruzada en la espalda, el fuego sagrado y su cuerpo protegido con cueros de reno.
Mackandal, de pie, cargando una mochila, con barba y pelo largo, espera el arribo del bus. Es ligeramente alto, delgado, de piel aceitunada, cabello grueso, ojos negros. Calza unas botas de explorador con varias hebillas en la caña que brillan a la luz tenue de las farolas.
Maha desciende del bus. Aunque no es baja de estatura se ve menuda, de larga cabellera dorada; en su mirada están inscritos ya los momentos buenos y malos que vivirá en el largo futuro de su amor. Se encuentran, se besan y el tiempo se detiene. La llovizna queda suspendida en el aire fragante de ese atardecer de piel y olores que se parece tanto, tanto a la eternidad.
Este es un pequeño relato que escribí para un homenaje a Pedro Jara que se hiciera en el Aula Magna de la Universidad Austral de Chile el 29 de junio de 2019. El relato, claro está intenta aplicar la técnica del relato breve, género en el que Pedro era un maestro indiscutible. Es que para mí es imposible evocar a Pedro sin Maha, su compañera de toda la vida, y, ahora, evocar a Maha sin Pedro, su compañero de toda la vida. Los conocí en 1976. ¡Cuántas veces habríamos hecho a pie, con lluvia o sin lluvia, el trayecto entre la Isla Teja y el sector Huachopihue de Valdivia, donde por entonces yo también vivía! Conversaciones sobre literatura, sobre amores de todas las layas; cuentos patagónicos, cuentos chilotes se entremezclaban en el jolgorio de las palabras al ritmo de nuestros pasos. Jóvenes como éramos, y con las censuras inmundas de tanta dictadura que se había abatido entonces como una noche de plomo sobre nuestro país y otros países sudamericanos, conversar sin miedo, con alborozo, era una fiesta. Y más si era sobre la poesía de la vida.
Maha ha fallecido. El 26 de octubre de 2020 se produjo el encuentro que yo había imaginado en junio del año anterior. Claro, no ocurrirá quizás del modo en que el relato lo muestra, o quizás sí ¡quién sabe! De Maha queda su poesía, sus actuaciones teatrales, su generosidad, la belleza de su sentir. Nos deja una tarea: estar a la altura de su obra, leerla con la atención debida, saber ver en el entresijo de sus palabras y de sus silencios la inmensa humanidad que habitó en ella. La lluvia murmura y celebra la letanía de su palabra de mujer.
gramática de la carne que se pudre
en la alacena
como si valiera menos de un centavo
la carne se pudre en la alacena
la carne es el verbo el verbo un gesto repetido
el gesto repetido un movimiento que se altera en el tiempo
el gusano que invade la carne es el sustantivo común
la gramática mi querido Bacon
es la repetición de la carne
(de el asado de Bacon, 2007)
Quisiera concluir este “reencuentro” transcribiendo el párrafo final de un extenso ensayo que escribí sobre su libro Territoro cercado (2015) y que está incluido en el libro de mi autoría Sentido de lugar. Ensayos sobre poesía chilena de los territorios sur-patagónicos, recientemente publicado en Alemania (2020).
Cierto que el territorio es una carga, porque “todo territorio tiene un cuerpo / que se carga” (62); sin embargo, es esta misma condición la que genera lucidez sobre los límites y limitaciones y sobre las posibilidades de ruptura de los cercos. “Todo hiede en el territorio”, sentencia Vial; pero esto no significa que la muerte haya impuesto sus términos a su entero amaño, pues “siempre queremos ir volar mutar” (62). La poesía de Vial atestigua las fisuras de un cerco —social, político, existencial, psíquico, corporal, metafísico— por las que entran y salen las palabras que se cuelan, se estiran, parlotean libres.
Por: Yanko González
Instituto de Historia y Ciencias Sociales
Nunca me sentí más acompañado humana y literariamente que con ella, sobre todo en estos últimos tiempos, tan horribles. Desbordante, frontal, lúcida y singularísima en el abarrotado vecindario de la poesía chilena. Pero sobre todo, de una incondicionalidad con sus afectos y una generosidad, única. Siendo todavía un estudiante de esta facultad, me invitó a escribir la contratapa de su segundo libro, Sexilio, en un gesto de diálogo transgeneracional que no perdió nunca y que hizo y hace de su voz un referente ineludible y vivo para toda poesía joven. Estos últimos tiempos y pese a la pandemia, nos veíamos casi todas las semanas. Preparaba su antología y me encargó un texto crítico. La animaba el hacer circular y comunicar a más y más lectores su provocadora obra poética. No alcanzó a ver su antología publicada. Rabia de rabias, pena de penas.
Por: Claudia Rodríguez
Instituto de Lingüística y Literatura
Querida Maha Vial… la plaza Dignidad traspasa la frontera centralista para llegar y posarse a los pies de tu casa, en este sur, tan valdiviano como tuyo, y es la palabra dignidad (da lo mismo con mayúscula o minúscula, no te hubiese importado), la que se hace cuerpo en tu presencia, así como compromiso y consecuencia, todas ellas se engrandecen ante ti. Te vas de este mundo en el año de la filosa pandemia, que porfía en llevarse a gente linda como tú… pero no sabe que tú sigues acá, entre nosotros, a fuerza bruta, con tus poemas y tus versos que, como ventrílocuos, tomarán impulso con otros timbres,nuevas voces que te seguirán leyendo. Tánatos te llevó como un susurro hacia Makandal… ¿o será que jugabas a Eurídice y Orfeo, a la inversa, y te volviste para mirar a tu amado antes de salir del inframundo? Como sea, tú te despliegas, te acrecientas, y estás allí con él, pero también acá, con los que quedamos con tus palabras, acá con tu gente amada, acá, con Paz y Teodora, acá, desde Sexilios, entre la Cuerda Floja, y Jony Joi, asumida en ese Territorio Cercado, que cobra impulso para volar, siguiendo el Sendero de la Mariposa…
Por: Roberto Matamala
Instituto de Lingüística y Literatura
Oye Maha:
Andan diciendo que estás muerta.
No es posible. Porque yo te maté con mis propias manos hace más de treinta años. Te apreté el cuello hasta que dejaste de respirar; hasta que tu cuerpo dejó de temblar. Te llamabas Cesonia y yo Calígula.
Ahora andan diciendo que te has muerto.
No entienden nada. No ven que es tu nueva performance. Tendré entonces que explicarles:
Estas tendida en medio de la aldea. En el templo. Junto al agujero del que emanan los vahos del oráculo. Junto a ti, el sacerdote. (Parece cara conocida. Sospechamos que lo hemos visto cruzar las calles de la aldea en bicicleta con los bolsillos llenos de papeles).
A tu alrededor, la tribu de los palabreros en cuclillas. Los aldeanos de las palabras impresas, de las palabras rudas y tiernas del escenario, de las palabras de los secretos cuadernos de la noche.
Y las palabras van cayendo sobre tu cuerpo tierno, sobre tu doliente cuerpo, como una lluvia sutilísima, como la lluvia de pétalos con que las multitudes despiden a sus santas y a sus héroes, mientras repiten como un mantra: “Porque escribí porque escribí estoy viva”.
Andan diciendo que estás muerta. Es que las gentes no entienden nada.
Por: Margarita Poseck
Instituto de Lingüística y Literatura
Compartimos con Maha un respeto y admiración mutua por nuestros trabajos artísticos, la dirigí en la obra “Calígula”de Albert Camus el año 1985, y treinta años mas tarde trabajó con nuestra Compañía Teatro Pequeña Isla, en “Mover, historia de una familia mal traducida”, de Andrés Waas. Pertenecemos a la misma generación. Aquella que a mediados de los difíciles 70s trataba de hacer algo en el ámbito teatral. Lo más impresionante de Maha es que jamás claudicó, siempre fue consecuente con su hacer, ella deja un precedente enorme para las jóvenes generaciones de mujeres creadoras. Creo que el reconocimiento a su labor literaria llegó tarde, la academia fue esquiva con ella, pero tarde o temprano, y desde otros lugares se ha ido posicionando como una de las letras más vanguardistas y rupturistas del país.
Creo que Valdivia fue un lugar poco propicio para sus inquietudes y talentos, germinaron por su gran porfía y entrega total a su quehacer, pero otros lugares más abiertos a la creación y la experimentación le habrían garantizado un mejor estar en la vida. Siento que siempre tuvo que estar probando y dando cuenta de su enorme fuerza creadora, su discurso feminista y de avanzada. Allá por los 90s era un cataclismo para nuestra sociedad tan conservadora. Pero a la vez, doblegó la mano a las miradas inquisidoras, abrió nuevos espacios y demostró que el arte también puede ser un arma de lucha.
Lamento no haber concretado con ella el montaje de “Dias Felices” de Beckett, lo postulamos y no lo obtuvimos. Tras esa mujer dura de “Fuerza Bruta”; Sexilio;” y “La cuerda floja”, estaba la Maha tremendamente frágil, sensible y con una generosidad a toda prueba. Por mi parte recordaré con nostalgia nuestras reuniones en el centro de la ciudad, su mirada pícara y su lengua inquisidora, y también su luminosidad, sin duda Maha era una mujer luminosa.
Por: Jorge Polanco
Instituto de Filosofía
Para Maha
“Polanquito, pájaro mío, aquí la vida funcionando, ya sabes; creando, haciendo cosas para no fenecer”. Es parte de uno de los últimos mensajes de audio que me enviaste, Maha. Crear, hasta el final, a combos y patadas. La integridad de tu poesía y performance están aquí: persistir, sin traicionarse. Crear y crear, aunque la violencia de las palabras es también la violencia de la vida. Esta ciudad no será la misma sin ti. ¡Miedra, miedra, miedra!
Por: Amalia Ortíz de Zárate
Instituto de Lingüística y Literatura
LA MAhA & SUS PELOS
LA MAhA & SUS RISAS
PINTURAS NEGRAS DE GOYA
LA MAhA
Por: Cecilia Rodríguez
Magíster en Literatura Hispanoamericana Contemporánea
Instituto de Lingüística y Literatura
Maha siempre estuvo ahí
Conocí a Maha apenas llegué a Valdivia, me sedujo su irreverencia, su desparpajo y su sonrisa. A partir de entonces Maha siempre estuvo allí. Fue a todos los encuentros que organizamos, aceptó todas y cada una de mis invitaciones. Cuando asumí la dirección del Magíster en literatura la invitaba a clase a hablar de su obra y ella gustosamente iba a conversar y a reunirnos juntos. Así que me acostumbré a que ella siempre llegaría, siempre nos acompañaría, como una presencia cálida, divertida e inteligente. Siempre agradeceré su generosidad, la manera como me recibió y como fue cómplice de muchas cosas. Extrañaré mucho no verla ni sentirla pero creo que Maha siempre estará ahí
Por: Paola Vega
Instituto de Lingüística y Literatura
La Maha. La Gran Maha.
Yo tuve la suerte de conocer a la Maha cuando las dos trabajábamos en el Tragabar, en1998. Yo era tesista.
La Maha me contó historias mientras machacaba limones para una caipirinha, y estas historias alimentaron mi tesis, me sorprendieron y me influyeron.
Para mi ella era un espectáculo. La recuerdo alegre, intensa, riéndose con su boca de labios rojos y pañuelo en la cabeza, improvisando un vestido con un pareo y alfileres, cortando las mangas de las camisetas cuando el calor del bar se hacía insoportable en verano. Compartimos una navidad con Pedro vestido de viejo pascuero… tengo lindos recuerdos de la Maha, una mujer auténtica, sin pelos en la lengua, divertida, artista, poeta generosa de lo que había en su alma. Gracias Maha por tu cariño y por la paciencia que me tenías siendo yo una simple mesera y tú la reina de la barra de ese bar que tanto quisimos.
Que suerte tuve de conocete Maha.
Estarás para siempre en mi corazón.
Por: Francisco Ferrer
Estudiante del Magíster en Literatura Hispanoamericana Contemporánea
Llegando a vivir a Valdivia, hace ya varios años, la primera voz poética que me estremeció fue la de Maha. Observarla, escucharla, sentir la fuerza de su expresión me llevó a querer conocerla. La veía en eventos, en la calle, en el supermercado, en bares. Un día me decidí a leer todos sus libros y le escribí para conseguirlos. Ella amablemente me contestó y envió a Pedro Guillermo a entregármelos. Recuerdo el momento en que nos reunimos con Pedro y le conté que pensaba hacer mi tesis sobre ella. Él respondió con una sonrisa. De ahí en adelante los encuentros con Maha fueron frecuentes. Compartimos palabras, risas, cervezas… Yo le comentaba que estaba leyéndola y escribiendo sobre sus obras, y ella siempre se mostró agradecida por ello. Ahora que nos deja, mi compromiso con su poesía es seguir escudriñándola y dándola a conocer en todo lugar, pues la potencia de fuego es única y la necesitamos tanto.
Sobre “Fuerza Bruta”:
Maha Vial se posiciona contra las normas establecidas, sean del orden del vigilar y castigar o de la visión anquilosada de críticos o académicos. Fiel a sí misma, su llamado es incendiario para movilizar piernas y conciencias en una danza donde no se permitan los ritmos que no se puedan bailar. Si queremos que la poesía sobreviva –y, sobre todo, VIVA– en medio de un sistema que la prefiere muda e inerte, debemos alimentar su fuego con la fuerza de nuestra propia carne. Que la poesía persista así, “como una brasa candente”, no sólo es posible, “es la única manera/ posible”.