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        Cinco esquinas; novela  número dieciocho de Vargas Llosa
            
            María-Elvira Luna-Escudero-Alie, PhD.
Montgomery  College, MD
Elviraluna@msn.com
        
          A Vitaliy Sergeyevich Shvetsov
         
        
          
          
          
        
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          “[…] I offer you explanations of yourself, theories  
            about yourself, authentic and surprising news of  
            yourself. I can give you my loneliness, my darkness,
  
            the hunger of my heart; I am trying to bribe you with  
            uncertainty, with danger, with defeat”.
                 
            (Borges, Poema II de II English Poems) 
          
            Cinco esquinas (2016) es la última novela de Mario Vargas  Llosa (1934) y la número dieciocho de su vasta colección, la misma que le  valiera el Premio Nobel en 2010. Como suele suceder con las obras de Vargas  Llosa, el argumento inquietante y cambiante de la novela, así como la manera  tan dinámica en que está narrada atrapan al lector de comienzo a fin. No es una  novela larga ni mucho menos densa; de hecho solamente cuenta con veintidós  capítulos cortos, cuyos títulos se asemejan a titulares de periódicos, y 314  páginas de lectura ágil, interesante, y amena. El estilo narrativo de la novela  tampoco es complejo en absoluto y aunque coexisten varias historias paralelas  no es difícil seguir la trama de ninguna de ellas ni tampoco el hilo  unificador.
          El título de la novela se  refiere a un espacio emblemático de Barrios Altos, un vecindario muy venido a  menos, en el centro de Lima, al sector donde se interceptan cinco calles y como  luego veremos, también se cruzan y mezclan, al menos, cinco cautivantes  historias. A saber: la historia del periodista implacable de la prensa  amarilla: Rolando Garro, director del pasquín “Destapes”, la del matrimonio de  Chabela y Luciano, la de sus íntimos amigos Marisa y Quique, la historia heroica  de la Retaquita, y la del trágico recitador Juan Peineta y su fiel gatito  Serafín.
          El contexto  histórico-político de Cinco esquinas (2016)  corresponde a los últimos años de la dictadura de Fujimori-Montesinos  (1990-2000); es decir a la última década del siglo XX. Algunas de las acciones  ominosas de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)  son mencionadas en la novela como una cortina de terror que sobrecoge a los  personajes de diferentes entornos socio-económicos. De alguna manera, podemos  decir que si hay algo que congrega a estos personajes tan disparejos social,  racial, y económicamente es precisamente el terror, la inseguridad, y la  violencia generados por Sendero Luminoso y el MRTA, sumados, desde luego, a la  respuesta brutal del Estado.
          La novela Cinco esquinas (2016) está dedicada al  notable escritor peruano Alonso Cueto (1954), quien también ha escrito  relevantes novelas ubicadas en el contexto histórico teñido por la violencia  terrorista. Por ejemplo, Grandes Miradas (2003), La hora azul (2005), La pasajera (2015). En 1998, Cueto ya  había publicado un conjunto de relatos titulado Pálido cielo yel cuento  que da nombre al libro fue dedicado, precisamente, a Mario Vargas Llosa. Se  trata, sin lugar a dudas, de un relato extraordinario que pinta con pinceladas  elegantes de manera muy eficaz y conmovedora los efectos del terrorismo  senderista en la vida familiar de los peruanos. El telón de fondo histórico de  este hermoso relato es el atentado terrorista, perpetrado por Sendero Luminoso  en la Calle Tarata, en el corazón de Miraflores en 1992 y donde murieron  veinticinco personas y hubo doscientos heridos. 
          La novela  empieza con un encuentro social entre amigas íntimas que luego se convierte de  casualidad en erótico. Esto ocurre bajo el marco político del toque de queda  impuesto por el gobierno de Fujimori-Montesinos como medida de protección  ciudadana contra los ataques terroristas. La carátula de la novela muestra en  blanco y negro dos cuerpos femeninos parcialmente desnudos descansando en una  cama conyugal. Una de las mujeres lee el periódico “El diario de Lima” que  tiene como titular: “En todo el país toque de queda” y la foto del periódico en  primer plano corresponde a Barrios Altos, en la zona de Cinco Esquinas.
          Cuando todo parece indicar  que la novela es de corte erótico siguiendo las mejores líneas de Travesuras de la niña mala (2006), Elogio de la madrastra (1988), y Los cuadernos de don Rigoberto (1997),  hay un giro inesperado en la narración y creemos ahora estar frente a una  novela política o de denuncia político-social frente a los chantajes,  calumnias, intrigas, asesinatos, y corrupción generalizada propios de la  dictadura Fujimori-Montesinos; una protesta contra el periodismo  sensacionalista, la prensa amarilla, o parodiando a Vargas Llosa “la cultura  del espectáculo”. Pero después ocurre un hecho de sangre y sospechamos,  entonces, que estamos frente a lo que podría ser una novela policíaca, al mejor  estilo de ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986).
          Cinco esquinas (2016) nos muestra un mundo de apariencias  donde nada es lo que parece y donde no hay personas confiables ni menos todavía  con principios. Hay una excepción, sin embargo; Julieta Leguizamón, apodada la  Retaquita es un personaje femenino inolvidable. De hecho, la Retaquita destaca  como uno de los personajes femeninos más interesantes en toda la obra literaria  de Vargas Llosa. Julieta Leguizamón es un personaje tan fascinante como la  piurana Chunga o la dominicana Urania Cabral, siendo Julieta incluso más valiente  que ambas.
          El presidente Fujimori  (1938), cuya función debería haber sido gobernar honestamente al país,  desarrollar la economía, resurgir la agricultura, impulsar la minería, la industria  y la educación, organizar el caos de la nación sembrado por los ataques  terroristas, preocuparse por la seguridad nacional, ocuparse de la justicia  social, tratar de erradicar las enormes diferencias socio-económicas, etc., sin  embargo, se dedicó -ya convertido en dictador- a coordinar la corrupción  haciendo caso omiso de los Derechos Humanos. Su férrea mano derecha era el  temido Vladimiro Montesinos (1945), quien en la novela aparece como simplemente  “el Doctor”, aludiendo a su profesión de abogado, profesión que dicho sea de  paso, estudió, al menos de acuerdo a la leyenda negra que lo rodea, -pues nada  se sabe a ciencia cierta sobre esos misteriosos estudios cuyo expediente de  notas ha desaparecido-, mientras estaba en la cárcel pagando sus culpas de  espionaje en favor de la CIA. 
          Como es sabido, actualmente  tanto Alberto Fujimori como Vladimiro Montesinos están encarcelados en Lima por  sus deleznables fechorías, sus crímenes de corrupción, abuso de poder, las  masacres de la Universidad La Cantuta en 1992, Barrios Altos en 1991, etc., y  en general por la violación ilimitada de los Derechos Humanos. El máximo líder  senderista: Abimael Guzmán (1934), arequipeño también como Montesinos, se  encuentra asímismo en una cárcel peruana, al igual que uno de los fundadores  del MRTA; Víctor Polay Campos (1951). 
          Mientras Montesinos era el  hombre más poderoso y temido del país, decidía valiéndose del periodismo  chicha, de la prensa amarilla, de los periodistas vendidos y sin escrúpulos,  qué reputación hundir, qué secretos publicar, qué mentiras difundir, a quiénes  destruir y de qué manera. La novela de Vargas Llosa consigna muy bien este  aspecto del uso mediático con fines temerarios de parte de Montesinos,  especialmente el uso de los pasquines de la prensa amarilla.
          Es posible que uno de los  motivos por el que gran parte de los hechos de la novela ocurre en Barrios  Altos sea para subrayar la importancia de este lugar durante la dictadura  Fujimori-Montesinos, no solamente el barrio Cinco Esquinas, sino todo la zona  en su conjunto. Recordemos que uno de los crímenes más grandes achacados al  grupo paramilitar Colina, liderado por Montesinos, había sido precisamente la  masacre de Barrios Altos. Es importante también el simbolismo atribuido a Cinco  Esquinas y a toda la zona de Barrios Altos como un espacio geográfico no  solamente de tragedia histórica sino también de confluencia de muchos destinos;  un lugar que conoció mejores épocas, especialmente la Quinta Heeren que de  construcción elegante e importante ha quedado convertida en basural donde  revolotean gallinazos. 
          La novela Cinco esquinas (2016), nos muestra, como suele suceder en muchas otras  novelas de Vargas Llosa, un cuadro socio-económico del Perú. Los personajes  pertenecen a diferentes clases sociales, sus luchas, frustraciones, ilusiones,  triunfos, fracasos, y sueños son distintos. Es como si el barrio Cinco Esquinas  fuera un fresco histórico detenido en el tiempo, que nos ofreciera una  radiografía del pueblo peruano, es un cruce de caminos donde se juntan “todas  las sangres”, prestándonos el título de la novela de José María Arguedas  (1911-1969) de 1964. La Retaquita recuerda con nostalgia no exenta de  preocupación que:
          
            “[…]Su vida había estado día y noche en la cuerda floja: ¿no vivía en Cinco Esquinas, uno de los barrios más violentos de Lima, con asaltos, peleas y palizas por doquier? Muchas veces ella y su jefe habían bromeado sobre lo que arriesgaban con los destapes escandalosos en los que eran expertos. <<Algún día nos pegarán un tiro, Retaquita, pero consuélate, seremos dos  mártires del periodismo y nos levantarán una estatua.>>” 			(Vargas Llosa, 173) 
          
          Por ese barrio peligroso  caminará la Retaquita con trancos decididos recordando a su padre vendedor ambulante  de emoliente, en ese sitio abandonado a su suerte lumpen será encontrado el  cadáver del periodista Garro, en la puerta del bingo de Willy el Ruletero,  amigo cercano del recitador Juan Peineta, en cada esquina de ese espacio  emblemático se multiplicarán los diarios chicha y pululará la delincuencia.
      
            En la novela hay dos  matrimonios muy amigos de clase alta y uno de ellos será objeto de la extorsión  del periodista Garro por unas fotos tomadas en una orgía en Chaclacayo en la  que participó sin planearlo, pues en realidad fue llevado allá con engaños. Las  íntimas amigas Chabela y Marisa no son solamente las grandes amigas que parecen  ser, sino que se han convertido,-aparentemente y de una manera abiertamente  lúdica-, en amantes lésbicas, o por lo menos en “amigas con beneficios”. Sus  esposos no están enterados de sus aventuras eróticas al principio. Después, Quique,  el extorsionado ingeniero graduado por el MIT y marido minero de Marisa no  solamente lo sabrá, sino que realizará con su esposa y la mejor amiga de ésta,  una de sus fantasías sexuales más recurrentes: “ménage à trois”. En esta cita  de Cinco esquinas ya se vislumbra lo  que ocurrirá:
          
            “--Oye, oye-- dijo Quique, con una manerita insinuante--.  Al despedirse tú y Chabela poco menos que se besaron en  la boca. 
              —¿Te dio celos? –se rio Marisa. Pero al ver que Quique frenaba el auto de golpe, se alarmó--¿Por qué frenas?
              --No me dio celos sino envidia, gringuita—dijo él—He frenado para besarte. Dame tu boquita, corazón.” 			(Vargas Llosa, 195) 
          
          Al final de la novela se  insinúa que Luciano, el prestigioso abogado tan serio y santurrón, como  parecía, será el cuarto elemento del feliz juego erótico diseñado por su esposa  y su íntima amiga. Con la participación de Luciano, este triángulo, acaso  isósceles, promete dar un salto geométrico transformándose, -si buscamos como  los griegos la armonía y la perfección simétricas-, en cuadrado, o quizás será  simplemente un adusto rectángulo.
          Los dos matrimonios amigos  representan a la clase socio-económica más alta, protegida o acaso temida por  la dictadura Fujimori-Montesinos debido a su poderío económico, influencias sociales  y conexiones transnacionales. Los efectos del terrorismo son vividos con temor  por esta clase social pudiente que busca proteger sus intereses y cuantioso  capital. Están atemorizados por los secuestros, las extorsiones, y la violencia  generalizada; pero de una manera más bien egoísta, vinculada con su clase  social exclusivamente. Estas parejas amigas representan a una minoría social privilegiada  y divorciada de las necesidades de su país, ajena a su historia sufrida y  cambiante. En este contexto de preocupación de clase, la rubia Marisa y la  morena Chabela se refugian en su juego erótico surgido de pura casualidad, como  se inventan los juegos, a raíz de las incomodidades que la medida del toque de  queda les ocasiona.
          Luego de leer en la novela  la descripción tan detallada y gráfica de esos encuentros eróticos de las  amigas Marisa y Chabela, cabe preguntarnos y ¿adónde conduce este juego  aventurero?, ¿qué les aporta a ellas en tanto seres humanos? ¿es simple  hedonismo, pura diversión por el prurito de divertirse nada más? ¿cómo es  posible que una experiencia tan fundamental y gratificante como el sexo, máxime  en un contexto donde ya existe el afecto puesto que son grandes amigas, no deje  ninguna huella en sus vidas, ni tampoco, aparentemente, en sus relaciones  conyugales? En ninguna instancia parecen dudar de su sexualidad, por ejemplo. ¿Es  que acaso todo es una farsa; la amistad, el matrimonio que tienen, la atracción  que debió surgir entre ellas, la calidez de sus encuentros eróticos? 
          Al parecer, se trata sin  duda, de un verdadero juego porque estos encuentros lésbicos no cuestionan pues  en absoluto sus sendas relaciones conyugales, ni tampoco la profunda amistad  que existe entre ellas. Es decir, el devaneo sexual que comenzó de manera  casual y lúdica entre Marisa y Chabela no se transforma nunca en amor y ni  siquiera en pasión a pesar de que el juego ya tiene más de tres años. Es un  juego detenido en el tiempo cuya única regla es la de no tener reglas, excepto  la de aparenter que nada sucede. Es simple y llanamente un escape no sólo a la  situación de pánico generalizado creada por las acciones terroristas y la tremenda  respuesta institucional, sino al terrible vacío de sus existencias tan  adineradas como inútiles y frívolas.
          Rolando Garro, el avinagrado  periodista, director y dueño de la revista sensacionalista “Destapes” es un  represante de la clase social baja que a punta de esfuerzo se supera  económicamente, al menos hasta donde la falta de relaciones sociales  influyentes se lo permite. Lamentablemente, este periodista que tenía talento  para escribir y encontrar escándalos, no tiene principios y sólo encuentra  soluciones fáciles en el chantaje y la extorsión. Rolando Garro se vendió al  Doctor que aparece en la novela, que como sabemos corresponde al personaje  histórico Montesinos. Es interesante que el nombre de Vladimiro Montesinos no  surja nunca en la novela; es el innombrable; pero sus huellas nocivas están  diseminadas en todo el territorio peruano. Montesinos operaba desde la sombras:  pero todo el mundo sabía bien que él movía los hilos decisivos de la dictadura  de Fujimori.
          El recitador Juan Peineta es, sin duda, un  personaje conmovedor que ama a su esposa Atanasia a quien lamentablemente  pierde trágicamente. Peineta realmente disfruta de la poesía y le fascina  recitar. Pero, al parecer, en su mundo sórdido, no hay espacio para la poesía;  es decir, la poesía es un lujo cuando hay que sobrevivir de cualquier manera. Es  enternecedora la manera como Peineta trata a su compañero felino, el fiel  Serafín. Inmerso en la soledad, sin Atanasia, sin poesía, sin trabajo,  deambulando por los comedores populares para alimentarse de la caridad  cristiana, solamente Serafín logrará, a través de la ternura, devolverle a Juan  Peineta su condición de ser humano. 
          
            “[…] El animalito se convirtió en su compañero y amigo […] Raro animalito, Serafín. Juan Peineta nunca había sabido  adivinar si el gatito lo quería o si le era indiferente. Tal vez  lo quería a la manera de los gatos, es decir, sin la menor efusión  de sentimientos.” (Vargas Llosa, 65) 
          
          De todos los personajes el más cautivante como se ha mencionado en líneas previas, es la valiente Julieta Leguizamón, alias la Retaquita. Ella no solamente es audaz sino que también tiene principios. Como persona agradecida que es, la Retaquita guarda buenos recuerdos de su padre: 	
          
            “[…]Había sido bueno con su única hija; por lo menos, 	se había preocupado de que terminara el colegio, para 	que en el futuro, le decía, no tuviera una vida tan fregada 	como la que había tenido él por ser un analfabeto. No saber 	leer ni escribir lo enfurecía. El día más feliz de su vida fue 	aquella tarde en que su única hija le mostró el carnet de 	periodista que Rolando Garro le consiguió luego de contratarla 	como reportera de su revista.” (Vargas Llosa, 90).
          
          La Retaquita estaba profundamente enamorada de su jefe, el periodista Rolando Garro: 
          
            “Pobrecito. El mundo se le quedaba vacío sin Rolando Garro. Su jefe. Su maestro. Su inspirador. Su única familia. Te has quedado sola, Retaquita. Su amor secreto también. Pero, eso no lo sabía nadie, sólo ella, y lo guardaba muy en el fondo de su corazón. Nunca le había dejado sospechar siquiera que estaba enamorada de él.” (Vargas Llosa, 173).
          
          La  Retaquita sabía que no tenía posibilidades románticas con él, y muy digna y  estoicamente guardaba su inmenso amor para ella misma. Esto no era óbice, desde  luego, para que ella actuara siempre mostrándole lealtad a Garro, incluso una  vez muerto. De hecho, la Retaquita se jugó la vida por salvar la reputación de  su jefe, incluso cuando él ya no estaba en el mundo para agradecérselo. Ella  merece estar vinculada a esos versos insuperables de Borges copiados en el  epígrafo. “[…]I can give you my loneliness, my darkness,  the hunger of my heart[…]”.
          Si comparamos  el amor genuino y valiente de la Retaquita con el amor que existe en el  matrimonio de Quique y Marisa, o de Luciano y Chabela, ¡cuánto más profundo y  arrebatador resulta ese amor unilateral, auténtico y sin la menor esperanza de  reciprocidad de la Retaquita por Rolando Garro!
          Vargas Llosa ha logrado en  su novela Cinco esquinas (2016)  presentar muy claramente las diferentes clases socio-económicas que existen en  el Perú, señalar la frivolidadad de la clase social más alta, denunciar muy  bien la injusticia social, y los abusos de la prensa amarilla, la corrupción de  la dictadura Fujimori-Montesinos, crear un personaje inolvidable como la  Retaquita, entretener e informar a sus lectores con una historia de suspenso  escrita de manera ágil y dinámica. Como en casi todas la novelas de Vargas  Llosa muchos aspectos de la vida están muy bien representados: la política, las  clases sociales, la prensa amarilla, la violencia, la corrupción del gobierno, la  angustia existencial, las frustraciones de la vida cotidiana, los ataques  terroristas, el amor, el sexo, el erotismo, la muerte, la falta de esperanza, etc.
          Estamos seguros que de la  ingeniosa e incomparable pluma de Vargas Llosa disfrutaremos de más novelas y  obras de teatro que nos llenarán de satisfacción y admiración, y de las cuales  siempre aprenderemos muchísimo sobre nuestra condición humana.
           
          Bibliografía
          Vargas Llosa, Mario. Cinco esquinas. Ed. Alfaguara, Barcelona 2016.