Amigo de Jorge Edwards y José Donoso,
quien lo consideraba un "talento excepcional", el autor
de Frente a un Hombre Armado salió de Chile a principios de
los 70.
El debut de Mauricio Wacquez (1939-2000) en la
literatura no pudo ser más promisorio. A los 24 años
el escritor nacido en Cunaco, Colchagua, y formado en filosofía
en la Universidad de Chile, publicaba su primer libro de relatos,
Cinco y una Ficción, que fue celebrado
por José Donoso: "Todos los cuentos son parte de una misma
coherencia y señalan un talento excepcional".
Pero ese talento pronto dejó el país. Se dirigió
a Francia, luego a Cuba y después a España, donde vivió
sus últimos 30 años. Así, Wacquez -uno de los
escritores más talentosos de la generación del '60-
se volvió un extranjero y su obra, al mismo tiempo que se traducía
al francés, era practicamente inencontrable en Chile.
Desde el año de su muerte, sin embargo, la narrativa culta
e iconoclasta de Wacquez ha comenzado a ser recuperada en Chile, con
la publicación de la proustiana Epifanía de una Sombra
-primer tomo de una trilogía que dejó inconclusa- y
Frente a un Hombre Armado, su obra maestra, ambas editadas
con el sello de Sudamericana.
En el mismo catálogo aparece el libro de cuentos Excesos.
Publicado en 1971, es su segundo volumen de relatos y el tercer título
de su producción tras la novela Toda la Luz del Mediodía
(1965). Paralelamente, la Universidad Diego Portales prepara una edición
con sus artículos y ensayos, prologados por Alfredo Bryce Echenique.
Mundo violento
El conjunto de relatos se divide en tres partes. El primero -Excesos-
reúne ocho cuentos; el segundo -Transparencias- otras
tres narraciones, y el tercero -Secuencias- es una serie de
fragmentos autobiográficos. Todos ellos fueron escritos en
Francia a fines de los '60. Y en todos ellos Wacquez vuelve la mirada
hacia Chile, al campo y su juventud.
El epígrafe del libro es el clásico verso de Blake:
"El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría".
Los personajes de Wacquez toman o son impulsados a tomar esa carretera:
un camino plagado de riesgos, cruzado por la orfandad afectiva y que
a menudo desemboca en una violencia escalofriante. Los celos de un
hijo hacia su padre y una mujer quemada en ácido, la homosexualidad
latente, el deseo prohibido hacia la madre y las relaciones abusivas
de poder en el orden familiar son algunos de los temas del libro.
Pero aun con toda su violencia explícita o implícita,
en estas narraciones Wacquez demuestra su "habilidad para las
medias tintas", como señala Carla Cordua en el prólogo,
y consigue momentos de gran intensidad poética que son uno
de los sellos distintivos de su prosa.