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Lágrimas en el Luna Park
"El púgil" Mike Wilson, Lecturas Ediciones, 125 págs.
Por Cristóbal Gaete
Publicado en Suplemento Ku, 1 de Julio 2018
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El Luna Park es un recinto clásico de Buenos Aires, con cartelera de espectáculos y tradicionales peleas de box. Grandes campeones han salido de allí, también grandes derrotados. Uno de estos perdedores elige Mike Wilson (1974) como protagonista de su novela. Es el más derrotado de todos: un boxeador categoría pesado, Roque "El Brujo" Art, que llora en el centro del ring por no poder aguantar la paliza que le están dando.
Tras la pelea, Art se encierra en un pequeño departamento. Quiere evitar vivir en público el escarnio del periodismo deportivo argentino. La escena del llanto está en todas las portadas. La prensa lo insulta en las radios. Está todo en una triste monotonía hasta que su refrigerador comienza a hablarle. "El Brujo" tiene plena conciencia de lo raro que resulta un refrigerador hablando. Elige para sí el nombre de Hal, por "2001: Odisea en el espacio", película de Stanley Kubrick. Es la primera de una larga lista de citas que cruzan el libro. Los personajes, además, suman frases de lo que han leído visto u oído: comics, libros.
Hombre y refrigerador se convienen en dos compañeros. Ambos están obligados a atravesar la ciudad que Wilson lleva consigo.
HECHO EN AMÉRICA
Antes de convertirse en escritor Mike Wilson vivió en Estados Unidos, donde nació y estudió. Hoy vive en Chile, es profesor en la Facultad de Letras de la Universidad Católica, dicta cátedra de asignaturas teóricas y enseña en programas de escritura.
Su trayectoria de escritor es particular. Antes de "El púgil" hay un libro del que Wilson borró toda huella. Suyo también es "Zombie" (2009) y "Rockabilly" (2011, traducida al inglés y alemán), en tiempos donde tenía agente y publicaba en Alfaguara.
El año 2013 sorprendió a todos con "Leñador", novela de aislamiento y viaje publicada por un catálogo de filosofía. Fue reeditada en Argentina por Fiordo. Lo mismo ocurrió con "Una lista" (2017), su último e inclasificable libro impreso por la misma editorial.
"El púgil" en su primera edición ya no se puede conseguir. Esta edición recién lanzada por Lecturas Ediciones guarda su fuerza inicial y los excesos del box, porque casi no fue alterada, tal como explica el autor: "Más que nada fue un proceso de corrección". ¿Cómo se le ocurrió hacer hablar a un refrigerador?, no lo tiene muy claro, pero recuerda la justificación de su presencia. "Fue hace más de diez años, me acuerdo que no fue algo planificado. Creo que cuando me estaba imaginando el departamento de Art, algo de lo que buscaba percibir eran los sonidos. Tanto los sonidos de la ciudad que entraban por la ventana, como sirenas y autos, así como los sonidos generados dentro del espacio. Sólo escuchaba la radio cuando la tenia encendida y el único ruido constante era el zumbido del refrigerador. No me pude sacar el ruido de la cabeza. Creo que del vaivén de esos ruidos eléctricos se me ocurrió que seria natural que un hombre como Art empezara a escuchar lenguaje", describe Wilson.
Esta novela ambientada en Buenos Aires le hace debutar en la literatura chilena.
"El desplazamiento es parte de mi identidad, es lo que conozco desde chico, no lo pienso tanto ni es un cálculo al escribir. Creo que los espacios y el movímiento son maneras en que visualizo la narrativa y también la abstracción", define el autor.
— Hay una gran cantidad de citas de cultura pop. ¿Vienen de tu infancia?
— Las citas son el resultado de la acumulación de lo que consumía y las referencias a las que estaba expuesto. Y creo también que en "El púgil" es la forma en la que el protagonista logra darle cohesión y coherencia a su mundo. Es un tipo claramente dañado que debe recurrir a las citas que lo hacen sentir seguro para llenar los vacíos. Su entorno lo supera, y las citas son una forma de hilar la realidad.
DESPUÉS DE LEÑADOR
Se asume que hay un corte en la producción literaria de Mike Wilson después de publicar "Leñador" (Fiordo) en 2016. ¿Qué pasó? "No tengo muy claro mi relación con los libros que escribí antes, no suelo pensar mucho en ellos salvo en situaciones como esta, donde hay una reedición. Me gusta que estén ahí, como una presencia quieta, no acostumbro volver a ellos. Con "El púgil" -así como hace poco ocurrió con "Rockabilly" a causa de una traducción- tuve que releer y es una experiencia extraña. Hay algo tautológico en la lectura de un texto escrito por uno, me hace ruido. Fuera de eso, siento que cada libro era necesario para mí en su momento. Representa algo que mi yo de esos momentos buscaba resolver. No jerarquizo los libros, no percibo de esa manera un antes y después de 'Leñador'"—, dice el autor.
— ¿Qué significa el Luna Park?
— Es un espacio de mi infancia y también un espacio televisivo. Cuando niño
lo atestiguaba a través de la pantalla, una arena oscura y salvaje, boxeadores enfrentándose bajo esa bruma del humo de cigarrillo y el público que no se veía pero se escuchaba, la única luz visible caía sobre la lona del ring.
— Lionel Messi puede terminar llorando en cualquier momento en el centro de la cancha en Rusia, como tu boxeador. ¿Por qué el periodismo deportivo argentino es tan cruel?
— Me he hecho esa misma pregunta muchas veces. No lo entiendo, no entiendo la necesidad de obliterar a una persona en un momento bajo. Lo que se opina no es critica reflexiva,
que tiene su lugar, ni siquiera crítica dura que también es necesaria: es un ejercicio destructivo. Creo que sonaría lógico decir que es algún tipo de catarsis, pero pienso que en la cultura contemporánea es algo que se puede observar en casi cualquier ámbito, especialmente en las redes sociales. Se está cultivando una cultura de crueldad gratuita, demagogia y violencia sin objetivo. No es para generar cambio sino para exhibir el discurso violento, exhibir que uno está encima del otro. Supongo que es el resultado de acomplejamiento e inseguridad. El lugar común de querer sonar inteligente de la manera más facilista, la falta de empatía en el nombre de la empatía y un exhibicionismo autocomplaciente.
— ¿Tuviste alguna vez un Falcon?
— No, pero durante mi infancia y adolescencia era un auto ubicuo en Buenos Aires. Era un modelo de auto con antecedentes siniestros y a la vez era el auto de gran parte de la clase media en esa época. Casi todos los taxis y remises eran Falcons. Estéticamente representaba cierta anacronía, como salido del cine noir de los años 40 y 50.
— ¿Volverías al pastiche de citas de "El púgil"?
— No sé, nunca tengo muy claro hacia dónde voy. No tengo un mapa trazado en cuanto a que cosas escribiría en el futuro. No soy de proyecto de escritura ni de establecer una identidad como escritor. Es posible que vuelva a hacerlo si siento que me sirve para encontrarle sentido a algo.
