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Sobre la humana y poética «condición (humana)» en Ave Soul [1] de Jorge Pimentel

Por Mario Wong


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Muerta palabra / acuérdate / que eres / verso dormido.
(« Lavina »)

Dejar una ciudad / el domingo / en los parques / donde
rompiste / tu soledad / de extranjero.
« (J.P., « Entregas breves de amor y… »/ Balada)

 

A Carolina Bustos

« Parado entre dos avenidas encendí un cigarrillo / y mi voz apretaba y un viento helado cruzaba / la noche / Qué me sucede. Qué me pasa. Y de / pronto… »[2] La ciudad de Lima y la experiencia brutal de la « des-subjetivización »[3] del poeta, « moi est un autre » (Rimbaud), se encuentra en los versos de Ave Soul, segundo libro de poesía de Jorge Pimentel, reeditado -después de más de tres décadas, el 2008[4]. Y en su condición humana, Pimentel se ve retratado, recorriendo las calles de la ciudad (« terriblemente solo pateando / piedras… »), « como lo que soy un poeta un ángel que circunda / el mundo con mis anotaciones salvajes bajo / el brazo expandiendo mi sombra… »[5]

Había leido Kenacort y Valium 10 (Lima, 1970), su primer libro, en el Perú y también « Balada para un caballo », poema éste de Ave Soul, pero al volver a leer, después de varios años al poeta (en esta reedición), me he sorprendido por la intesidad y frescura de su poesía[6]. Y mucha agua y sangre (también de poetas) ha corrido bajo el puente…, ¡toda esa historia de la infamia!

« Camino pedregoso no abras cuando toquen voces de / destrucción, no te tuerzas con golpes, ni con gritos / ni con el terror de guerras y matanzas. Sólo así / permaneceremos como ahora camino pedregoso…»[7], escribía Pimentel. Y el canto del poeta, éste, es para siempre, cito in extesius versos que anteceden: « (…) ¿A dónde fue a parar tanta tibieza tanta ternura? ¿En / qué túneles nos estará aguardando la mariposa que / tanto quisimos? ¿Cuál de los túneles será el que nos / conducirá finalmente o fatalmente? ¿Cuál de mis / manos penderá como una estatua hacia el final? ¿Cuál / de mis ojos será el lucero que cace el pájaro en su / recorrido hacia ti? Camino pedregoso que te alzas ante / mi vida cuando los ejércitos se aprestán a prenderte / a iluminarte y ese no es el fuego que tú quisiste sino la / luz de un extraño silbido del viento, quisiste / una tenue brisa en un río de retamas, caminos siempre / de moras, de hojas silvestres, de cantos de mujer, de los / solos que brotan cada tarde prendiéndole fuego al agua »[8].

La intensa frescura poética, y étonnement frente a la vida misma, recorre las páginas de Ave Soul; cito de « Alabarda »: « Cuando en ti / se haga perceptible / el aleteo / de un halcón / en el cielo azul / roza con tus / manos / levemente / el aire / y estarás tocando / la paja tierna / donde el pájaro / de la tarde / se despereza / y un rayo / de luz / lo aturde » [9].

El poeta que camina, por las calles de la ciudad, como « todos los que humanamente caminan », no es el « flaneur » de Baudelaire; se siente « un completo animal, un caballo salvaje / que trota por la ciudad alocadamente sudoroso que va pensando / muy triste en ti muy dulce en ti, mis cascos dan contra / el cemento de las calles. Troto y… » ; lo encuentro más próximo al « hombre de la multitud », de uno de los relatos de Poe, « todo el mundo trata / de cercarme, me lanzan piedras y me lanzan sogas / por el cuello, sogas por las patas, me tienden toda clase / de trampas, en un laberinto endemoniado donde los hombres / arman expediciones para darme caza armados con perros policías / y con linternas y… » Se trata de la « cotidianeidad paranoica » de la vida en las urbes modernas; todo esto, lo sé, es muy pigliano (y muy actual). Pero, la « condición humana » del poeta, su esencia, en su afán de libertad lo lleva a huir de la ciudad: « Atrás / van quedando millares de kilómetros y sigo libre. Libre / en estos bosques dormidos que despierto con el sonido / de mis cascos. Piso la mala hierba y… » Versos más adelante, cito: « Y con la luz solar que todo lo invade / suelo dar golpes hacia la vida. Allí / donde mi presencia es esperada me hago realidad. / Allí donde mi sueño se revela me hago realidad / me hago realidad en esos ojos que están cansados / de ver las mismas cosas. Y es en verano cuando la vida / se enciende y mis cascos recogen la hermosura de la tarde / y asciendo a la cumbre donde diviso extensiones / de mar de cielo de tierra… » Anochece, y el ser amado, « melancolía de la Quimera », se halla siempre muy presente y…; el pensamiento y la palabra se simultanizan, aquí: « Y por un instante pensé muy triste en ti / Cae la noche en estos bosques, pareciera que la tierra / se difunde con la noche se propaga se manifiesta. / Y toda la noche he ido creciendo. Y crecía y crecía / aún más aún más ¿hasta donde crecerás? / ¿No tienes miedo? No, contesté. Soy libre. / El día, el nuevo día como algo fresco se anuncia solo… » Es la humana condición del poeta, que sabe del horror de…, que lo lleva a mantenerse alejado más, sin embargo, persiste: « Yo sabía / lo que sucede a un caballo en la ciudad. Y / por ello me mantengo alejado de ella. Pero a veces / me interno y sucede lo que tiene que suceder. Pero si yo / me rebelo persisto y amo terriblemente mis posibilidades / de realizarme en un medio donde la civilización se mata / y permanecen odios, prefiero ser caballo. Mojaré / la tierra con… »[10] Este poema, « Balada para un caballo », como toda Ave Soul, es como una « moneda antigua » que acaba recien de…, AVE SOUL, Jorge Pimentel!


París-Montmartre, 07/08/2017.

* * *

Notas

[1] Jorge Pimentel, Ave Soul, Lima, doble principe Ed., 2008 (Primera Edición: Madrid, El Rinoceronte, 1973).
[2] « Escenas de un cuadro de N. Poussin. L’inspiration du poète », Ob. Cit., p. 88.
[3] El acto de creación poética, y quizás todo acto de palabra, supone algo como una des-subjetivización; los poetas, en la tradición literaria occidental, siempre han dado el nombre de « Musa » a esta des-subjetivización. Se trata de un « yo-poético » que no es un yo, esto es un yo idéntico a si mismo; un caracter que correspondería a una « persona » (y « persona » desde la Odisea quiere decir « nadie »); en ese sentido el « yo-poético » es un « caracter » que no es el mismo. Él no es el mismo, no tiene identidad; él es todo y nada. El poeta es siempre otro, moi  est un autre (Rimbaud), que él mismo. Keats decía  que « él esta constantemente en el lugar de otro cuerpo y tratando de rellenarlo » (*); (*) « … heis continually in for – and filling some other body…» (Véase Giorgio Agamben, Auschwitz. L’archive et le témoin, Éditions Payot e& Rivages, 2003, p. 122-125).
[4] Incluye « Pimentel en el recuerdo », texto de Roberto Bolaño y, también, dos cartas del escritor chileno al poeta fundador, junto a Juan Ramírez Ruiz y a otros poetas, del movimiento poético de los 70s « Hora Zero ».
[5] « Escenas de un cuadro de… », idem.
[6] Acierta, sin ninguna duda R. B., cuando dice que « los poemas de Ave Soul no han envejecido un ápice. Siguen tan frescos y legibles como cuando Pimentel los escribió. », y es pertinente su pregunta, seguida, « ¿De cuántos poetas latinoamericanos podemos decir lo mismo?(...) ».
[7] « Camino pedregoso » ; véase la parte de « Poemas no recogidos en la primera edición », Ob. Cit., p. 119.
[8] « Camino pedregoso »; Ob. Cit., p. 118-119.
[9] Ob. Cit., p. 57.
[10] Ob. Cit., p. 31-34.


 

 

 

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