Un albañil anónimo conoce a una actriz en decadencia. En su vida disímil los conecta disfrutar de la música brasileña. El hombre tiene una particular sensibilidad al mundo que lo rodea. Es Souza, que le da su nombre a la primera novela de Nina Avellaneda.
Avellaneda nació en Limache en 1989.
Ha publicado los libros de relatos “Heroína” (Hebra, 2010, cuando estudiaba Pedagogía en Castellano en la PUCV) y “La extravía” (Ediciones del Desierto, 2015). El primero tiene las mismas formas breves que en “Souza” (Komorebi), que esta vez constituyen un puzzle novelístico.
Del segundo, Patricia Espinosa escribió en Las Ultimas Noticias su propio juicio: “La autora tiende a marcar la escena donde ocurren los hechos con datos mínimos, ya que otorga mayor importancia a la reflexión de los personajes”.
El mundo interior de un albañil fue inspirado por “algunos amigos, y en mi papá, que trabajó varios años en la construcción haciendo lo que el protagonista hace”, cuenta desde Villa Alemana, donde actualmente reside la autora.
—¿Qué une a Luiza y a Souza? ¿Qué los hace permanecer juntos, frente a sus diferencias?
—Nos relacionamos paradojalmente. Nos necesitamos, pero tenemos miedo a perder de vista lo conocido, por reducido que sea. Y es muy legítimo para quienes nacieron en un país que les puso un pie encima, con muy pocas opciones, querer cuidar lo suyo, llevar una vida tranquila, siempre mejor que la de antes. Yo creo que estos personajes se pudieron encontrar porque comparten la pérdida del miedo, no completamente, pero sí la cuota que paraliza frente a lo extraño.
—¿Cuál es tu relación con la cultura brasileña?
—Aficionada. Nunca he estado en Brasil, pero entiendo el portugués, y escucho música en ese idioma. Una de mis escritoras favoritas es brasileña: Clarice Lispector. Fuera de eso, supongo que Brasil es por ahora un lugar que responde más a un imaginario personal que a un país-continente. Cuando haya estado allí, seguramente el lugar de lo cercano-desconocido, tal cual el portugués-casi español, pero no- lo tomará otro destino, otra cultura. Es una explicación que me doy. Otra podría ser que, de alguna forma, amo la cultura brasileña. La poética musical. Lo cerca que están esas dos esferas del arte.
VIDAS Y FRAGMENTOS
Nina Avellaneda dedicó a Gabriela Mistral su tesis de magíster en Arte, cultura y pensamiento latinoamericano. Otra presencia evidente en el libro es la de Jorge Luis Borges, que aparece en distintos fragmentos de “Souza”. “Lo imagino así: caminando con su bastón y su ceguera a través del relato. Medio supervisando y medio importándole un pepino, como a la narradora”, explica Nina Avellaneda.
Para la escritora no es un homenaje a Borges: “Es más bien un anti-homenaje, porque se asume en el relato que es un escritor grande, pero se le presenta así (como yo creo que es) sobre todo para dejarlo caer. Es decir, a la narradora casi le desagrada, porque Borges la interrumpe. Es un hecho insólito, fantástico, debería prestarle atención. Y no lo hace, no quiere hacerlo porque está ocupada con su manuscrito, con Souza, su propia divagación.
Y porque el más grande de los escritores, sea este quien sea, no deja de ser una persona cualquiera que escribe muy bien, ni más ni menos”.
Más allá de esta aparición de Borges como personaje sin incidencias, está la vida doble que trabajó el y que rodea el mundo interior y exterior de Souza. Es la aparición de otro similar a él, sea real o por efectos del pegamento de su trabajo.
—¿Has encontrado tu doble? Y si es así, ¿dónde?
—No, no aún, y dado el avance científico, no sé si sería muy agradable encontrarme con mi clon. Pensaría eso al verla. En el universo de “Souza” la ciencia no era relevante, pero en el nuestro sí, tropezarme con mi doble sería medio distópico, creo. En un sentido menos concreto, me he encontrado con muchas y muchos dobles. Dura un instante, luego somos, por fortuna, diferentes otra vez.
—¿Cómo trabajas los fragmentos? Te pregunto porque tienen una cuidada escritura cada uno.
—Oyendo, escuchando esas imágenes y sensaciones que se han instalado vagamente y que después de un tiempo han ido tomando espesor. El trabajo es dirigir esa espesura previa, con el pensamiento. Luego en la escritura los trabajo como cualquier texto: corrigiendo. Leyendo en voz alta, cambiado palabras por otras, intentando no ceder a lo fácil, a los desenlaces más dramáticos, a las frases predecibles. Pero estos fragmentos en particular, que me imagino son las postales de Luiza, los escribí más bien rápido, sin detenerme en la coherencia o el sentido. O confiando en los sentidos que aparecen cuando uno ha hecho ese trabajo. Tal vez tiene que ver con la obsesión con la que uno vuelve a ciertas cosas.
En mi caso no es muy consciente, no sé si eso es mejor o peor para la escritura.
—¿Con qué vidas sueñas hoy desde Villa Alemana?
—Con vidas que tengan mucho aire, aire para ser arrastradas al encuentro con muchos otros.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com La vida doble de un albañil
Entrevista a Nina Avellaneda autora de "Souza", Komorebi Ediciones, 66 pags.
Por Cristóbal Gaete
Publicado en El Sur, 12 de diciembre 2021