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“VALPORNO” DE NATALIA BERBELAGUA Y LA OSADÍA A TRASGREDIR
EL CANON LITERARIO CHILENO
Valporno, Natalia Berbelagua, Emergencia Narrativa, 3ª Edición (2014), 103 páginas
Por Juan Pablo Cifuentes Palma
juanpix85@gmail.com
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La irrupción de Natalia Berbelagua en las letras nacionales ha causado un remezón que viene a ratificar el buen momento de apertura, trascendencia y renovación que está viviendo la literatura chilena. A destajo, sin morfina ni paracetamol, Berbelagua nos adentra en la ciudad híbrida de Valporno, una extraña mezcla entre Santiago y Valparaíso, entre Valparaíso y su bohemia porteña, erotizada, violentada y grotesca.
La colección de relatos que se entrecruzan en la obra de Berbelagua son un tour por los recovecos de cualquier ciudad y sus parajes inhóspitos, insospechadamente invisibles a nuestros ojos, de tal forma que el bar en donde una adolescente decide chuparle los dedos de los pies a un vagabundo o donde una jovenzuela se atreve a quitarse sus calzones y dejarlos en la tumba de la Carmencita para que le haga el “milagrito” mientras duerme o deambula por el cementerio, son espacios de encuentro, de reconciliación con lo negatividad con la cual deben convivir.
El factor erótico se expone como un acercamiento a una vida que se va consumiendo lenta y apáticamente sin perturbar a los demás. Relaciones de pareja que deambulan en el ocaso y que vuelven a revivir gracias a una plaga de ratas, a la comida, a los amantes esporádicos con buenas y malas experiencias sexuales.
Pero limitar Valporno al plano erótico es solamente enfocarse en el primer plano de la realidad, ya que detrás de estos relatos se encuentra una ácida crítica a la sociedad reflejada en la creciente búsqueda de la igualdad, liberación y auge de lo femenino en la literatura nacional. De este modo, encontramos como un grupo de mujeres insatisfechas con sus vidas deciden dejar la sumisión para tomar el toro por las astas hasta crear la primera comunidad de azotadoras que intentan extrapolar el poder femenino en una sociedad machista bajo la cual ellas han convivido por largo tiempo.
Cuando uno cocina suele agregarle a las salsas, entradas, ensaladas, pastas y otros platos, ese condimento, ese ingrediente especial, ese toque que convierte en exquisita a esa obra culinaria. En este sentido, ese toque especial viene de la mano de lo grotesco, de ser políticamente incorrecta para narrar situaciones extremas, asquerosas y viscerales que el lector debe obligatoriamente leer, comprender e imaginar por el pacto de verosimilitud.
Valporno es una obra original, no es lo erótico por lo erótico, es una visión radicalizada de una voz que decide contar su verdad desde una vertiente poco explorada en las letras nacionales. Berbelagua no teme enfrentarse al canon literario nacional, a convivir con el qué dirá la Academia, la tradición, el lector parco que se atreve a leer Palomita Blanca de Enrique Lafourcade pero que huiría como si tuviera lepra el libro de Valporno, porque no hay nada más agradable que llegue una nueva voz dispuesta a patear puertas, escupir palabras (si es necesario) y ver en primer plano como señoras le recriminan su escritura, le devuelven su libro mientras otros lo alaban como Nicanor Parra.