Se anunció esta semana que India podría pasar a llamarse oficialmente Bharat, nombre ya consagrado en la Constitución del país junto al que todos conocen. Sería otro paso más en la erradicación de los vestigios del colonialismo, por ser "India" un nombre impuesto por los europeos. En realidad, "India" es tan auténtico como "Bharat", y se han alegado motivos políticos más oportunistas. Sea como sea, la medida se viene a sumar a una tendencia bastante generalizada de cambios en las apelaciones geográficas.
Así, en la propia India, ya hace tiempo que el gobierno insiste en que Bombay se debe llamar "Mumbai" y Calcuta, "Kolkata". En China se anunció en algún momento la existencia de una ciudad llamada Guangzhou de más de veinte millones de habitantes. China tiene muchas ciudades grandes que apenas se conocen afuera, pero aun así pareció sorprendente que tamaña
urbe hubiese pasado inadvertida. En realidad, se trataba de la famosa ciudad de Cantón, rebautizada con una ortografía pinyin en reemplazo de la del servicio postal chino que antes se usaba para fines oficiales.
Si arraigaron rápidamente en los medios extranjeros formas como Guangzhou por Cantón o Beijing por Pekín, que nadie se habría molestado en adoptar espontáneamente, fue porque las autoridades chinas castigaron a los que siguieron fieles a las versiones tradicionales, negándoles el acceso a la información oficial. La Real Academia Española, que no suele temer el cambio, lo ha resistido en este caso con el argumento bastante avasallador de que "Cantón" y "Pekín" son las formas castellanas, y mientras no se empiece a decir también "Moskvá" en vez de "Moscú" o "London" en vez de "Londres", carece de lógica abandonarlas; pero ha resistido en vano.
Vigilar el habla ajena, insistir en que
ciertas palabras son legítimas y otras no, ha sido desde siempre un recurso de los niños o de los adultos que carecen de poder y no pueden influir en la vida real; a los poderosos, como el mundo es suyo, les suele dar un poco lo mismo qué palabras se usan. Pero parece ser tendencia ahora que a ciertos poderosos les cueste asumir que lo son. Es algo que se ha reprochado al gobierno actual en Chile, pero es más preocupante si elefantes como China y la India se creen ratones o, peor, víctimas.
Lo del cambio de nombres empalma también con otra tendencia actual, la de obligar a todo el mundo a replantear convenciones que carecen completamente de interés. El uso de "tú" o "usted", las formas del saludo, el orden de los apellidos: personas exaltadas los han cuestionado todos en nombre de la equidad, la espontaneidad, la corrección o el descartuchamiento. O simplemente porque pueden.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Ratones o víctimas
Por Neil Davidson
Publicado en Las Últimas Noticias, 9 de septiembre de 2023