... Y resultó que la poesía,
tal como se la practicaba, en ciertaforma divergía de lo que podemos
llamar la noción de vida. Partía solamente de ella, pero no volvía.
Todavía no se hablaba del antipoema. Crear vida en palabras:
realmente eso es lo que me pareció que tenía que ser la poesía. Una
vez que se acepta ese punto de partida, caben muchas cosas en la
poeía: no tan sólo las voces impostadas, sino también los otros; no
tan sólo el llanto, sino también la risa; no tan sólo la belleza,
sino también la fealdad.
... Me pareció que la clave de
todo el problema estaba en la palabra "vida"; y la antipoesía no es
otra cosa que vida en palabras. También tengo que advertir algo en
relación con el lenguaje. Me pareció que el lenguaje habitual, el
lenguaje convencional, estaba más cargado de vida que el de los
libros, que el lenguaje literario, y hubo un tiempo en que yo no
aceptaba en los antipoemas sino expresiones coloquiales. El test que
aplicaba a una expresión era si podía usar o no en una conversación
real; después me tranquilicé un poco y acepté también como elementos
vitales las propias creaciones humanas. El lenguaje escrito es una
creación del hombre, es una experiencia humana, y en cierta forma
también es vida; de manera que los propios libros no están
descartados de la antipoesía. Al contrario: alguién ha dicho por ahí
que la antipoesía es una síntesis de lo popular y lo
sofisticado...
... Neruda no es el único
monstruo de la poesía; hay muchos monstruos. Por una parte hay que
eludirlos a todos, y por otra, hay que integrarlos, hay que
incorporarlos. De modo que si ésta es una poesía antiNeruda, también
es una poesía antiVallejo, es una poesía antiMistral, es una poesía
antitodo, pero también es una poesía en la que resuenan todos estos
ecos; de modo que no sé si es realmente justo decir que en la
actualidad la antipoesía se pueda definir exclusivamente en términos
de Neruda.
... (...) He tenido que hacer
extraordinarios esfuerzos para pasar de la anterior retórica, o sea
de las palabras viejas, a lo que podría llamarse un poco
vanidosamente las palbras nuevas. H tenido preocupaciones muy hondas
en relación con el uso de las palabras, pero una vez que se ha
rescatado un lenguaje conversacional, de todos los días, resulta que
esas palabras, es un segundo movimiento, están allí solamente para
expresar realidades que están más allá de ellas mismas; o sea que
son simplemente un medio. De manera que es un problema más complejo;
es un problema doble. Me parece que tiene que producirse el mismo
fenómeno en la narrativa. Tengo entendido que lo primero que tiene
que conquistar un narrador es la respiración de su propio idioma
hablado, y es claro que tiene que hacer un gran esfuerzo para
renunciar, y para extirpar de las palabras las viejas asociaciones.
Pero supongo que una vez que está en posesión de ese instrumento, lo
que le queda por hacer es simplemente trabajar con él, y aplicarlo a
las realidades objetivas y concretas del mundo que lo
rodea.
(Extractos de una entrevista
realizada por Mario Benedetti en la revista "MARCHA" de
Montevideo en 1969)
|