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CATÁLOGO DE AVES
Ornitomancia, de Juan Manuel Silva Barandica, .
Ediciones Bastante, 2017.
Poesía, 41 páginas.
Por Nicolás Meneses
Publicado en https://jampster.cl/ 23 de Abril de 2018
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La lectura del vuelo de las aves es una imagen que no se agota ni se ha agotará en ninguna tradición poética. Cada vez que aparece se le exige que airee, tome una trayectoria que indique nuevas posibilidades, no tan solo del devenir, sino de lo que ya sucedió. Ornitomancia de Juan Manuel Silva Barandica se posiciona en la tarima del observador que con binoculares escruta el horizonte y no encuentra más que un torbellino: un montón de vidas y muertes que se reparten indistintamente en cada lado de la frontera.
La idea de la frontera y de la migración es imagen que persiste en la poesía de Silva, baste mencionar el nombre de dos de sus publicaciones anteriores como Cetrería (2011) y Trasandino (2012). Al comenzar el libro nos encontramos con el ave como antonomasia del ser migrante, el tiempo que también es una frontera que cruzar y el afecto familiar que nos llega en la imagen del niño aleccionado por la abuela, como se lee en el poema Cardenal: “Mi abuela trenzó sus manos a las mías y me dijo:/ mijito, dedique su tiempo a cosas productivas,/ vaya a ver si llueve o cace pájaros de esta copia/ feliz, este Edén: parte de un chiquero, el mundo/ es a veces un dibujo animado”. Los gestos de afecto se repiten, estableciendo una especie de mitología popular donde el motor del mundo son las aves, seres que explican el nacimiento de otro ser como la historia de las cigüeñas o el gorrión de Dios que trae nuevos juegos para el hijo, que son el disfraz del vuelo, el abandono del hogar como en el poema Gorrión: “Esto es parecido: esperaba/ un instante único: una revelación/ pero llegó este gorrión a destruir todas mis pertenencias. Porque nada/ es como dicen: pesa repetir la carga/ de cada ramita o palabras hasta que/ la casa se construya a sí misma”.
Pero en este libro de observación y vuelo, las interpretaciones y simbologías se diluyen. Si bien es posible aventurar juicios y valores, que cada gesto tome y recargue de significado el poema, la impresión general es que lo que nos dice el poema es lo que es: la literalidad de la imagen, el ave como símil de un proceso humano. Allí radica cierto atractivo de este pequeño catálogo de especies: que la exploración y observación del ave esté como gesto de temple, una serenidad que nos permite vislumbrar la vida tal como se nos presenta: caótica, pero con momentos llenos de lucidez, cito del poema Colibrí Austral: “No imites la vida, sé como ella: nube,/ hielo y todo lo que cubra nuestra tierra.// Pero todo es una cosa demasiado grande.// Lo posible se encuentra al lado de lo necesario./ Tú, si pudieses florecer la superficie del aire.”
“Atento al error o al impreciso arte de lo nuevo/ el mundo se crea día a día en una jornada laboral.” Leemos del poema Zopilote Rey y nos acercamos a la respiración de un oficio que no se acaba. El poeta como el observador de aves que está siempre atento a esa nueva claridad que nace día a día y que la máquina estanca en un gris que uniforma. No hay más pretensión que atesorar esos momentos, hacerles espacio mientras se acerca lo inevitable, cito del mismo poema: “pues no espero que se cumplan los plazos/ quiero que el alma y el cuerpo se pudra.”
Ornitomancia es un libro de pocas páginas, ligero como cada especie de ave que utiliza para encabezar los poemas, emprender su vuelo. No es una guía ni un mapa para reconocer la fauna área, más bien una gran red que conecta todos los lugares y los hermana en un gesto de afecto incondicional. Emotividad que cruza los poemas que como una oración se gestan en la necesidad de la palabra como guía, como notamos en uno de los versos del poema Bandurria: “Remójate por dentro mientras el mundo se quema.”