1.1- Un poco de historia y real valor para el cine
Tres tristes tigres es una película chilena dirigida y adaptada por Raúl o Raoul Ruíz, filmada el año 1968 en diferentes puntos de la ciudad de Santiago; está inspirada en una obra de teatro escrita por el dramaturgo Alejandro Sieveking. El film narra la vida errante de tres personajes; en primer lugar, está el protagonista Tito, protagonizado por Nelson Villagra, un provinciano simplón que se pone bajo las órdenes de su jefe; en segundo lugar, está Amanda, hermana de Tito, estriptisera y que en sus ratos libres oficia de prostituta, protagonizada por Shenda Román; y por último está Lucho, protagonizado por Luis Alarcón, un profesor proveniente de Angol que está de paso por la capital y que busca compañía para beber.
El antagonista en esta historia es Rudy, jefe de Tito, un arribista vendedor de autos. La trama se centra en la tediosa relación que tienen Tito y Rudy, una disputa constante entre patrón y empleado. Tito debe llevar unos papeles de negocios a su jefe para cerrar una venta antes de una hora estipulada pero no lo hace, prefiere quedarse bebiendo, recorriendo diversos lugares de la bohemia capitalina junto a Lucho y Amanda. En su deambular, estos tres personajes comparten bastante en común, seres solitarios que buscan una felicidad utópica entre bares, callejuelas y hoteles de mala muerte.
Dedicada al novelista y cronista Joaquín Edwards Bello, al deportivo Colo Colo y al antipoeta Nicanor Parra. La película se filma a finales de la década del 60, por ese entonces Salvador Allende se prefiguraba futuro presidente de Chile y en el ambiente se vislumbraban aires de cambio. La obsesión de Ruiz por filmar la ciudad y sus vericuetos no es adrede, si no mas bien lo hace para descubrir lo que se dice en ella, lo que se comenta en la calle; tópicos políticos, el terremoto del 60, diálogos inconexos que hacen reflejo de un devenir un tanto incierto. Los personajes de Ruiz recorren estos bares donde se bebía vino pipeño y tapado, se cocinaban recetas antiguas, éstas un tanto cansadoras para un estómago delicado; además de estar siempre llenos, los bares eran esa especie de trinchera donde el tiempo jamás pasaba y te sentías bien por eso.
En su interior, la mayoría hombres de traje y corbata celebraban a destajo, con el pelo engominado y aquella peineta guardada en el bolsillo de la camisa; la película es un fiel reflejo de lo que era Santiago, seres fantasmagóricos adscritos al licor, a la música, al fútbol y a sus propias penas que los embriagaban. Son testimonios pasivos de aquella época. Caminatas por calle Huérfanos o Paseo Ahumada, son las rutas que trazan la vida de Tito, nuestro protagonista. Durante esta década también se venía dando un fenómeno inculcado por el libre mercado y el proteccionismo económico; Rudy en este caso era uno de estos tipos que gracias a sus astucias en los negocios del mercado negro logró proliferar, Los Chicago Boys se llamarán más adelante este grupo de especuladores.
Llama la atención la visión de Ruiz, una película pensada en esos años fácilmente podría contrastarse con la actualidad; la obra es realista, los personajes emergen desde una vida simple y cotidiana, el lenguaje mantiene siempre una intención; el conflicto se entiende desde un principio. En Tito se ampara la visión de rebeldía, de alzarse frente a los atropellos de su jefe. Un pensamiento que comparte la juventud chilena de aquel tiempo. Luego del golpe militar del 73, la película se perdió, pero años más tarde apareció una copia en una cineteca de Uruguay, posteriormente se restauró y se exhibió en el Festival de Cine de Viña del Mar el año 1993.
La importancia de este film es un espejo que nos invita a examinarnos como entes de una telenovela errante, en donde cada personaje es un misterio.
1.2- Poética del Cine
Hay obras cinematográficas que suelen anticiparse a su tiempo; en Tres Tristes Tigres todos los eventos suceden en tiempo real y de forma lineal, las actuaciones de los cuatro personajes se interrumpen solamente cuando de una escena se pasa a la siguiente, y las características psicológicas, las condiciones sociales y los conflictos son percibidos a través de los diálogos e interacciones.
Una cámara versátil un tanto nouvelle vague que tiene orejas para quedarse pegada en diálogos fuera de campo, hace que el conflicto central se pierda a veces, a esto Ruíz lo llama desarticular el conflicto central, en donde a través de actos, conversaciones espontáneas en este caso, se crean micro ficciones o micro-universos, un ejemplo es el cruce de palabras que tiene Lucho en el pasillo con un personaje que había apuñalado a alguien del bar. Como se ve en el film, son personajes antihéroes que aparecen de la nada, que tienen poco y nada que decir, muchos de ellos no buscan mayores cosas en la vida, no tienen metas ni objetivos claros y van por ahí a la deriva, este tipo de cine bien podría caber dentro de loque se llama Poéticas blandas.
Un conjunto de planos un tanto sinuosos, travelling o cámara en mano para seguir al personaje, hacen una atmosfera de encierro, de preocupación, de anhelar libertad. Existe una escena en la película que es el más característica de todas, porque es aquí donde se produce el clímax, me refiero a la golpiza que le propina Tito a Rudy en su departamento, el motivo es por el sorpresivo despido, por ofenderlo y faltarle el respeto a su hermana Amanda. La violencia de esta escena que dura alrededor de seis minutos es una delicia de actuación, las patadas certeras en las costillas, los golpes de mano que antes de darlos Tito calcula a la perfección, el rostro ensangrentado de Rudy sentado en la taza del baño; las cosas puestas en la mesa de centro que por ningún motivo debían romperse y después, las miradas y cuchicheos de los vecinos en la escalera.
Otra escena que me llama la atención es el momento en que están los tres personajes ya borrachos en un bar, al parecer son los que quedan; vemos de pronto una especie de juego que Lucho hace con las botellas, (me hizo recordar las botellas que encierran pequeños barcos en El Muelle de las brumas de Marcel Carné) las ordena una por una y las va usando como catalejo o visor para reconocer distintos puntos de la ciudad, El Cerro San Cristóbal, el Río Mapocho, etc.
Finalmente, la historia llega a su final con Tito sentado en un café, después de haber golpeado y dejado casi muerto a la orilla de un camino a su jefe. Tito sale del lugar, la cámara lo sigue, en su rostro vemos desesperanza, la cámara continua tras él mientras se abre entre la gente, comienza así un nuevo periplo en que de todas maneras deberá replantearse su vida.
Tres tristes tigres, una mítica obra que nos hace pensar acerca de los opresores y oprimidos, es lo que convierte a Ruíz en un cineasta de admiración, alguien que desde su lugar de creador nos permite dar pie para reconocernos.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com La débil poética en "Tres Tristes Tigres" de Raúl Ruíz
Por Nino Morales