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EPEW-FÁBULA: UN COMENTARIO
Epew-fábula. Nuevo imaginario visual de la poesía mapuche contemporánea
Piedra de Sol Ediciones, 2008
Por Naín Nómez
Lo que sigue es solo un breve comentario, no pretende ser una crítica ni una presentación. Epew-fábula. Nuevo imaginario visual de la poesía mapuche contemporánea, es todo un hallazgo. Estructurado en torno a cinco textos poéticos ilustrados, presenta una original muestra de lo que puede hacerse en la búsqueda de nuevas simbiosis artísticas, al integrar imaginarios escritos y visuales de manera libre y se puede decir, incluso, arbitraria. El corpus del libro está construido en base a los textos Perrimontun de Maribel Mora Curriao y El ojo de vidrio de Juan Paulo Huirimilla, ambos con ilustraciones de Vania Cabello González; Reducciones de Jaime Huenún Villa ilustrada por Johnny Gómez Guzmán; El país nocturno y enemigo de César Cabello Salazar ilustrado por el mismo y Arco de interrogaciones de Bernardo Colipán Filgueira con ilustraciones de Fernanda Urrutia Barceló. Prácticamente todos estos textos pertenecen o son parte de libros publicados o en vías de publicación. Como se ha señalado en el prólogo, los materiales literarios representan propuestas estéticas originales de poetas que están resignificando “lo mapuche”, incorporando en su escritura los temas y recursos de la tradición poética occidental. Cada texto es un relato poético con múltiples dimensiones, de las cuales los dibujantes, pintores y artistas visuales y gráficos involucrados en el proyecto, desarrollaron sólo una opción temática y/o visual, lo que no reduce la heterogeneidad de los sentidos de los discursos poéticos, pero los acota en el libro. En este sentido, los textos poéticos son mucho más que los significados visuales que los acompañan, pero por otro lado, el imaginario visual abre nuevas dimensiones de sentido en los textos, ampliando sus significaciones posibles.
Por otro lado, la iconografía utilizada es poco usual, por varias razones. La primera de ellas es que casi no aparece la simbología tradicional del “comic”, que en general se compone de elementos tales como el encuadre sucesivo, la viñeta, la acción explícita, la redundancia del mensaje, la dependencia de la imagen cinematográfica, la figuración esquemática de los personajes, los recursos onomatopéyicos, el “balloon”, las leyes de montaje producida por una serie de encuadres inmóviles creado por un continuun virtual y la redundancia del discurso visual, entre otros aspectos. Pero también resulta indudable, que el “comic” tradicional, realizado como un subproducto masivo de entretención lleno de estereotipos y estandarizaciones, ejemplificado fundamentalmente en los super héroes y las temáticas políticas e ideológicas agudizadas en los momentos de crisis históricas; tuvo también su propia contra- subcultura crítica desde sus inicios, con Little Nemo en 1905, pasando por Li’l Abner, Krazy Kat, Charlie Brown y Mafalda, hasta llegar a los desaforados “comics” actuales desarrollados en lugares tan lejanos como Nueva York, Barcelona, Milán y Buenos Aires, incluyendo nuestro modesto Trauko. Desde otra perspectiva habría que considerar también los comics de vanguardia que surgieron desde comienzos del siglo XX en algunos países europeos y en Estados Unidos incorporando las técnicas de los movimientos artísticos como el futurismo, el cubismo y el surrealismo. En este mismo sentido, opera la influencia del cine, especialmente en lo que se refiere a los cambios de cámara (zoom, teleobjetivo, encuadres, uso del primer plano y el plano medio, ángulos, clarosocuros y contraluces).
Pero aquí no estamos ante ninguna de estas posibilidades: no se trata de la historieta tradicional, pero tampoco de una historieta contracultural, sencillamente porque el principio de mimesis que parece estar presente en la primera y el principio de ironía que parece contraatacar en la segunda, no son el énfasis fundamental en este libro. Tal vez uno podría definir su objeto como poemas ilustrados, pero tampoco es eso, aunque sean los significados de los poemas los que resaltan y guían las viñetas o dibujos. Hay elementos significantes que cumplen un rol fundamental en el desarrollo de los discursos poéticos (el lugar que ocupan en la página, el tipo de versificación, la métrica, la letra, el “balloon” o globo que aquí casi no se nota, los títulos, etc.) y también en el desarrollo de los dibujos (las significaciones atribuidas, el uso del dibujo o del collage, los colores, el tamaño y la extensión del cuadro o la viñeta, los encuadres, los montajes, los planos, los movimientos o el extatismo de la imagen, etc.). Finalmente, también es importante, la integración o desintegración que hace el ilustrador del discurso y la técnica de representación figurativa que utiliza.
A continuación hacemos una breve descripción de cada historia poética y su correspondiente ilustración (no tengo otra manera de llamarla).
En la fábula de Maribel Mora, Perrimontun, se poetiza el recuerdo del origen traspasado al presente a través de la memoria. En ella, lo que prima es el relato en primera persona, a veces singularizado en un yo que describe su situación con racontos y desdobles, a veces pluralizado en las voces de un nosotros ancestral o en la narración enmarcada del abuelo, a veces también apostrofándose a sí misma y convertida en un elemento más del mundo natural. Este relato por su fuerte carga simbólica, profundamente ritual y oracular, es difícil de fijar en imágenes; por lo tanto la ilustradora Vania Cabello opta por seleccionar recursos visuales de gran concreción y a través de cuadros ampliados, con el fin de acentuar fundamentalmente las emociones. Por ejemplo: “su recuerdo pehuenche inundó/ mi infancia” (encuadre de dos páginas en que aparece una niña dentro de un bosque) o “”Entonces me levanto y me rehago, la misma cara, el mismo cuerpo, el mismo corazón acongojado” (imagen a dos páginas de una niña sentada con la cara tapada por las manos). En algunas secciones, los dibujos se acercan más a la utilería de la historieta, utilizando especialmente las técnicas del “zoom”, de la metonimia, de la superposición, la yuxtaposición y el montaje, pero en general los dibujos tienden a un cierto extatismo ante la imposibilidad de dar cuenta de la riqueza semántica del texto. Un detalle que no puede dejarse pasar, es sin duda el valor gráfico que tiene el “balloon”, el cual adquiere diferentes medidas, tamaños y tipos de letra, dependiendo del texto, aunque predomina la forma cuadrada y rectangular. Generalmente transita entre el fondo negro con letras blancas y su reverso a veces enmarcado de letras negras en fondo blanco. El continente se alarga o acorta en función de si el texto narratiza o poetiza su contenido. Aunque resulta interesante su intermediación entre texto y dibujo, en este libro en general, no se expanden todas las posibilidades que el “balloon” tiene en la historieta.
El ojo de vidrio de Juan Pablo Huirimilla también ilustrado por Vania Cabello, es una mezcla entre relato literario y poema. Se enmarca en “el corrido del salteador de caminos/ que se llamaba Porfirio/llamado el Ojo de Vidrio”. La mezcla entre la historia del asaltante contada en el corrido y la entrada de un narrador que poetiza el relato y que a veces enmarca otros personajes que giran en torno al Ojo de Vidrio, complejiza el discurso pero también lo desvía. En este caso, las ilustraciones y de manera muy similar a la fábula anterior, optan por una versión acotada del texto, que se apoya fundamentalmente en el folclor popular y la mitología rural. Imágenes en colores más desvaídos que la anterior, figuras ensombrecidas, movimientos típicos de cantina con cantores, borrachos y balaceras, figuras a caballo en la noche, policías disparando y rejas de cárcel, son algunos de los elementos metonímicos que apuntan a dar realidad a la historia de este bandido. Aquí, también la letra y la forma del balloon son similares a la historia anterior, aunque más simplificada (prima el negro sobe el blanco y el blanco sobre el negro, a veces silueteado y a veces expuesto libremente). En cuanto a los encuadres, son mas liberados (se montan unos sobre otros por ejemplo) y participan más de la estructura icónica del comic desde el punto de vista secuencial, hasta el punto de que su semántica se desarrolla con libertad en relación a las lecturas del texto.
Jaime Huenún Villa publica Reducciones, un texto denso, lleno de significaciones, que es apoyado por las ilustraciones de Johnny Gómez cargadas de un cierto barroquismo. En un tono distinto al de Maribel Mora, pero con el mismo sentido de reconstrucción/invención del pasado a través de la memoria, el texto de Huenún retoma la historia del origen ahora centrado en la llegada de los extranjeros al continente, para reencontrarse con la voz colectiva que prevalece en el tiempo y habla desde la fisura de los acontecimientos: “Yo soy el hombre del bosque, el halconero/ nocturno, embozado, cabizbajo/ que olfatea al venado y a la luna/ y se embriaga en los muelles de madera.” Escrito a partir de un diálogo entre los invasores y los originarios del lugar, el texto relata la historia de la expoliación, la cual es narrada desde un punto de hablada cercano al mundo expoliado, para señalar la diferencia entre los extraños y aquellos que tienen el sentido del arraigo y de la pertenencia. El texto se sitúa en un discurso mestizado, que tiene momentos narrativos cercanos a la fábula, pero que en general se versifica fluctuando entre el octosílabo y el dodecasílabo, lo que ratifica su cercanía histórica con el Renacimiento. Los dibujos, muy bien logrados, se alejan del comic para hacer una representación de fuerte retoricidad, detallista y coloreada, más cercana a la pintura que a la iconografía gráfica de la viñeta, semantizada fuertemente por los personajes cuya presencia alude al desamparo, el dolor, la angustia y la nostalgia por el mundo perdido. En la imposibilidad de acoger la multiplicidad de sentidos del relato, la ilustración busca articularse al texto a través de un dibujo que enfatiza la “puesta en escena” del contexto.
De César Cabello Salazar, editor productor del libro, es el poema El país nocturno y enemigo y también su ilustración. El poema se inicia con el verso: “Aquí yacen las sombras de mis hijos” para continuar más tarde con “Ya no tengo ni patria ni fuegos embusteros Ellos se han llevado las tierras que conozco.” Alusión al horror, a la ausencia de pertenencia, a la visión de un sujeto que bucea en una realidad caída. Escrito con versos rítmicos, métricos, occidentalizados, Cabello crea una poesía de búsquedas fragmentadas, que monta y desmonta el discurso como un mosaico que gira en torno a las ciudadelas del pasado, a los campos olvidados, a la decadencia del mundo actual, a los símbolos perdidos y rencontrados, a los sueños que se proyectan en la palabra poética para desaparecer en su propia superposición. Pareciera que la figura ancestral y fantasmal del propio poeta se perdiera en la bruma de las imágenes y el montaje indefinido de los versos. Por aquí también campea el barroquismo que avisoramos a veces en Huenún, mucho más acentuado por las imágenes, cuyo onirismo se centra en la figura de la Alicia de Carroll, una Alicia también fantasmal que sobrevuela entre caballitos voladores y pájaros que se vampirizan en un escenario que recuerda el primer día de la creación. Nada más lejos esta fábula, creo yo, de la historieta tradicional, ya que requiere un lector entrenado en otros menesteres.
El último de los textos, es de Bernardo Colipán y se titula Arco de interrogaciones al igual que su libro de poemas, siendo ilustrado por Fernanda Urrutia. También aquí la iconografía se acerca más al dibujo que al comic, y la narración más lineal que las anteriores se fija en cada página de manera libre, apoyándose en la imagen, que va enlazando una serie de cuadros con motivos campesinos dibujados de manera bastante simple. El texto de Colipán es más descriptivo y exhibe una representación del mundo indígena rural contrastado con la vida en la gran ciudad, a través de un narrador omnisciente que a veces se mimetiza con la primera, la segunda y la tercera persona. Aunque el texto narra la historia de un aprendizaje a través del mito del viaje, el desplazamiento de las voces que pululan al interior del mismo, complejiza las significaciones, que al mismo tiempo que ratifican la nostalgia por el mundo del pasado, se proyectan siempre hacia un reencuentro jubiloso con la tierra y los ancestros.
Termino no solo diciendo palabras de buena crianza, sino señalando en forma fehaciente que este libro experimental, es un intento osado y fructífero de una nueva alianza difícil y compleja, pero que nos lleva a nuevas reflexiones sobre los problemas de los géneros y los subgéneros artísticos. Estos acercamientos entre discursos escritos y visuales de distinta factura temática, son pasos importantes para acercarse desde otros lados al arte y la cultura de origen indígena y al mestizaje cultural contemporáneo. Si el comic se genera a partir del desarrollo del capitalismo y los “mass media”, la verdad es que su existencia data desde las pinturas rupestres y los jeroglíficos egipcios; por lo tanto, estas búsquedas, estos reciclajes, estos nuevos pastiches, representan la pujanza que adquieren hoy los diálogos entre las viejas y las nuevas formas en la cultura global.
Demos la bienvenida a este hermoso libro esperando que sea el inicio de otra gran alianza entre la creatividad literaria y la visual. La tarea no es fácil: o el intento se convierte en un esquema iterativo donde el mensaje del texto es fácilmente descifrable como ocurre en la mayoría de los comics, o el texto se come la imagen que solo sirve para ratificar lo escrito. Queda una tercera opción que es elegir una estructura propia para no caer en la redundancia, y eso nunca será fácil. Esperamos que estas fábulas circulen y sigan hablando con otras imágenes y voces, para que la cadena de la escritura no quede vacía y el fuego de los poemas no se pierda a la intemperie o se seque en la noche.