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Matías Rivas:
Todavía no hemos descubierto del todo a Nicanor Parra
"El último apaga la luz" Obra selecta. Lumen 2017. 470 págs.

Por Daniel Gómez Yianatos
Publicada en El Mercurio de Valparaíso, 16 de julio de 2017

 


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La reciente publicación de "El último apaga la luz" (Editorial Lumen), obra selecta de Nicanor Parra preparada por Matías Rivas, director de publicaciones Universidad Diego Portales, ofrece la oportunidad de tocar o entender algo más de la relatividad que el poeta de 102 años ha aplicado en su análisis de la sociedad.

Han dicho que Parra es un beatnik, un punk, un relativista, pero toda definición se queda estrecha en su caso. Es fácil quedarse corto con Parra. Por lo mismo, aunque lleve 15 años trabajando con él, para Rivas este encargo no fue un desafío fácil. Debía seleccionar sin mutilar y también bautizar el libro con un nombre que le gustara al mejor titulador del país: Nicanor.

¿Cómo llegaste al titulo "El último apaga la luz"?
— Pensé que podía ser un título que a Parra le gustaría. Le di muchas vueltas. Le ofrecí dos títulos a la Colombina, que fue mi interlocutora: "El último apaga la luz" o "Poesía selecta". Y ellos eligieron. Estoy trabajando para que la gente conozca a Parra, no para lucirme yo bajo ninguna circunstancia.

¿Por qué hay que leer a Parra?
— Para que no te hagan huevón en la vida. Parra te enseña, al leerlo a él, a manejarte con la inocencia de una manera más inteligente, saber el país en que te mueves, conocer a la picaresca. Tiene elementos de la chilenidad que hoy muchos han olvidado, por falsa inocencia en algunos casos y en otros por ignorancia. Pero yo recomiendo a la gente que no quiere ser vulnerada por tontos vivos que lean a Nicanor Parra.

¿Se han olvidado de él porque hay muchos que se preocupan por la estética?
— Parra es el que más se preocupa por la estética. Se han olvidado, porque tienen problemas con reconocer a los ídolos. En este país hay una pulsión por matar a los ídolos. La sufre una buena parte de gente enferma. Yo no me hago cargo de eso. Pero, a nivel popular, eso no existe: la gente quiere conocer más y más de Parra. Es un ídolo popular.

¿El aforismo de Kafka ("una jaula salió en busca de un pájaro") te penó en este trabajo de hacer una selección de la obra de Parra?
— Traté de no auto-ponerme problemas. Ya era suficiente desafío leer a Parra y hacer una propuesta que incluyera libros completos suyos y dar cuenta de todas las directrices de su obra en un solo volumen. Traté de que no me penara nada más que eso.

¿Cuánto tiempo demoró este trabajo?
— Como cuatro meses. Llevo trabajando con la obra de Parra como editor unos 15 años, por eso lo pude hacer en este tiempo. Fue importante para mí tomar algunas decisiones que marcan este libro, como que vaya el Cristo del Elqui completo, porque parte de la obra de Parra no puede ser fragmentada, pues tiene una proyección dramática.

Seleccionar sin mutilar.
— Sí. Por eso me di cuenta que lo que había publicado en la revista "Manuscritos" era experimental y lo puse aparte y no en "Calcetines huachos", donde están los poemas que habían salido en revistas. Noté que eso si era una obra y se llama "News from Nowhere". Está separado, porque, siendo breve, construye un avance dentro de las distintas voces y máscaras que ha usado Parra para expresarse.

Los hallazgos que hay en "Calcetines huachos", ¿hacen que esta selección escape de lo canónico? ¿Crees que equivalen a "Los Trapitos al Sol" de "Obras completas"?
— Sí, pero también son los poemas que Parra ha publicado en revistas y por supuesto no se podían poner todos y seleccioné los que me parecían, como "La Sagrada Familia" o "La Sonrisa del Papa nos preocupa", que ya son clásicos, y otros mas que me parecen fundamentales y que no están en ningún libro. Lo incluimos en esa sección. No son hallazgos, son cosas que fueron publicadas.

También hay un trabajo de recopilación, porque son cosas que estaban muy dispersas.
— Pero ya lo tenía recopilado hace tiempo. Ya había hablado con Parra la posibilidad de publicar "Calcetines huachos" como un libro. A la hora de hacer este libro. seleccioné algunos.

¿Qué piensa Parra de seguir publicando?
— No sé qué piensa Parra, pero este libro tiene la particularidad de mostrar todas las facetas y el esplendor de su poesía, de su obra literaria, y que eso no sólo circule en Chile, sino que también en otros países, y que las personas que lo lean, sean de donde sean, puedan conocer todo el arte de Parra. Es una persona que toca todas las teclas del piano y además se sienta arriba de él. Hay otros poetas que tocan un par de teclas no más. Es un tipo técnicamente superdotado y su genialidad también se nota por su multiplicidad, porque ha sido el Cristo de Elqui, porque ha sido el personaje kafkiano de los anti-poemas, ha sido también el Energúmeno, es decir, ha tenido muchas metamorfosis, ha adoptado distintas voces y las ha encarnado muy bien, de hombres y de mujeres. Y tiene poemas absolutamente clásicos, como El Hombre Imaginario.

¿Hay algo visionario en tomar estos personajes? ¿Tiene un mérito especial dentro de la poesía en español?
— En la poesía en español, César Vallejo fue el primero en aterrizar al hablante. Quien hablaba en los poemas de Vallejo no era un Dios. Parra lleva eso a un momento sumo. Constituye personajes que uno es capaz de reconocerlos. A veces, gente de la calle; otras, pueden ser predicadores, locos, un tipo que está dando consejos amorosos. Cuando uno lee a Parra, se encuentra con voces de personas que uno reconoce como reales y eso es muy poderoso, porque transmite directamente la emoción poética. No es que haya un mediador que es el poeta, sino que Parra te pone en crudo el lenguaje, que es la operación más difícil, porque no es descasetear algo, sino que cómo hacer que tú sientas que te están hablando directamente. Es una operación literaria muy difícil. La gente escucha ciertas cosas, unas se las graba, otras no. Y Parra es muy delicado en ese aspecto.

Quizás por esa multiplicidad Parra se resistía a empaquetar su obra, ¿o no?
— Por eso me preocupé de no empaquetar y puse obra selecta, o sea, una selección de su obra y por ende iban a quedar cosas afuera. A Parra no le gusta que lo traten de etiquetar bajo una sola consigna. Parra dice que la baraja tiene muchas cartas, entonces en este libro traté de mostrar la diversidad y grandiosidad de su obra. La obra selecta es un término medio, inglés, que significa que alguien toma una determinación respecto de la obra con el mayor cuidado y el libro debe reflejar totalmente la obra.

El libro parte con "Poemas & Antipoemas". ¿Qué valor le otorgas a la prehistoria de la antipoesía? ¿Quedó afuera por una razón especial?
— Porque esto es sólo la historia. Para eso están las obras completas con la prehistoria y la posthistoria. El concepto de obra selecta es el que hay que tratar de entender. Personalmente creo que la poesía anterior a "Poemas & Antipoemas" tiene mucho valor, pero no tanto. En "Poemas & Antipoemas" hay un momento clave, fundamental, un quiebre en la poesía chilena.

En YouTube hay una entrevista de 1987 en Televisión Española donde Parra, de manera muy visionaria, antepone el problema ecológico a cualquier discusión humana y descoloca totalmente a la periodista. ¿Cuánto sabemos de esta faceta de Parra?
— Aquí todavía no hemos descubierto del todo a Parra. Nos mostró la ecología profunda en los 80, su posición escéptica de la política y una serie de cosas de esa índole. Hay que empezar a leerlo. Los temas de la religión, de los predicadores, de la viudas codiciosas, todo está en Parra. Nuestra vida contemporánea está reflejada ahí y no han pasado los años por ella. Agarras "Poemas & Antipoemas" y encuentras "La Víbora" y esa tensión no ha cambiada. Rimbaud dijo que los poetas tienen que ser absolutamente modernos, es decir, conservar algo clásico y poner lo fugaz del instante. Parra tiene ambas cosas. Para ser moderno se tiene que tener conciencia de la historia y a la vez estar tomando las cosas que ocurren en el momento.

La relatividad con que Parra analiza la sociedad, sin caer en juicios tremendistas, ¿nos muestra un camino de mayor tolerancia en tiempos de fanatismo, como ocurrió esta semana con el bus de la libertad?
— No sé si más tolerante. Hay un artefacto que dice "yo no vine a construir, vine a destruir". Es muy punk. Los mamones del momento están comulgando con ruedas de carreta y Parra es un antídoto contra eso.

¿Hay mucho "tonto solemne" entre los impugnadores del modelo?
— Es que no se trata sólo de los impugnadores del modelo. Está bien que la gente tenga una opinión de si misma que no concuerde con la que los demás tienen de ella. El problema es que hay un narcisismo desaforado con falta de humor. No sólo en la política. En todas partes. Hay una incapacidad de asumir las angustias de la vida y para eso se necesita un sentido ético y también un sentido del humor. Pero si eres un tonto serio, las angustias de la vida se te pueden transformar en un camino hacia el suicidio.

Parra toma la risa como un acto de rebeldía...
— Absolutamente, pero hay gente que también está desesperada. Pero la falta de eficacia en cómo entregar los mensajes desesperados es uno de los problemas de ahora. Pareciera que cada uno está protestando por cosas para su lado. Veo falta de escepticismo, de distancia, de poner voz de otro. Hay mucho ego. Parra rompe con eso a través de sus personajes. Neruda habla con un solo personaje. Parra habla por huasos y también gente de clase media, que debería verse reflejada ahí con su esplendor y vileza.


 

 

 

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Todavía no hemos descubierto del todo a Nicanor Parra
"El último apaga la luz" Obra selecta. Lumen 2017. 470 págs.
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Publicada en El Mercurio de Valparaíso, 16 de julio de 2017