Una de las imágenes más recurrentes para pensar la escritura es el tejido. Dos actividades que involucran el sentido del tacto y la vista: qué visiones pueden sugerir al ojo a través del movimiento de los dedos (apoyados, también, por otros instrumentos). La concentración minuciosa en el detalle de la palabra o la hebra que arman una figura palpable, compartiendo de alguna u otra forma la esencia de lo que se desea imitar/representar en el textil (escrito/tejido).
Estas oraciones pueden resultar un poco reductibles en comparación a lo que se presenta en Cardador, presentada como una “composición” de la cual nacen y se alejan distintos elementos de la naturaleza. Dos hileras en vertical introducen los materiales que trenzan cada letra: “los hilos negros/ los hilos rojos”(9). El movimiento mecánico del tejido dilucida sus quiebres, “el vacío está una dimensión más atrás de los objetos” (12). La forma de cada poema, en honor al eje temático, varía; cortes, espacios, secciones en prosa, hacen pensar en el texto más como la unidad de un telar que es terminado a voluntad por la autora que en un ejercicio que involucre superficialmente la metáfora de la escritura y el tejido. Incluso se toma conciencia de una distancia entre el oficio y lo escrito/tejido: “cuando escribo aquí, pienso en el escenario, en el hemisferio donde ocurrió todo esto (…) así que la hablante (…) retraída observa todo, a salvo del agua, a salvo del oxígeno, sin combustión ni letra” (17). Esta mirada se interna en lo natural a través de camélidos (llamas/alpacas, pensando en la directa relación con los pueblos originarios del norte), flores, hileras de agua y fuego que contorsionan y deforman la luz, una joven y una llama que se encuentran en sueños (tangente que se cruza, intencionalmente o no, con el Poema de Chile de Mistral). Distintas imágenes que no sólo permiten reflexionar sobre lo que representa la escritura en términos concretos, indagando en una concepción aparentemente explorada sin mayor novedad, sino en torno a valorar el trabajo textil y los imaginarios de lo natural a través de otra mirada. Una donde la imposibilidad geométrica de tejer en torno al vacío se cruza con llamas pastoreando en el desierto; lo abstracto y lo concreto conjugado en esencia.
La importancia del tejido también se plantea en términos de una tradición que se transmite entre generaciones: “las mujeres en el cardado se sientan o están de pie//es una herencia, un animal cundido en el vacío” (26). Una labor manual que va limpiando las hebras que se utilizarán para el tejido, como un lenguaje depurado (no necesariamente purificado) para la escritura del poema, pensando también en los witrales mapuche o los khipu de la cultura quechua. La reivindicación del trabajo textil se da mediante un ejercicio consciente del texto en su forma y fondo, así como de quien realiza el trabajo manual en este caso. La asociación entre lo textil y lo femenino puede leerse como desafortunada o estereotípica en ese sentido, pero en el libro no aparece como un aspecto forzado o explícito; permite afianzar la sensorialidad de las imágenes y el ritmo de cada frase intercalada en el texto. Encontrarse con facetas desconocidas de nuestro lenguaje común a través de otros conocimientos, indagar en lo que se oculta tras lo que contaban los antepasados y en las vueltas del telar.
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"Cardador"de Natalia Rojas (1983)
Editorial Aparte, 2019, 32 páginas
Por Tomás Morales
Publicado en LOQUELEÍMOS, 7 de febrero de 2020