NOTICIAS DESDE PUERTO PEREGRINO
Germán Carrasco
(Punto Final Año 45 Nro. 737- Edición del 8 al 21 de julio de 2011)
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El narrador Óscar Barrientos Bradasic (Punta Arenas, 1974) se refiere a la experiencia de publicar en Venezuela, a la situación política de Magallanes y despeja algunas dudas sobre su obra. Ha publicado “La ira y la abundancia” (Mosquito, Editores 1997), “El diccionario de las veletas y otros relatos portuarios” (Cuarto Propio, 2003), “Cuentos para murciélagos tristes” (Cuarto propio, 2004) y “Remoto navío con forma de ciudad” (Cuarto Propio, 2007). En 2008 publicó la novela “El viento es un país que se fue” (Das Kapital ediciones). El año pasado la editorial El perro y la rana de Venezuela publicó una compilación de sus cuentos titulada “Antología naviera. Cuentos de Puerto Peregrino”.
- Te publicaron un libro en Venezuela, ¿me podrías hablar de las características de esa edición y cómo fue tu experiencia como visita?
- A finales del año 2007 fui invitado por el CENAL a la Feria Internacional del Libro de Caracas para participar en una mesa de literatura fantástica y también para leer una conferencia que después salió parcialmente publicada en la revista Alma Mater de la Universidad de la Habana, que se llama “Los Estados Unidos que perdimos”, un trabajo donde se aludía a London, Hawthorne, Thoreau, Poe y Melville. Mi amigo y hermano Ramón Medero fue fundamental en la travesía. Puedo decirte que me impresionó el nivel y el enorme esfuerzo cultural que realiza el proceso bolivariano por democratizar la cultura. Creo que en Venezuela se consolidan muchos de los aspectos del ideario allendista, pese a que se trata de un gobierno sumamente calumniado por las grandes cadenas informativas. Te logras percatar de un país que ha centrado sus recursos en el fomento lector y en el desarrollo de iniciativas culturales muy amplias. Te aseguro que no vi esquematismos ni nada de lo que se nos difunde por la prensa como verdades incuestionables. En ese marco, la editorial El perro y la rana editó una compilación de mis cuentos de Puerto Peregrino titulado Antología naviera. Para mí un orgullo porque recuerda a la iniciativa de la editorial Quimantú durante la UP, que pretendía extender la lectura a todos los sectores sociales.
Me impresionó mucho lo que hicieron en Venezuela con la Operación Cossette, destinada a repartir ediciones populares de “Los Miserables” y crear talleres poblacionales para abordar la comprensión de esta emblemática novela de Víctor Hugo. Naturalmente no quiero plantearte que se trate de una sociedad sin problemas ni claroscuros, pero siempre muy lejos de la demonización mediática a la que nos han acostumbrado. Creo que los venezolanos han determinado que la batalla por la cultura es fundamental y sustantiva.
Literatura fantástica.
- La literatura fantástica a veces puede transmitir un mensaje político con más eficacia que el realismo, ¿es ese tu caso no?
- Tampoco es una propuesta tan nueva, la tradición de Swift, Dunsany, Collodi, Caroll, Calvino, Bioy, Asimov y Tim Burton es un caudal generoso por donde gravita la propuesta que planteas. La idea de una narrativa que viene a decir la “verdad”, como si se tratara de historia o sociología me parece algo trasnochada.
Un sector importante de la narrativa nacional se maneja en un concepto demasiado fijo de ficción. Hoy por hoy, no concibo escribir sin delirio.
En mi caso, me parece más interesante abordar el discurso político desde una fantasía que alegorice y descubra, que aferrarse con uñas y dientes a la tradición realista, con menos posibilidades de transfiguración. Hay un cuento mío titulado “La cofradía de la tierra plana”, que es una crítica frontal a las verdades sospechosas de la economía neoliberal, fundado en la idea de un grupo que sostiene que la tierra no es redonda. También escribí un relato titulado “La muerte tiene alas de gavilán” donde me interesa situar un fantasma en una cité marginal y no en castillos aristócratas.
- Damián Tabarovsky afirma que la literatura de izquierda es la que le da la espalda al lector (eso le suena raro a mucha gente), escribir para el lector sería mercado y entertainment. Tu eres lector de César Aira, que es el padre de esa escuela. Cómo te ubicas en esa disyuntiva: ¿piensas en un lector? Desde aquí también hay que plantear el problema de literatura y gran público, masas.
- Ahí nos encontramos inevitablemente ante una especie de aporía, de callejón sin salida. La economía de mercado reproduce bastante seguido sus desigualdades en el plano de la producción y distribución cultural. Durante la dictadura, el mundo de la intelectualidad era perseguido y hostigado, hoy simplemente se le ningunea, se le quita la existencia, la censura viene por el lado económico. Ahora a mí me interesa mucho llegar al lector ocasional, y siempre será un hermoso hallazgo encontrar un libro como un preciado obsequio de los dioses, esta idea algo romántica de la búsqueda del manuscrito encontrado me parece fascinante, frotar la lámpara y que aparezca el efrit. En ese sentido el experimento de Aira es magistral.
Ahora lo de Tabarovsky es tremendamente asertivo, en el sentido del lector como una especie de detective, pero también habría que cuestionarse ¿quién es el lector? Esa suerte de comunicación diferida entre gente que no se conoce es sumamente compleja. Se escribe en lo proyectivo también, digamos disparando al futuro como rezaría el credo maiakovskiano.
Tengo la impresión que uno de los problemas cardinales de la izquierda es el desafío de no traicionarse, no dejar que la brutalidad de los contextos nos obligue a escribir contra nosotros mismos. Creo que quienes nos sentimos de izquierda no tenemos que sentirnos enemigos de la belleza, hay una sentencia de Lenin que me encanta: “La ética es la estética del futuro".
Lo que nos falta, eso sí, es una mayor voluntad organizativa para intercambiar y promover la literatura que se está produciendo, para comunicar desde todos los frentes posibles como una actitud de resistencia.
Punta Arenas y sus personajes
- Toda la literatura de USA está basada o escrita desde la provincia. Olson veía en la pequeña Gloucester, que es mucho más chica que Punta Arenas, a los romanos, mayas, etruscos, veía las olas como caballos épicos, a la grecia antigua. Así siendo de Glocester, la trasciende. Puerto Peregrino es Punta Arenas ¿no? ¿Cómo sorteas el peso de la provincia? recuerda que en la cálida Venezuela leyeron tus historias de nieve y mares fríos.
- Claro, la reflexión que hace Lawrence acerca de los etruscos también es leída desde lo regional en sus libros “Crepúsculo en Italia” y “Haciendo el amor con música”. El hijo de mineros encuentra la identidad en un germen que combina todas las civilizaciones. Puerto Peregrino, es en lo fundamental Punta Arenas, una ciudad que alterna tanto el pasado majestuoso y nostálgico como la aparición del subway,, con sus bares y chincheles portuarios plagados de personajes extravagantes, de merodeadores de la noche, de mujeres misteriosas y apasionadas. El poeta Aníbal Saratoga deambula por esos rincones dispuesto a enrolarse en empresas que desde ya están perdidas. Cuando Clemente Riedemann presentó mi libro” El diccionario de las veletas”, insistió en la creación de una mitología personal. Y claro, eso me interesa.
Ahora cuando he viajado por Latinoamérica o Europa me he llevado fragmentos de las ciudades que me han inquietado y las he puesto en el collage de Puerto Peregrino. También es, desde esa mirada, una ciudad que me habita y que representa la urbanidad saqueada por una modernidad sospechosa y majadera, que ha terminado ultrajando los mitos y arrojándolos al baúl de la falsedad.
En la idea de la “provincia” como valor agregado al oficio escritural hay muchas aristas, todas muy interesantes. Pero no creo en el provincianismo como ideología y menos como declaración de principios, es tan frívolo como el nacionalismo a ultranza y siempre termina en los brazos de caudillos derechistas.
Los magallánicos somos chilenos que sufrimos los problemas propios de una regionalización pésima. Nuestros problemas también están cerca de los hermanos mapuches, los rapa- nui o cualquier otro sitio del país ferozmente castigado por el centralismo. Este último es un fenómeno insano incluso para los habitantes de Santiago. En ese sentido es bellísimo saber que mis historias, cargadas por la sal de mares fríos y naufragios, lleguen a lectores de latitudes remotas.
- ¿Cómo viviste la protesta magallánica por los recortes de la actual administración?
- El gas es fundamental en la vida del magallánico. Es una zona inmensamente castigada por las inclemencias climáticas y vivir en la australidad significa un acto de heroísmo diario. Aunque al parecer al gobierno parece no interesarle y siendo una región productora, se le vende el gas a una trasnacional y nos castigan con un alza brutal, especialmente a las familias más desprotegidas. Incluso fuimos amenazados con la ley antiterrorista, vergüenza nacional, fatídica reliquia de la constitución pinochetista. Creo que algún día le contaré a mis nietos que por varios días mi región estuvo en manos de un cabildo popular y en absoluta ausencia de las autoridades regionales y nacionales, que magallánicos de todos los sectores sociales cortaron las vías aéreas y terrestres, para reivindicar nuestras demandas. El gobierno de Piñera me parece nefasto, de los más despiadados que ha conocido la república, su coalición está llena de conservadores y fanáticos religiosos, quieren poner semáforos en los colegios, convertir el país en un gran mall, comérselo todo, es obsceno. No es menos cierto que los gobiernos precedentes le asfaltaron la carretera a esta derecha brutal. Con las movilizaciones ocurridas en Magallanes durante el mes de enero, mucha gente evocó el llamado “puntarenazo” de la década de los ochenta, cuando los magallánicos fueron fundacionales en increpar en su cara al tirano desde la Plaza de Armas.
- A Zambra le está yendo muy bien (pero se pone muy nervioso y a mi ya no me contesta los mails); Pablo Toro escribió unos relatos pop muy buenos; Claudia Apablaza, Alejandra Costamagna también. ¿ Cómo ves el panorama narrativo actual?
- Me cuesta hablar en términos generacionales, de manera especial en un espacio literario donde la incomunicación es por momentos gratuita, pero en la disyuntiva de responder, te diría que existe un río secreto que fluye entre los narradores actuales, más o menos noventeros. No sé si dar nombres porque no los conozco a todos, pero no me gusta ser esquivo. Zambra tiene un espacio indiscutible, así también como Claudia Apablaza, Alvaro Bisama y Carlos Labbé. Creo que la mayoría de nosotros somos parte del quiebre creado por Bolaño y su enorme lección de persistencia y talento.
Me interesan también autores un poco mayores que yo como Marcelo Mellado o Díaz Eterovic y otros mucho más jóvenes como es el caso de Cristóbal Gaete. En todo caso- volviendo a la pregunta- percibo en mi generación un sentido de búsqueda y experimentación, una sana ausencia de mandarines, un circuito editorial más diverso, bastante lejano a mucho desesperado que escribía en otrora sobre lo duro que es viajar a Nueva York todos los años o acerca de fiestas de “adultos jóvenes” con sushi y bayly, amparados en el matonaje de la trasnacional y pasados a un triunfalismo súper injustificado.
- ¿Y el ejercicio de la poesía?
- Siempre presente en mi vida, sobre todo como lector. Ojo, que soy de los que cree en la imposibilidad de algún día llegar a ser un narrador sino se aprende a escribir desde las señales de ruta de la mejor poesía. Por ejemplo la obra de Droguett o Alcalde tienen muchas veces como soporte el influjo rokhiano. Se trata en definitiva de creer en los géneros como ventanas y no como doncellas de hierro. Para mí, el poema revela una arquitectura conceptual muy cercana al cuento, en su economía de recursos y en el abordaje de un ritmo que traduzca la instantaneidad y por cierto, el flujo vital. Me imagino que la realidad es una señora de cambios lentos y tendremos que tener paciencia. La mejor poesía vendrá de la mano de la lucidez.