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El viento es un país que se fue. Óscar Barrientos. Das Kapital Ediciones, 2009, 117 páginas.
Un viaje de locos
Por Patricia Espinosa
Las Ultimas Noticias, 21 de agosto de 2009
La narrativa cargada de mitos y búsquedas trascendentales parece estar en retirada. Sin embargo, es en el terreno de la ficción orientada a lo fantástico donde siempre es posible actualizarla. El viento es un país que se fue , de 
Óscar Barrientos, es una novela que va más allá de un contexto epocal o histórico, porque propone como temas de reflexión el viaje, la aventura y lo sagrado, además del lugar mítico y la conjunción de la figura del poeta con la del navegante.
Puerto Peregrino es el nombre de la ciudad mítica en la que habita Aníbal Saratoga, poeta noctámbulo, bebedor imparable y amante de la épica. Indagando sobre el origen del lugar, se entera de un libro titulado Azimut , un canto épico protagonizado por el heroico León de Abril y sus tropas de guerreros juglares, servidores de deidades marítimas que se enfrentaban a soldados trágicos que creían en la naturaleza vengadora del viento. Saratoga se obsesiona con el libro hasta dar con su paradero. En un decadente cabaret conoce a la bailarina Anastasia, que lo enamora perdidamente y le obsequia el ansiado volumen. En paralelo, el poeta conoce a Gran Formentor, quien se presenta como navegante y “cónsul honorario de la república ballenera de Kerguelen”. Finalmente, poeta y marinero emprenden viaje a Kerguelen, un extraño archipiélago situado en el océano Índico.
A través de estos dos personajes, la narración toca el cruce entre fracaso y heroicidad. El filoso borde que separa ambas categorías se rompe una y otra vez, al igual que los límites entre razón y locura. Los personajes arman un viaje de locos con el único objetivo de dar con un origen que se encuentra más allá de lo histórico. Y no podría ser de otra forma, porque el viaje permitirá sortear el sinsentido de sus vidas y la derrota cotidiana. Puerto Peregrino simboliza la tristeza y, a la vez, el fin de las quimeras; ante ello, este poeta dionisiaco reaccionará con rebeldía y entusiasmo.
La escritura de Barrientos está cargada de símbolos encaminados a recobrar un momento primigenio mediante un ritual de pasaje. El mito ha sobrevivido a través de relatos, de boca en boca, y se ha recuperado por medio de un libro; por tanto, se podría plantear la posibilidad de que la narrativa sea el único lugar posible para la mantención de la utopía. El viento es un país que se fue, en el escenario libresco chileno, se topa con las propuestas de Adolfo Couve: una escritura que dialoga con arquetipos, una lírica que utiliza lenguajes, formas y temáticas clásicas para reflexionar en torno al lugar del artista y del arte, en una época donde la figura del poeta parece relegada al bar de mala muerte y al espectáculo.
