Reedición de Asesinato en la cancha de afuera de Óscar Bustamante
¿Quién dijo la verdad?
¿Quién fue el culpable?
Por Ernesto Rodríguez Serra Publicado Artes y Letras de El Mercurio, Domingo 11 de febrero de 2007
Un poema de Ezra Pound, conocido como el de Kung Fu o Confucio, cuenta que el maestro, luego de caminar con algunos discípulos, atravesando campos abiertos, senderos, bosques, se detiene con ellos a la orilla de un río. Ahí les pregunta qué es lo que cada uno quisiera hacer con su vida. El primero en contestar dice que quisiera extender los límites del imperio; el siguiente, mejorar la administración del gobierno; el tercero, construir en un bosque un templo para un dios desconocido; el último, quisiera simplemente quedarse ahí sentado, rumando, viendo cómo el humo asciende y se pierde en la luz del cielo.
Naturaleza propia
El primero en contestar, quizás un futuro conquistador —o en estos días un hombre de negocios— pregunta inmediatamente quién dijo la verdad. Todos, responde Confucio, porque cada uno habló según su propia naturaleza.
El relato reconoce distintas formas de vida y no privilegia ninguna; pero contiene una exigencia tácita: cada uno debe conocer y seguir su propia manera de ser. Hay otro relato oriental, que esta vez recoge Kurosawa en su inolvidable película Rashomon. Un hecho criminal afecta a todos los personajes. Cada uno de los posibles autores cuenta una historia que casi coincide con las otras, menos en un punto impreciso, ¿o un punto ciego? Ninguno confiesa ser el autor y nosotros nunca lo sabremos. ¿Quién dijo la verdad?, ¿Quién es el culpable? En ambas historias, discípulos y sospechosos comparten un lugar y una cultura. A diferencia de los relatos policiales o en la prédica de las mejores virtudes, hay sólo un relator, un ojo ubicuo que deja hablar a los personajes, da lugar a todas las opciones y a las variantes de una misma historia. Nosotros, impacientes, quisiéramos saber cuál es el mejor camino o a quién acusar. El ser completo no existe; uno podrá ser un ganador o un político, un hombre de acción, místico, ocioso o contemplativo. Las cosas son de muchas maneras y todos podemos ser justos y sospechosos.
La incertidumbre de estos relatos suspende nuestros juicios. Por eso nos confunden y nos atraen las historias. Platón no quería a los contadores de historias y distinguía formas de vida superiores, más sabias; pero al mismo tiempo contó los mitos más seductores. Frente a un pensar lógico que evita equívocos y equivocaciones, hay otro que prefiere equivocarse antes de no tener experiencias.
En estos días circula la quinta edición de Asesinato en la cancha de afuera de Óscar Bustamante, publicada por primera vez en 1991. Aquí conocemos el hecho y sus explicaciones, pero esta vez a través de los habitantes de un fundo a orillas del Maule. No todos son campesinos, también está el dueño del fundo, su hija, el cura ya viejo del lugar. Aquí también todos hablan desde su propia naturaleza, cada uno tiene un punto ciego o una mentira. Bustamante retrata a sus personajes desde su manera de hablar; un oído muy fino recoge los giros del habla campesina y las maneras de dejar caer sus opiniones y explicaciones.
¿Quién fue el asesino? A primera vista parece que fue ése que al encenderse las luces de una fiesta animada por una orquesta bulliciosa, reconoció ser el autor, el cuchillo ensangrentado en sus manos. Pero no todo está tan claro; viejos odios silenciosamente acumulados, dolorosas historias familiares, van confundiendo nuestro juicio. El asesinado era el joven campesino más envidiado, preferido por el patrón, enjuto y apuesto. A la fiesta había llegado una mujer nacida en el lugar, pero ahora casada y próspera en Santiago. Su belleza ha madurado, su cuerpo poderoso y su provocadora manera de bailar vuelve a encender a su alrededor un confuso e inconfesable deseo. Y hay también otra mujer, muy joven, la hija del patrón, recién enviudada de un marido decepcionante y ella se baña, casi desnuda, en un remanso de río... El joven asesinado, implacable y tranquilo, sabía mirarlas a las dos, tenía pocas y precisas palabras y había conseguido algún avance o quizá algo más. ¿No habrá sido el patrón, celoso de la virtud de su hija, el instigador? Como en Rashomon, todos cuentan y ocultan lo que saben. Óscar Bustamante consigue que oigamos hablar a los que hablan, casi los vemos, en los giros de la voz y en los gestos que adivinamos.
Humor sin engaño
Gran contador de historias, con humor desengañado y benévolo, nos hace mirar los pasos perdidos y la trama inextricable de la vida. ¿Y no es eso lo primero que podemos pedirle a un narrador?
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¿Quién dijo la verdad? ¿Quién fue el culpable?.
Reedición de "Asesinato en la cancha de afuera" de Óscar Bustamante.
Por Ernesto Rodríguez Serra.
Artes y Letras de El Mercurio, domingo 11 de febrero de 2007.