EL DÍA EN QUE SE DESBORDE EL RÍO.
Oscar Barrientos Bradasic
Ese día,
el dolor surgirá entre los adoquines
como un torrente que dispara al infinito
o sobre la sien del transeúnte.
La historia saldrá entre Bories y Colón
repartiendo los desechos de su martirio,
un fantasma redentor
-como quien recorre los castillos de Europa-
El estrépito de la violencia de clases
asumirá aquella metafísica intemporal de los catres viejos,
la mesa e madera, el pan untado con margarina
todo eso
que esperó pacientemente en los recovecos de la caverna.
Entonces, la muerte, sin señoríos ni osamentas
podrá ser increpada durante catorce noches de infortunio,
porque ese día los signos del huracán
prendidos a los dedos de la noche
llegarán al puerto donde los espera una revelación,
porque ese día escribirán la vida los tristes,
porque en ese instante ninguna deidad
con las alas empapadas de rocío y niebla
nos podrá arrancar del alma
las semillas que brotaron de nuestro pecho,
las aromáticas algas que surgieron
de esa interminable procesión al mar.
(Poema final del libro Égloga de los cántaros sucios, El Kultrún, Valdivia, 2004)