Rodrigo Ramos Bañados, sin estridencia y con un trabajo sostenido, se ha convertido en una piedra angular de la narrativa escrita en el norte y un aporte singularísimo al panorama nacional. Digo esto último porque su última entrega da cuenta de una diversidad que enriquece notablemente la idea de un canon, donde una hegemonía (a veces un poco gratuita) impide asimilar las variadas aristas de una polifonía.
En este caso, se trata de la reciente novela Polka del perro (Lom, 2023). Por un lado, la novela transcurre, al menos una buena parte, en Iquique, ciudad nortina donde el dinamismo de la inmigración, desde tiempos pretéritos hasta nuestros días, ha creado un sistema de referencias tatuado a su historia. Por otro lado, Pisagua, ese recodo salino y árido, donde el silencio de los muertos parece seguir exigiendo justicia; primero, campo de concentración de González Videla y luego sitio de reclusión y exterminio durante la sórdida dictadura pinochetista. Quizás la novela reflexiona en torno a un aserto desgarrador. El derrumbe del proyecto socialista chileno promovido por los sectores plutocráticos y las Fuerzas Armadas, deja al país en manos de un estado cancerbero, guardianes de un orden sin utopía y que generó en distintas partes de Chile, catedrales al sufrimiento, sucursales del infierno.
El protagonista redescubre a través de la historia del padre, quien falsificaba documentos para que perseguidos políticos pudieran salir del país, una zona aterradora de la condición humana. Lo hace como un periodista que mira de soslayo, en un comienzo, su transcurrir vivencial, pero que luego, el hambre de la indagación comienza a coparlo todo. Personajes que hicieron de la delación y el vejamen su oficio, montajes de la prensa acerca del campo de concentración de Pisagua y también, seres que quedaron damnificados existencialmente, sin poder jamás regresar intactos de aquella marca que deja la tortura. Los vuelos de la muerte que enlutaron la costa chilena aparecen en escena, como el aleteo de buitres y la persistencia del oleaje, en ese sitio, de campamentos gitanos cuyas estrafalarias caravanas parecen fundirse con la inmensidad del desierto. Allí aparece el prisionero político que sobrevive a la caída al mar y que luego se refugia en la casucha de un alguero ermitaño, en una estampa similar a Robinson Crusoe o en su anverso, el fiscal que sodomizaba a los confinados en el campo de concentración y que termina sus días como un homeless merodeando entre harapos por las calles de Iquique.
Uno de los grandes méritos de la novela es probablemente que siendo de un realismo descarnado no renuncia a la sorpresa y el carnaval. (La vida te enseñará máscaras mejores que cualquier carnaval diría Emerson). Desde una nueva mirada, podemos afirmar que la narrativa de Ramos Bañados rezuma una originalidad que tiene ver con una relectura del realismo donde el territorio que habita, se torna un personaje más de sus novelas, en un constante vals con el devenir histórico, un teatro de sombras cuyo telón es el desierto.
Polka del perro es una novela importante, un providencial abordaje a la memoria histórica en nuestro país salpicado de sangre pero, ante todo, es la estampa de un escritor sólido y cardinal emergido en la región de la arena y la inmensidad.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "POLKA DEL PERRO" Y LOS ABORDAJES DE LA MEMORIA
Autor: Rodrigo Ramos Bañados, Lom, 2023, 140 páginas
Por Oscar Barrientos Bradasic
otro lado, Pisagua, ese recodo salino y árido, donde el silencio de los muertos parece seguir exigiendo justicia; primero, campo de concentración de González Videla y luego sitio de reclusión y exterminio durante la sórdida dictadura pinochetista. Quizás la novela reflexiona en torno a un aserto desgarrador. El derrumbe del proyecto socialista chileno promovido por los sectores plutocráticos y las Fuerzas Armadas, deja al país en manos de un estado cancerbero, guardianes de un orden sin utopía y que generó en distintas partes de Chile, catedrales al sufrimiento, sucursales del infierno.
