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Saratoga vuelve a las pistas
"Carabela portuguesa" de Óscar Barrientos Bradasic.
La Calabaza del Diablo, 2013
Nona Fernández S.
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El Ministerio del Mar es lo que ahora ocupa al poeta Aníbal Saratoga. Un concepto añejo, articulado por sindicalistas de otra época. Un movimiento perdido y olvidado, que ahora no es más que una ruina bajo la industria salmonera que ha llegado a instalarse a Puerto Peregrino. Pero Saratoga, borracho de una épica antigua, hipnotizado por los tiempos del Ministerio del Mar, se lanza en su búsqueda sin medir consecuencias. Acróbatas sin circo, enanos travestis, empresarios salmoneros, fundaciones culturales financiadas por poderosos, guardias de camisa color granate, bestias míticas, sindicalistas perdidos, carabelas fantasmas, islas que se mueven en el mapa, todo tiene lugar en la aventura del poeta Aníbal Saratoga. "La única forma de vencer a un enemigo tan poderoso como el capital, es pactando con el mito, ocupando las estrategias de la irrealidad." Así escucha Saratoga a uno de sus maestros, entendiendo que cuando ya no hay épica es mejor inventarla. O viajar en el tiempo y en el espacio en su búsqueda como lo hace la Isla Podestá. Que el territorio se desprenda de la tierra y se movilice hacia mares más efervescentes donde se pueda resucitar los fantasmas del pasado y recuperar esa épica perdida que nos contaron, de un tiempo que no alcanzamos a vivir. El Ministerio del Mar aparece como el Cáliz perdido de Los Cruzados, el tesoro que puede ser levantado de sus ruinas como una bandera contra los que controlan todo, hasta la cultura. El neoliberalismo se filtra en todos los espacios y determina también los quehaceres literarios. Ocurre así en Puerto Peregrino. Y ocurre así en el Chile del siglo veintiuno. La literatura chilena está tan anclada al ejercicio narcisista y al realismo amigable e inofensivo que sacude poco o nada. Es tan difícil encontrar escenas imposibles, tan difícil quebrar territorios y movilizarlos a través del tiempo, atreverse a resucitar muertos, a hacer hablar a los fantasmas, a inventar criaturas mitológicas. La explosión imaginativa es subversiva por definición. Desde la escritura la ficción puede producir cambios de paradigma o por lo menos iluminar un poco. Pero cada vez se ficciona menos, cada vez el tema es cómo el escritor se escribe a sí mismo. La ficción y el delirio han sido acorralados por temor al descontrol. ¿Será que ya nos pautaron la cabeza? ¿Será que también nos quitaron la posibilidad de delirar? Aníbal Saratoga, que no es más que una sombra o un reflejo de su autor, sabe que no tiene la batalla perdida y que es en ese territorio, en el de la fantasía incauta y la imaginación ingenua, donde podemos repararnos, donde el Ministerio del Mar vuelve, donde los sindicalistas y los poetas reviven y dejan de ser bestias olvidadas y prófugas. Ahí, en ese lugar, Aníbal Saratoga y Oscar Barrientos Bradasic lo saben, podemos sanarnos, rearmarnos, salvar vidas, territorios, ciudades, puertos, países completos. Si la escritura no apuesta a eso, entonces ¿para qué escribir?
Santiago de Chile, Junio 2013
