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El barco de los esqueletos
Óscar Barrientos (Editorial Pehuén, 2014)
Por Rodrigo Pinto
El Mercurio 27 de septiembre de 2014
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Una de las escenas más terroríficas e intensas de la narrativa de los mares está en el relato de Arthur Gordon Pym, la única novela que escribió Poe. Y es el momento en que el barco que tripula el protagonista se cruza con otro navío y, lo que desde lejos parecían señas de saludo, se transforma en gestos dictados por el balanceo del mar y las aves marinas que picotean el cuerpo de cadáveres en descomposición. Como suele ocurrir, la naturaleza- o la condición humana- imita al arte; en 1913, se acercó a Punta Arenas un clíper que había zarpado de Nueva Zelanda 23 años antes y tripulado solo por esqueletos.
La historia es esquiva. Los testimonios, pocos. La bitácora de Johnson, que registra el abordaje del Malborough y citada en el libro, tiene un aire indiscutiblemente literario: “Fue una extraña y salvaje tarde, con el rojo lucero poniéndose en el horizonte. La quietud era asombrosa” Sobre esta historia, el escritor puntarenense Oscar Barrientos Bradasic escribe una suerte de crónica que se da de bruces con la falta de registros documentales y las elusivas referencias al barco errante y su capitán, John Herd. Más que seguir esa pista imposible, Barrientos acumula referencias sobre los mares del sur y sus peligros, que fueron largamente abordados por Poe, Melville y London, entre otros escritores, más la larga suma de cronistas que han seguido el rastro de naufragios y catástrofes en aguas y zonas que llevan nombres sumamente ilustrativos, tal como lo detalla Barrientos: Puero del Hambre, Bahía Inútil, Bahía Decepción, Isla Desolación, Isla de los Muertos, Río Calavera, son algunos de los hitos geográficos que grafican muy bien la inclemencia de los mares, la furia de los vientos y las trampas mortales que filudas rocas tienden a los desprevenidos.
Barrientos Bradasic fatiga archivos de otras latitudes, mitologías antiguas y nuevas, relatos locales y de otras tradiciones, en una pesquisa que no pretende tanto descifrar- o revelar, por fin- la verdadera historia del Malborough, sino construir una reflexión más sutil sobre el olvido y la memoria. “Los barcos fantasmas son emisarios que insisten en desgarrar el olvido” dice Barrientos, pero a continuación indica quién será el triunfador: “El olvido es la niebla que se alimenta con los rostros de la muerte”, que “no sólo se lleva a quienes más amamos, sino que también secuestra el recuerdo”