Proyecto Patrimonio - 2018 | index | Óscar Barrientos Bradasic | Autores |
Puerto Peregrino, la ciudad inventada en Punta Arenas
"Saratoga" Óscar Barrientos. Emecé editores, 532 págs.
Por Cristóbal Carrasco
Publicado en Suplemento Ku, 25 de Noviembre de 2018
.. .. .. .. ..
El hombre ha inventado ciudades que no existen, donde nunca podremos llegar. El Macondo de García Márquez, la isla de Utopía de Tomás Moro o Santa Teresa, de Roberto Bolaño, son lugares que viven en un mundo aparte pero que, a la vez, nos recuerdan a nuestras propias ciudades.
El escritor Óscar Barrientos nació en Punta Arenas, pero ha decidido recrear su ciudad a través de la imaginada Puerto Peregrino y del vivir de Saratoga, un poeta que recorre la ciudad y se inmiscuye en sus lugares más extraños. Ese es el material de sus novelas, reunidas recientemente en Saratoga, una tetralogía que narra el mundo austral desde lo fantástico y lo irreal.
-¿Cómo pensaste Saratoga?
-La narrativa para mi consiste en unificar tradiciones que probablemente, en otro contexto, no tendrían vinculo alguno: unir a Italo Calvino con Francisco Coloane, a Philip K. Dick con Jack London, a Borges con Kundera. Es decir, crear un collage de tradiciones narrativas. Puerto Peregrino, la ciudad ficticia de las novelas, me entrega la posibilidad de ir construyendo ese collage.
-¿Cómo ideaste Puerto Peregrino, donde transcurren estas novelas y vive Saratoga?
-Es una ciudad construida en base a otras ciudades que he conocido. Me he llevado fragmentos de las ciudades que me han gustado y las he vuelto mi propia ciudad. Viví un tiempo en Valdivia y me traje algunos elementos de allí. Otra ciudad que me interesa es Salamanca, en España, o La Habana, pero por sobre todas está Punta Arenas, cuyo carácter extremo forja la conformación
de personajes infrecuentes o extravagantes como un cónsul ballenero, un ufólogo, o los pescadores que luchan contra las salmoneras. Y Saratoga, el protagonista, opera como escudero de todos estos personajes dipsómanos y nocturnos. En la primera novela, La república ballenera, Saratoga dice que los poetas y navegantes certifican con su propia existencia el fracaso de la empresa humana, y eso me interesaba mostrar.
-¿Cuánto hay de realidad y de imaginación cuando creas una ciudad?
-No recurro tanto a la imaginación, puesto que el solo hecho de la existencia de Punta Arenas es un delirio en sí mismo, una proeza geográfica. Es, a la vez, una ciudad, que ha estado llena de personajes notables como Francis Drake o Hernando de Magallanes.
-¿Crees que Punta Arenas no es tan reconocida en nuestro país?
-Chile es un país groseramente centralista, y las regiones, sobre todo las extremas, han sufrido el castigo de la pésima concepción que el país ha elaborado, por lo que nunca puede completarse la idea de país. Las regiones son
una suerte de apéndice en el mapa central. A mí me interesaba relevar el carácter de lo extremo, no solo geográficamente, sino en el sentido de la épica, pero que también está sometida al naufragio y al fracaso.
-Este libro tiene un lenguaje muy particular, alejado de la realidad. ¿Cómo llegaste a construirlo?
-Para mi transfigurar es casi la respiración del escritor, y yo tiendo a ver el realismo duro como una negación de la literatura. A mi me gustan las tradiciones literarias que tengan, por sobre todo, un antecedente carnavalesco. Me gusta una literatura que sea fracturante y que esté diciendo todo el tiempo "soy literatura". No me arrogo el rol de traductor de la realidad. No obstante, sí creo que cierta literatura fantástica a veces es más real que la literatura realista, como pasa en Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. También tiene que ver
con ínsulas utópicas, donde se habla de lo innombrable o lo insondable. Por eso mi libro tiene que ver con eso, en parte por que tengo una fascinación por las cartas náuticas.
-Saratoga, el protagonista, es un poeta muy particular.¿Cuánto hay de ti en él?
-Me han preguntado si Saratoga soy yo. No lo creo. Es un personaje que puede que tenga algunas similitudes biográficas con mi vida, pero, aparte de tener cierto halo decadentista, también alberga la apuesta por lo imposible, la necesidad de contar un mundo infrecuente: contar las historias de tabernas o de conversaciones delirantes y desbocadas que escucha. Saratoga es un oidor y un escudero de estos personajes medios locos.
-¿Cuál es la relación entre el protagonista, Saratoga, y la ciudad?
-ÉI prácticamente encarna la ciudad. Hay una simbiosis entre Puerto Peregrino y Saratoga.
-Tu libro está marcado por la relación con las regiones, como también sucede con otros escritores, como Cristián Geisse o Marcelo Mellado. ¿Crees que ellos observan a la región como tú?
-Pasa algo parecido, porque todos esos autores, más que escritores regionales, son escritores territoriales. Asumen el territorio como una forma de problematizar la realidad. El territorio, así, está incorporado a ellos. En el caso de Cristián Geisse en Pobres Diablos o Los hijos suicidas de Gabriela Mistral, o la obsesión de Marcelo Mellado con la burocracia municipal, o el caso de Daniel Rojas Pachas, que trabaja la frontera con Perú y Bolivia, todos hablan y escriben sobre el territorio. Todos los escritores ingresamos con nuestras geografías, y como el paisaje vive en el escritor, está incorporado al delirio y la locura de sus narraciones.
-¿Qué querías narrar del sur?
-La zona donde vivo ya no es sur, sino austral, porque la Patagonia está fundada desde ahí. Desde la bitácora del viaje de Hernando de Magallanes se puede ver un relato fantástico, en el que describe gigantes y acantilados. Es un hombre del Renacimiento que describe como un bestiario aquellas cosas que no puede explicar, y esa tradición, obviamente, me hizo lo que soy.