Primero, querido Oscar, agradecerte esta oportunidad de presentar tu libro. Te admiro como escritor e intelectual y sin duda te tengo un aprecio especial por la amistad que me has prodigado durante tantos años. Gracias por brindarme esta posibilidad.
La última noticia editorial que tuvimos de Óscar Barrientos fue su libro luminoso “Cuaderno Antártico” (Tusquest, 2022), en lo esencial es una crónica de viaje que coquetea con el ensayo y el cuento fantástico, donde el escritor ha hecho gala, una vez más, de una prosa vigorosa, con un exquisito uso de la lengua y un increíble conocimiento del territorio polar y sus imaginarios: desde el establecimiento de un país en el cual solo viven mujeres (Viraginia, cuya capital es Ginecópolis) hasta la presencia de la Antártica en series como Chilly Willy, de 1967. Es un libro anfibio que comienza con la afición que el autor ha demostrado durante tantos años por el mundo desconocido de la Antártica, al cual, no solo le atribuye orígenes míticos y geológicos, sino también el territorio donde se edifican nuestros sueños (por ejemplo, hongos podrían curar el alzheimer), pero también, ciertas pesadillas: en el libro que hoy presentamos “El rencor vino del frío”, el cuento homónimo expresa este último punto: el personaje Víctor Colitis: “un ser antropomorfo, de mediana estatura (…) piel rojiza y de suyo vientre emergen cuatro tentáculos, de su coxis se extiende una cola de ratón”, cuya vida destila terror en las calles de Punta Arenas, proviene el frío continente, donde solo puede nacer ese tipo de criaturas.
En el mundo narrativo de Óscar Barrientos conviven dos tradiciones la ingente parte náutica y marítima, a menudo ligada a escenarios portuarios: telúrica y épica, cuyos personajes pierden a menudo el rumbo y se enfrentan a epopeyas dramáticas con total temeridad, resultando casi siempre ser los sobrevivientes de una triste epifanía que los enfrenta nuevamente al alba y la rutina. Otra parte es la que atañe a lo urbano, lo bohemio, tabernario y rocambolesco, donde personajes anodinos y que descreen de lo fabuloso se enfrentan a revelaciones de naturaleza fantástica y milagrosa. Ya habíamos tenido noticias de ese ámbito último ámbito con la trilogía de Puerto Peregrino y Paganas Patagonias, me parece que este último libro indaga, además, sobre ambas aristas.
En esta parte me gustaría ponerme arqueológica. En el inolvidable prólogo que hace Borges a La Invención de Morel de Bioy Casares, el argentino establece un concepto que ha todas luces nos permite analizar la obra de Barrientos. Borges categoriza los relatos fantásticos como de “imaginación razonada”, una idea que se contrapone al argumento de que, para muchos lectores, tal como en la Inglaterra del siglo XX, y en palabras de Borges “el placer de las aventuras es inexistente o pueril”, es decir, el sujeto moderno no se siente atraído por relatos que le revelan otro tipo de existencias porque validarlas es negar que la vida misma tenga elementos milagrosos. Borges, arremete contra este argumento. Para él la escritura de este tipo de ficciones requiere de una disciplina y exigencia colosal que involucra la creación de mundos y de vidas peligrosas. Quienes fueron los primeros en entender esto fueron los inquisidores españoles del siglo XVI, quienes prohibieron todo tipo de “narrativas” que no fueran realistas a las nacientes colonias americanas, con el afán de no contaminar de “fantasías” el ya “menguado juicio” de los americanos. Hay algo de sedicioso en la ficción que el realismo no nos entrega. Otro escritor latinoamericano, Mario Vargas Llosa, en su ensayo “La verdad de las mentiras” ha dado en lo correcto, para mi, en afirmar que “Los hombres no están contentos con su suerte y casi todos —ricos o pobres, geniales o mediocres, célebres u oscuros— quisieran una vida distinta de la que viven. Para aplacar —tramposamente— ese apetito nacieron las ficciones”.
La obra de Barrientos ha demostrado esa resistencia a la realidad, pero no por ello sus relatos son artificiosos textos monologantes, al contrario habitan la parodia y la crítica más mordaz, acompañados la mayoría de ellos de un humor refinado y que ya es característico de su prosa: en el cuento “El origen de la tristeza”: el lector se enfrenta ante un cortejo mágico que emerge del estrecho de Magallanes liderado por elefantes marinos (dugongos) y perros (lobos siberianos), adelante unas treinta focas (focas cangrejeras) acompañadas de roedores (capibaras), liderando un guanaco con penacho celeste, coronando la escena un niño: un ángel desnudo, (como dice el autor “ese mar no solo era una olla inabarcable y salada colmada de memorias atávicas, sino también una máquina de fabricar alegorías”) a la manera de un cuento de hadas, pero también del Purgatorio dantesco y su alegoría de la Iglesia en la Divina Comedia, cuando se encuentra con Beatriz Portinari o, algo más contemporáneo, las ficciones de Italo Calvino en “Ciudades invisibles”.
Este tipo de ficción me parece una hermosa filigrana que encierra también un universo en sí mismo, ese Aleph en donde convergen todas las imágenes del universo y que como un calidoscopio es posible ver en el desgarro del telón de la realidad.
Los personajes de esta obra fluctúan perfectamente entre “una mixtura decadente y kitsch entre taberna de Dublín y carnicería de Angelmó” y muchos de sus personajes, entre ellos el protagonista del relato “El origen de la tristeza” canibalizan la realidad a través de la ficción y en ese ejercicio van volviendo locos a los demás; como el mismo Sarumán en el relato “Tan al sur de la Tierra Media”: en medio de la celebración anual de la sociedad Tolkien, el escéptico narrador se encuentra con el verdadero Saruman en el hogar de ancianos Cavirata y que termina bailando tangos en el restaurant San Telmo. O en el cuento “Alegoría del mar” donde el personaje Flaco Trevotic, en medio de embustes y estafas logra montar un vodevil que incluye la iniciación de una diosa talasia: La Fresca. Relato que me parece estar en línea con una picaresca urbana y decadente en cuyo anverso se manifiesta la erudición de un narrador preocupado por fabricar una composición minuciosa en torno a los más sibilinos mitos. También se celebra una fiesta pagana en “Gaucho cabrío”: una especie de fauno fueguino “con vocación de centauro” hijo de oveja y padre humano, es decir “un ser que no solo es mitológico” sino un “animal de una fábula sin moraleja y demiurgo vengador, protector de los débiles” y que se yergue como el rey de la capital de Tierra del Fuego.
Me gustaría situar a Oscar Barrientos en el panorama de la literatura nacional también, caracterizada en parte por esa distancia por lo fantástico y su obsesión por escrituras o narrativas centradas en la psicología de los personajes y el realismo, la llamada generación de “La literatura de los hijos” a la cual por rango etario pertenece Óscar Barrientos es un canon que transita por dos o tres temas a) memoria/dictadura, b) lucha de clases/migración, c) ma-paternidades. Muchas de estas propuestas escriturales son metropolitanas y de interesante lectura. Sin embargo, la narrativa de Oscar Barrientos se resiste a los límites de lo doméstico y claustrofóbico de las vidas familiares de la generación de la Literatura de los hijos. Aquí quisiera citar a otro escritor que seduce por el riesgo que corre en sus obras Cristian Geisse, quien ha calificado a su vez la obra de Oscar Barrientos como fascinada por la “desmesura y el delirio literario”.
Quiero detenerme también en el trabajo que ha hecho Óscar en torno al colectivo de los “Pueblos abandonados”: grupo de escritores/as que desde territorios marginales buscan irrumpir en el campo cultural de lo metropolitano, no solo a través de sus proyectos de escritura sino también como un discurso que quiere dislocar la hegemonía del centro: “En este contexto un grupo de escritores que habitan en la provincia manifestamos que una nueva voluntad de escritura, centrada en la independencia y las autonomías locales, y que pretende ensayar la reescritura territorial como registro de estas prácticas, se propone como una poética que le hace frente a la ofensiva canónico institucional que las políticas culturales de la derecha y de la concertación han promovido. Esta poética territorial, que también tiene la forma que alguna vez llamamos “pueblos abandonados”, se aleja de la metafísica autoral narcisista y de la obsesión editorial y/o académica que rige el campo literario metropolitanizado”. La propuesta de “Pueblos abandonados” es política, qué duda cabe, y reflexiona en torno a la “provincia”: “Cuando el escritor permanece en regiones es un escritor regional. Cuando el escritor regional va a vivir a Santiago pasa a ser un escritor nacional. Se sostuvo durante muchas décadas que el tránsito a Santiago constituía el asalto al canon metropolitano”. Esa exégesis me parece luminosa al hablar de la narrativa de nuestro país, a quien le urge “ampliar sus límites”, fronteras y registros. En tus palabras y algo que has mencionado, como dicen los gringos a modo de disclaimer: “En lo estrictamente personal, no escribo de operetas pioneras, ni de jornadas de esquila, ni de asados al palo, ni de lo bonito que se ve Punta Arenas nevado. Mi interés se concentra en una Patagonia urbana, con ciber café, con schoperias, con tristeza y euforia. Que si bien en el pasado fue colonizada por chilotes y croatas hoy lo es por gente del Perú o del Caribe”.
La Patagonia urbana en la prosa de Barrientos también se preocupa de los extramuros de la ciudad. Punta Arenas ya no es la postal lárica, el locus amoenus de las gestas pioneras sino la periferia abandonada y poblada de hijos bastardos. El cuento “Villa Cambiaso” aborda este tema, todo ocurre con normalidad en la vida de un escritor que se dedica a recolectar noticias absurdas en la prensa, hasta que conoce a un niño que padece una extraña enfermedad a la cual sobrevive por medio de rifas y bingos; un día lo invita a su hogar, un lugar que se transforma en “una puñalada artera al sueño de la razón”. Villa Cambiaso es “una versión proletaria de esos paraísos de las revistas que reparten los Testigos de Jehová, donde viven en armonía hombres y bestias”. En medio de ese lugar el personaje principal: Félix, le espeta al escritor un discurso incendiario sobre la posición de los invisibilizados de la sociedad: los pobres: “Es imposible a estas alturas una solución. Imagínate despejar la maleza de las burocracias cuyos planes infantilizan la pobreza, un golpe de timón al saqueo de los recursos que da esta tierra, unas leyes que no estén al servicio de los poderosos, un sistema educativo inclusivo, una urbanización inteligente ¿Quién le pondría el cascabel al gato? ¿Quién se inmolaría por nosotros? Solo una suerte de despotismo esclarecido que costaría miles de millones. La sola idea de una solución ya es un error de juicio. No estamos en el mismo bando de quienes detentan el poder económico (…) Los grandes supermercados son las nuevas salitreras, las tarjetas de crédito, las nuevas fichas. Personas como yo deben sobrevivir en base a la caridad”. Luego el narrador reflexiona “Has traído una certeza, príncipe de los pobres, una certeza que viaja en grupa del viento”.
Me permitiré, por último, señalar mi cuento favorito de la serie “Elogio de la prehistoria”: un relato fascinante que trata sobre un hombre que se disfraza de tigre dientes de sable que por distracción cae en un portaviones norteamericano el Arizona, que esconde un increíble secreto: en uno de los recintos, cual soldados del neoliberalismo cientos de personas (a la manera de un call center) viven “entrenados en ilusionar al cliente, endeudarlos con préstamos, seguros o productos atractivos, hostigarlos para que paguen sus cuotas, enredarlos, omitir la letra chica”. El “tigre dientes de sable” se ofende, como don Quijote liberando a los galeotes, quita los cerrojos a la multitud de latinos y, en medio del mar, los “convierte en piratas”, mientras él toma sus alas delta y cual Ícaro posmoderno de ajusta un alas delta para sobrevolar el estrecho de Magallanes con su nueva mascota “Canelita botitas”.
Nos gustaría escuchar tus reflexiones, Óscar, en torno a esta nueva obra. Sin embargo, me permito mencionar antes que este libro es fruto de un trabajo literario que se ha edificado durante años. Eres un escritor imprescindible dentro de la literatura chilena y de ello dan cuenta, primero tus obras, publicadas en diversas editoriales, entre ellas mencionaré El viento es un país que se fue, Quimera de nariz larga, Carabela portuguesa, Trilogía de Puerto Peregrino, El barco de los esqueletos, Rémoras en tinta, Cuaderno Antártico, etc. y también: tus últimos premios, que me permitiré citar: Premio nacional de narrativa y crónica Francisco Coloane, Premio Julio Cortázar en Cuba con el cuento “Quillas como espadas”. Premio a la Trayectoria Poética Fundación Pablo Neruda. Además, has sido traducido a diversos idiomas entre ellos al croata.
Finalmente celebro una vez más la alegre noticia de “El rencor vino del frío”, en esta hermosa edición de editorial La pollera, cuya portada llamada “Gaucho Cabrío” es de Niña Pudú.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com EL RENCOR VINO DEL FRÍO
Óscar Barrientos Bradasic. La Pollera, 2023, 150 páginas
PRESENTACIÓN
Por Carolina Berrocal