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Todos los raros del sur del mundo
"Paganas patagonias", Óscar Barrientos Bradasic. Lom, 2018. 148 págs.

Por Cristóbal Gaete
Publicado en Suplemento Ku, 2 de Septiembre de 2018



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Familias croatas, la plaga de castores, dobles de rockeros en los ochenta, el Mariscal Tito, un hombre pájaro, el turismo y hasta bares clásicos son parte de los elementos que se mezclan en los nuevos cuentos australes de Óscar Barrientos (1974). Si bien intervienen elementos paródicos y fantásticos, hay también un sentido cariño por el territorio de su escritura: Punta Arenas.

Porque Barrientos lleva años publicando en torno a su lugar de residencia. Y si bien comenzó en la poesía, ha publicado novelas y hasta ha creado guiones de cómic y dramaturgia, pero es el cuento el que más se le ha dado. En este género obtuvo el Premio iberoamericano de cuento "Julio Cortázar" en Cuba (2015), además de otras distinciones, casi lógicas por los trece títulos publicados que pronto serán 14, porque "Saratoga", su alter ego protagonista de tres novelas, será reeditado en fecha próxima.

Volvamos a los cuentos de "Paganas patagonias". El abanico de historias muestra un ánimo diverso, que Barrientos reconoce: "Traté que tuvieran formatos hilarantes, algunos cuentos de terror, varias aristas donde agarrarlo". Lo hilarante es en gran medida por los personajes de las historias, que el escritor define así: "infrecuentes, excéntricos, por momentos ridículos, conmovedores en cierto sentido. Me encantan esos personajes que asumen la realidad como un credo irrenunciable, que no dudan, que tienen fe. Uno admira la fe curiosamente".

¿Cómo determina el clima austral tu literatura?
— El clima moldea el temperamento de sus habitantes, pero a mí me interesa más que nada la atmósfera, el clima social y psicológico de estos lugares. Lo meridional, el aislamiento vuelve la realidad a veces delirante en el caso de este libro de cuentos.

 —De hecho el delirio y la fantasía en la zona austral están en tus cuentos.
—Lo que me interesa es territorializar el elemento fantástico y activar el diálogo entre el habitante y el mito acá en Punta Arenas. Hacer que los mitos estén presentes en estos personajes, que los dioses del mundo antiguo se devuelvan al sitio del que la modernidad los exilió.

 —El absurdo es otro elemento importante.
—La provincia es un espejo refractario, donde se reproducen los vicios y los grandes abismos de la condición humana. Novelistas que se leían en folletines, como Agatha Christie, ambientan todos los crímenes en campiñas, donde aparece lo más genuino y lo más siniestro de la condición humana. A mí me interesa acercar al lector a una visión de mi ciudad, y digo ciudad porque a mí me interesa más que nada la Patagonia principalmente urbana, estoy lejos de dar cuenta de una Patagonia rural.

Junto con tu vecino Pavel Oyarzún rompes el paisajismo. ¿Qué te permitió hacer esa diferencia?
—Hay una promoción sobre los 40 años que se propusieron desmitificar y desacralizar el pintoresquismo que campeaba muy fuerte en las letras magallánicas, releer el pasado y la historia. introducir a la ciudad con una mirada crítica de los procesos, tratando de visibilizar lo que algunos escaparates habían invisibilizado, las masacres obreras, el exterminio indígena. Pero también hay proyectos como el del poeta Christian Formoso, que relee el cementerio no sólo como el camposanto sino como la ciudad en que está construido, en el sentido de la muerte o lo catastrófico. Y hay gente joven que está trabajando bien, veo con esperanza la literatura magallánica.

Hay relatos que parodian el turismo, como "El cogote Norambuena", que sucede alrededor de la Isla de los pingüinos o las imágenes de Torres de Paine. ¿Qué significa el turismo allá, para que lo tomes como tema?
—Yo no tengo nada contra la gente que se dedica al turismo, que se gana la vida honradamente, al contrario, toda la buena onda con eso, pero mi tema no es con el turismo, es con la manipulación interesada y farsesca del territorio. Desde andar vendiéndolo al mejor postor por una propina de un gringo. Y me hace ruido la manipulación de los espacios naturales y, por supuesto, el engrupimiento de algunos personajes. En un país donde el Estado no existe, las regulaciones son ínfimas, donde cada quién mata su piojo, se producen estos falsos consensos. Yo lo asimilo a lo farsesco de las postales turísticas. No es la primera vez que abordo esto.

 —¿Tienen un asidero real estos personajes?
—Muchos de ellos existen incluso, naturalmente muy fabulados. Transfigurar es como la respiración para un escritor.

¿Qué significa el castor en Punta Arenas?
—Del lado argentino lo trajeron para peleterías. Acá destruyó los bosques y alteró el curso de las aguas. Especies como el carpintero se han ido desapareciendo. El castor hace diques, represas, puentes, es un personaje incómodo que el SAG paga por matar. En vez de sacrificarlos hicieron baguales y se multiplicaron en Tierra del fuego y Puerto Williams, es una plaga, especie invasora. Mi cuento es una metáfora entre la distancia grosera entre la academia y la realidad, la pareja protagonista genera una categoría espuria considerándolos inmigrantes.

 —Aparece la descendencia croata también.
—Yo soy descendiente de croatas por mi madre y trato de ver el sustrato croata y chilote como componentes fundamentales de mi razonamiento. De manera especial quería homenajear la figura del Mariscal Tito, lo llevo en una máquina del tiempo a Punta Arenas, por la admiración que le tengo pese a lo controvertido. Me lo imaginaba en la modernidad, en este tiempo que no tiene épica.

La dedicatoria a tu padre es un golpe al corazón.
—Mi padre falleció hace menos de un año, con él recorrimos la Patagonia varias veces y él era un gran amante de la carretera. Está presente al escribir de los pueblos pequeños y de las gasolineras abandonadas.

Considerando el vínculo de toda tu obra con el territorio, ¿cómo buscas caminos para no repetir?
—Uno tiene que tomar riesgos en la literatura, este libro de cuentos es parte de ese riesgo.

 —Aparece el dicho "tan inútil como campana de goma" en un cuento. Eres seco para los dichos. ¿Hay alguno nuevo que hayas aprendido?
—Más cocido que botón de oro.



 

 

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"Paganas patagonias", Óscar Barrientos Bradasic. Lom, 2018. 148 págs.
Por Cristóbal Gaete
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