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Recados de un poeta menor, de Omar Cid
Por Silvia Rodríguez
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Omar Cid, poeta aventurero de sueños y realidades que permanecen tendidas en las calles y plazas de un país que, aún no puede derretir la nieve oscura que permaneció durante los 17 años de dictadura militar, entrega en su poemario Recados de un Poeta Menor veinte poemas breves.
Comenzando desde el exterior, el libro es de formato minimalista, por lo que la cercanía que se produce con el objeto libro permite una lectura íntima y más estrecha con los textos. La imagen de la portada tiene un peón de ajedrez (esta pieza representa un soldado de infantería que va de a pie a la batalla, su misión es proteger a la escuadra mayor de guerra). Este peón está posicionado en la quinta fila del tablero, jugada extraña, ya que en la primera movida el peón sólo puede llegar hasta la cuarta fila. En frente, los contrincantes están en su respectiva posición de origen y los deberá enfrentar, esquivar y defenderse. Las torres que siempre se mueven amurallando el tablero apenas son perceptibles, quizás en esta jugada poética cada verso las ha derribado.
Después de leer el poema “Arte Poética” cierro el universo minimalista de Omar Cid y pienso en la primera estrofa:
“… tarde o temprano
La trama nos traiciona
Y el oficio queda trunco …”
El verso “la trama nos traiciona” me lleva a reflexionar que los acontecimientos ya se han producido, y lo han hecho de tal forma, que el oficio (en este caso del poeta) se ha visto interrumpido y sobrepasado por los sucesos. La tragedia ha sido consumada, cosa contraria de lo que ocurre en el poema “Ajedrez” de Jorge Luis Borges: “¿Qué dios detrás de dios la trama empieza / de polvo y tiempo y sueño y agonía?”. Aunque Borges presenta una existencia predeterminada dirigida por una entidad superior que maneja la vida dejándonos en una agonía constante, donde la trama tiene como base la esperanza y la desolación. Sin embargo, en Omar Cid, la trama se ha desarrollado culminando en traición, sin posibilidad de otro inicio.
A pesar de esta realidad, la voz poética de nuestro autor realiza un acto de levantarse y de reafirmarse ante un mundo hostil. En el poema “Se niega” nos habla de su rebeldía ante la sumisión, considera (erróneamente) que la temática de género es tan solo un juego, proclama que su quehacer creativo no pasa por el estudio ni el conocimiento, sino que busca desentrañar la verdad “en los estantes de la Vicaria”. En el poema “Escribir” perfila su filosofía de vida, revela los motivos que lo impulsan a continuar construyendo universos donde plasmar su frente ideológico. Omar Cid, no da tregua al olvido, es así como el poema “Fuga” logra mantener vivo el recuerdo de Mauricio Gómez Lira, que en el año 1992 es asesinado por personal de investigaciones y gendarmería, junto a su compañero José Miguel Martínez.
En el libro Recados de un Poeta Menor, no tenemos la presencia de un cuestionamiento existencialista, ni versos cargados de metáforas, su tenor es denuncia y enfrentamiento con quienes han sacado provecho personal de las circunstancias históricas por las que otros lucharon y/o dieron la vida. Para enfrentar la realidad el hablante no se cubre de vestiduras, ni de títulos honoríficos, solo se presenta como un peón de ajedrez que comienza el juego, en este caso un discurso, una proclama. Además, se autodefine Poeta Menor, relegándose a una categoría de invisibilidad o ausentismo sobre los escenarios, donde convergen los escritores ¿mayores? o reconocidos ya sea por sus obras o porque abandonaron la patria poética para relacionarse con el poder, obtener cargos y de esta forma ver publicadas sus obras. Esta temática queda plasmada en el siguiente poema:
NOSOTROS
A nosotros nos instruyeron
en cuestiones tan útiles
como mecha rápida y lenta.
Ustedes en cambio
escribían a la soledad
a las jodidas palomas
a las manzanas verdes y rojas
en los días de estado de sitio.
Nosotros bañábamos las paredes
de consignas rudimentarias
Ustedes practicaban el deporte de las palabras
coleccionando repeticiones
para honor y gloria del próximo caído.
Nosotros sudábamos la gota gorda
huyendo de la parrilla
y los versos quedaban almacenados
en los bolsillos de la memoria.
Debido a eso/ cuando los miro
elevando el pecho al horizonte
y doblegando el lomo
esperando financiamiento
No hago otra cosa
que amontonarlos
como hojas disipadas
por el calendario.
Omar Cid, nos habla desde su experiencia, en su discurso no se vislumbra la creación de un mundo ideal, pero sí nos entrega un testimonio de profundo contenido social y político, pero en el poema “Cuando llueva” el hablante realiza un brusco giro hacia la nostalgia, donde se perciben ligeras pinceladas de romanticismo, pero finalmente, el hablante poético continua con la desolación, dado que la “trama” ha finalizado.
CUANDO LLUEVA
Una estrella asoma a lo lejos
tiene esperanza de posarse en mis ojos
Extiendo una mano
y seco el rostro a la luna
una palabra golpea mi pecho
desplegando el desierto sobre mis canas
Llueve y no hay paraguas
para impedir el látigo de los grafemas
sobre mi espalda
un río cruza mi patio
me sumerjo en el caudal
de voces antiguas
Tengo tatuado nombres en mis brazos
nombres para el olvido
Cabalgué con ellos
hasta cuando la brisa de los sueños
cedió su lugar
al temporal de las pesadillas
Llueve otra vez …
y la ciudad se vuelve amigable
como el silbido en la montaña
como tus ojos
cuando llego tarde
Llueve y tu espalda se pierde
por calle Moneda
Recojo una lágrima
de las mejillas de una ventana
y la guardo en mi bolsillo
a ver si regresas
cuando llueva
por la tarde …
Se ha librado una batalla más en el tablero de ajedrez que es la vida, una eterna batalla donde “…la trama nos traiciona… ” o “¿… la trama empieza …?”.