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Hahn:
madurez poética
«En
un abrir y cerrar de ojos», Poesía de Óscar Hahn
Visor, Madrid,
2006,. 48 páginas
Por
Pedro Gandolfo
Revista de Libros de El Mercurio,
Domingo 13 de mayo de 2007
Es difícil
hablar de "desarrollo" de un poeta y, en particular, lo es en el caso
de Óscar Hahn (1938), cuya obra parece consolidarse y adquirir perfil
tempranamente y, a la vez, mantener vitalidad y sorpresa hasta hoy. Su último
libro, En un abrir y cerrar de ojos (ganador del VI Premio Casa de América
de Poesía), reúne en sus 28 poemas los temas recurrentes en su obra
(el amor, el tiempo,
la soledad, la muerte) y otros que provienen de las circunstancias en que surgieron
(la caída de las Torres Gemelas, la guerra, la enfermedad que lo afectó),
en una unidad formal y de atmósfera sin ninguna falla. La voz de Hahn discurre
pausadamente, en una suerte de murmullo, que excluye cualquier falsete o préstamo
que provoque extrañeza al oído. El oficio, del que Hahn ha dado
tantas veces ejemplos sobresalientes, concurre aquí otra vez, pero más
silenciosamente, como en sordina, lo cual armoniza con el aire un tanto distante,
otoñal y desencantado que atraviesa estos versos. Es como si el poeta contuviera
sus instrumentos formales para lograr una estilización de otro orden, de
máxima pureza.
Eugenio Montale señaló alguna vez que
un poeta alcanza su madurez cuando, en cuanto a los recursos lingüísticos,
accede a una "visión estereoscópica" (o estereofónica),
en 360 grados. Es interesante plantearse si la menor cercanía con la lengua
materna (producto de su estadía en Iowa) ha favorecido en Hahn una rapidez
en encontrar su voz propia y en la posibilidad de asimilar de un modo más
personal aquellos recursos. En efecto, la intersección del lenguaje de
la mística de San Juan de la Cruz y el de Miles Davis en su calabozo, las
referencias al rock and roll, al lenguaje periodístico e, incluso, a la
jerga jurídico-burocrática, entran con naturalidad en la corriente
de su voz ya sólidamente construida.
Otro rasgo significativo de
madurez es el despeje gráfico, fonético y semántico en que
los versos se despliegan, proporcionando un efecto similar "al de una persona
acostumbrada a que la coloquen frente a la pared cuando de pronto la colocan frente
al horizonte". Esta apertura es la consecuencia de una cuidadosa disciplina
de depuración. Así, la poesía de Hahn en este libro está
lejos de cualquier sobresaturación.
Un buen ejemplo es el poema titulado
"En la tumba del soldado desconocido":
Con
qué alegría marchan los hombres a la guerra
Con qué entusiasmo
cargan y limpian sus fusiles
Con qué fervor cantan sus himnos de combate
Con qué ansiedad toman su puesto en la trinchera
Con qué inquietud
oyen el ruido de las bombas
Con qué insistencia silban las balas en
el aire
Con qué lentitud corre la sangre por su frente
Con qué
estupor miran sus ojos al vacío
Con qué rigidez yacen sus cuerpos
en el barro
Con qué premura son arrojados en la fosa
Con qué
rapidez son olvidados para siempre
Este
poema se estructura con una poderosa anáfora en la cual la repetición
de los términos iniciales de cada verso ("Con qué") opera
como un elemento de ligazón semántica, sonora y visual. La inmovilidad
de los sucesivos "con qué" puede ser vista como la lápida
de la tumba del soldado desconocido, mientras las variables cláusulas que
la siguen connotan el movimiento progresivo y uniformado desde "la alegre
marcha" hasta "la rapidez del olvido".
Hahn selecciona de
manera tal los adjetivos y los verbos que los versos parecen replicar esa ominosa
marcha, paso a paso y, al ser pulverizados por el "con qué",
acusan el inevitable tránsito de la vida a la muerte anónima que
toda guerra envuelve.