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El Apocalipsis de Óscar Hahn

Por Javier García/ La Nación Domingo.
Domingo 20 de septiembre de 2009

Le hubiese gustado ser periodista policial y no se cansa de ver partidos de fútbol. De Marcelo Bielsa le interesa “el no dejar todo al azar”.

Óscar Hahn vivió en Estados Unidos 36 años. La mayor parte del tiempo en Iowa, dedicado a la literatura, hasta que lo nombraron profesor emérito y se instaló en la capital hace más de un año, en el piso 15 de un edificio a pasos de Providencia, donde en menos de una cuadra se pueden ver cuatro farmacias de diferentes empresas.

Pero ya prepara otra vez las maletas. Lo hace por lo menos una vez al año para “ordenar la casa” en Iowa donde viven dos de sus hijos. Esta vez los pasajes son a España. El 27 de septiembre viaja a Madrid invitado por la Residencia de Estudiantes.

A los 17 años Hahn compraba sagradamente libros de la Editorial Losada. Una colección que en la solapa decía que el autor había estado en la Residencia de Estudiantes de Madrid, como Miguel Hernández, Rafael Alberti, García Lorca, Unamuno, Alfonso Reyes y Ortega y Gasset.

La residencia, fundada en 1910, nació con el objetivo de propiciar un diálogo entre las vanguardias internacionales, y recibió como conferencistas a Einstein, Henri Bergson, Paul Valéry, Pablo Neruda, Le Corbusier, Paul Claudel, entre muchos otros.

Un planeta lejano para un joven de 17 años, que ahora tiene 71. “Soy invitado como poeta en residencia ¡y todo pagado! Salió ese niño de 17 años a recoger la invitación”, dice con los ojos brillosos, que ven a lo lejos la nevada Cordillera de los Andes. El autor de “Versos robados” cumplirá con varias lecturas, dictará un taller y dará un par de charlas. Además, fue invitado por la Universidad de Salamanca a una lectura.

Y se hará un tiempo para presentar “Archivo expiatorio”, su poesía completa que aparece en octubre por editorial Visor, que llevará un prólogo del poeta y ensayista español Luis García Montero.

Las noticias siguen. En la próxima Feria del Libro de Santiago se presentará una antología poética por Fondo de Cultura Económica, titulada “Señales de vida”, en una nueva colección y actualizada, a la publicada anteriormente por el mismo sello, “Antología virtual”. Y por si fuera poco, el sitio web www.librosdementira.org pondrá en la red una antología de su poesía amorosa.

EL EVANGELIO Y LA MAMÁ

A meses del 2010, Hahn fue invitado a escribir en un proyecto Bicentenario nacido del Episcopado, llamado “El evangelio de Chile”, en el que participarán otros poetas como Gonzalo Rojas, Armando Uribe y Raúl Zurita. El trabajo además incluye pintura y música.

Especie de ópera, donde Hahn eligió los versículos del Apocalipsis. “A partir de ese pre-texto uno tiene que hacer lo que quiera, un comentario, prosa poética, un poema nuevo, lo que uno desee. Yo he leído el Apocalipsis desde los 14 años, y ahora cuando volví a leerlo salió inmediatamente un poema”.

Las imágenes apocalípticas están en la poesía de Hahn desde sus primeros textos, como “Reencarnación de los carniceros” y “Visión de Hiroshima”.

Cuando ocurrieron los bombardeos atómicos en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, Hahn tenía ocho años.

“Yo estaba sentado en el suelo jugando en mi casa, en Iquique, y escuché una conversación entre mi madre y unos tíos sobre las bombas atómicas, y describían como había sido, y yo como niño paré la oreja y me quedé absolutamente impresionado, y de alguna manera asimilé eso que me pareció horrendo”.

Luego sus pesadillas fueron la continuación del desastre. “Una de ellas era una ola gigante que sumergía por completo a Iquique. Ya en Santiago, a los 11 años, soñaba que de la Cordillera de los Andes se levantaba un hongo atómico”, dice abriendo los ojos como si la imagen volviera a repetirse.

Su poesía también está relacionada estrechamente con la muerte. La de su padre cuando tenía 4 años quedó como estampa en su cabeza de niño. “En el machismo nuestro decir en el colegio ‘Voy a llamar a mi mamá’ no se ve bien. Y cuando tenía un problema, yo no podía llamar a mi papá”.

Pero a la vez la relación con su madre se fortaleció. Uno de sus últimos poemas publicados se titula “Muerte de mi madre”, donde le dice “El hecho de que me esté dirigiendo a usted/ aunque no pueda responderme/ me dice que usted no está muerta/ que está en alguna parte del universo escuchándome…”.

“Siempre fuimos muy cercanos hasta que falleció a los 93 años. Cuando yo estaba en Estados Unidos hablábamos por teléfono todos los días, de política, actualidad, le gustaba leer el diario, era muy informada. Una relación no sólo maternal, sino fraternal.

Ese poema lo escribí en Filadelfia. Estaba alojado en un hotel, era muy tarde, no me podía quedar dormido y prendí la televisión y estaban dando el funeral del Papa, y es ahí donde se me produce ese contraste enorme entre el llanto de millones de católicos que lloraban su muerte y el dolor mío por mi madre”.

EL CAOS DE LA PALABRA

“Archivo expiatorio” incluirá toda su producción poética. Desde “Esta rosa negra” (1961) hasta “Pena de vida” (2008). Sin embargo hay un libro de Hahn que nunca aparece antologado. Es “Agua final”, y no sólo porque incluye parte de los poemas que luego se publicaron en “Arte de morir”, sino porque el libro desapareció del mapa.

El volumen, su segundo poemario, se publicó en Perú con una tirada de 500 ejemplares. Hahn vivía en Arica y un poeta peruano le propuso la edición del libro. “Un año después me llamó de Tacna y me dijo que me tenía una caja. Eran los 500 ejemplares, regalé como 50, pero me quedé con el resto que desaparecieron para el golpe militar”.

Hahn escribe poco. Neruda le recomendó que escribiera un poema al día.

-¿Parece que la brevedad le sienta bien?
-Creo que la obra de un escritor tiene que ver con su carácter. Su expresión, explícita o implícita. Yo no me considero tímido, pero sí retraído. Me incómoda estar con mucha gente. Y la brevedad en mi obra quizá se ejemplifica cuando he pasado un año sin escribir ni un poema. Yo no siento que la poesía sea un acto de la voluntad. Ese acto mecánico no me funciona.

-Usted ha dicho que en poesía “lo nuevo es lo primero que se pone viejo”. ¿Qué opina de la poesía joven y sus asociaciones entre palabras, imágenes, performances?
-Cada poeta tiene que hacer lo que mejor le acomode, pero como se dice “Por sus obras los conoceréis”. Si sus obras son logradas me parece bien, pero quedarse en el puro método no es suficiente. En lo personal, yo creo que la palabra es un instrumento muy potente, que está en vías de extinción, y hay que tener cuidado, porque nosotros pensamos como hablamos. Y la desarticulación de la palabra es un síntoma que alude a la capacidad de pensar.

 

 

 

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