Algo tendrían las tierras chilenas para haber dado, en el breve tiempo de quince años (1889-1814), el fruto de cuatro poetas que parecieron salir de la tierra con la poesía en ciernes y el ego ya maduro: nos referimos a Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra y, por supuesto, Vicente Huidobro. Huidobro alcanzó ese reconocimiento internacional al que siempre había aspirado a partir del año 1918, dos años después de mudarse a París, el centro irradiador de los nuevos paradigmas estéticos del momento, donde se convirtió en el primer poeta vanguardista en lengua castellana. Su obra ha sido frecuente objeto de elogios, su figura de no pocos vituperios, y siempre ha gozado de la fascinación de jóvenes poetas y lectores.
Óscar Hahn enfrenta el estudio del astro poético con la soltura y gracilidad que solo pueden surgir de una pluma que conoce en profundidad el completo de la obra y la sensibilidad huidobrianas. Noción que queda más que demostrada al asistir al ejercicio de análisis que realiza en esta colección de ocho ensayos. A diferencia de otros críticos que fuerzan a obras de este peso literario a entrar en los aros de sus marcos teóricos, mientras sacan a relucir los tajantes argumentos de otros académicos, Óscar Hahn opta por salirse de los cauces habituales —siempre desde una límpida y sólida argumentación— para aproximarse a las verdaderas características que presenta, sin depender así de etiquetas ni de índices. Gracias a ello tenemos ensayos como «Altazor y el canon de la vanguardia» o «Vicente Huidobro, poeta mariano» en los que se permite describir el peculiar y relativo vanguardismo de este pionero.
Haciendo silencioso alarde de una prosa cuidada y sutil, que sugiere más de lo que a primera vista muestra, hila un tapiz en el que se entretejen a la perfección la trayectoria vital del poeta con el desarrollo teórico y estético que dirige su obra; siendo este, quizá sin pretenderlo, uno de los principales atractivos de la publicación. De esta manera, traza la crítica de toda una trayectoria que no puede ser, en ningún caso, similar al estudio riguroso de una obra o un poema. No obstante, a través de un lenguaje poco especializado y accesible para el lector menos versado, logra un grado de profundidad generosamente satisfactorio para una obra cuyo alcance cubre toda una vida de creación poética. Lo que Hahn aporta significativamente a la crítica sobre Vicente Huidobro son nuevas y reveladoras perspectivas, menos canonizadas que las precedentes, y la identificación de las pulsiones esenciales de su poesía, que aquí no son otras que las pulsiones fundamentales del poeta.
Vicente Huidobro o el atentado celeste está dividido en ocho ensayos y cuatro notas colaterales, a modo de brevísimos apéndices. En el Prefacio se nos introduce cronológicamente al contexto y a las obras de Huidobro, situándolas galamente pero sin adorno en el lugar que la historia de la literatura les ha otorgado. Esto supone un primer indicio, del que encontraremos réplicas más adelante, de que aunque Hahn trabaje con una aproximación bastante personal (incluso mantiene estrecha relación con el nieto del poeta, Vicente García Huidobro, a quien está dedicado el libro y a través de quien accede a información sobre documentos inéditos) no interfiere en la honestidad del análisis.
Podemos atender a las transformaciones que se dieron en el fundamento de la literatura de Vicente Huidobro, desde sus claros inicios modernistas hasta el umbral del vanguardismo, en el primer ensayo «Las metamorfosis del ruiseñor», que comprende la época entre sus primeros títulos, el tanteo en la capital francesa y finalmente la publicación de Ecuatorial en 1918.
Poco después se enuncia y cultiva una de las tesis fundamentales que vertebran todo el estudio en «Altazor y el canon de la vanguardia», y con mayor insistencia en «El abrazo de Eros y Tánatos» y «El Apocalipsis según Huidobro». A grandes rasgos, explica cómo los elementos vanguardistas de la teoría creacionista desembocan todos en la muerte; «muerte del individuo, del cristianismo, de Dios, de un mundo, del lenguaje, de la poesía, de Altazor» (p. 52). Y, junto con «Vicente Huidobro, poeta mariano», forman parte del corpus que desvela también las constantes proyecciones religiosas que empapan la obra del poeta.
De esta manera, Hahn consigue desvelar el cuerpo del creacionismo, destapándolo ante el lector de su ornamental vestimenta mágica y de su pretensión de ser pura creación verbal, para señalar los órganos que lo hacen humano y lo vinculan íntimamente con tradiciones clásicas, llevando a cabo el que supone el ejercicio crítico de mayor envergadura de la publicación.
Pero si bien desnuda la obra de Vicente Huidobro, enseñándonos los músculos poéticos que intervienen en su forma y expresión, en un grado inferior, también levanta el telón entre mago y hombre. Al poeta que decía ser la reencarnación del enigmático médico italiano Cagliostro, lo baja sutilmente de su viaje aéreo sin otra intención que dejar ver cómo sus rasgos e inquietudes se manifiestan en su literatura. Como Hahn acertadamente nos recuerda, pese a la autonomía estética y verbal que persigue el vanguardista, «la porfiada realidad exterior —como la de origen biográfico— tiene sus propios medios para hacerse presente, con o sin el consentimiento del poeta» (p. 66). Así vemos que ocurre en el capítulo «La voluntad inaugural» o «El oasis de la felicidad» donde bien puede ser la obsesión del poeta por ser no sólo el primogénito de la vanguardia, sino también el progenitor de todos los «ismos», o el carácter lúdico, los que se manifiesten en su obra.
En el último ensayo, «Muerte y transfiguración», Hahn adopta un tono más íntimo, acorde con la etapa final de Vicente Huidobro y sus Últimos poemas, transidos por la experiencia de la guerra y también por la experiencia vital del poeta, que observa su propia obra con la sabiduría que sólo dan los años y la mirada de quien intuye que se acerca el final.
Aunque en la poesía del propio Óscar Hahn, como él mismo reconoce en una entrevista concedida en 2016 a Mario Meléndez, no ha influido prácticamente nada la figura de Vicente Huidobro, se advierte en la mano de quien escribe una profunda admiración hacia un colega de oficio y su imponente obra, a la que trata de hacer justicia con una crítica excelente. «Los egos pasan, pero los poemas quedan. A pesar y por encima de las varias heridas autoprovocadas, Vicente Huidobro sigue siendo una de las voces más vivas de la poesía contemporánea» (p. 115). De ello da fe esta publicación tan cuidada.
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«Vicente Huidobro o el atentado celeste»
Óscar Hahn. Madrid, Visor Libros, Biblioteca Filológica Hispánica, 2018, 120 págs.
Por Mario Marquina Hernández
Universidad Carlos III
Publicado en Philobiblion: revista de literaturas hispánicas, N°9, 2019