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Poemas de Los espejos comunicantes
Ganador del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe 2014

Óscar Hahn



 



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Óscar Hahn (Chile, 1938). Poeta, ensayista, crítico literario. Es Doctor en Filosofía por la Universidad de Maryland. Entre 1971 y 1972 fue miembro del Taller de Escritores de la Universidad de Iowa. Después fue docente de esa misma universidad por más de tres décadas. Actualmente es Profesor Emérito. Entre sus libros figuran: Esta rosa negra, Arte de morir, Mal de amor, Versos robados, Apariciones profanas, En un abrir y cerrar de ojos, Pena de vida y La primera oscuridad. De los múltiples reconocimientos a su obra destacan: Premio Casa de América de España (2006), Premio José Lezama Lima (2008), Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2011), el Premio Nacional de Literatura (2012) y el premio Loewe de poesía por su obra Los espejos comunicantes (2014). Es considerado una de las voces más importantes de la poesía Hispanoamericana.

 

 

Poemas de Los espejos comunicantes

 

 

DESNUDO BAJANDO UNA ESCALERA

Este es el traje
con el que el alma cubre
sus vergüenzas
el traje
que un día se convierte
en polvo
               en sombra
                                  en nada
y deja el alma a la intemperie
sin manos con que taparse
las partes pudendas
Entonces en algún closet por ahí
en algún colgador cuelga el alma
en la
          más triste
                          desnudez

 

 

TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

Anoche
detrás de esa puerta que abriste
había un hombre tocando el piano

Junto al atril
un candelabro y un ramo de rosas

El hombre miró hacia el umbral
y vio tu silueta difuminada por la luz
El miedo lo paralizó y dejó de tocar

Cerraste la puerta con llave
y regresaste a tu dormitorio

La mañana siguiente
todo había desaparecido
No existían ni el hombre ni el piano
ni el candelabro ni el ramo de rosas
Sólo gotas de cera pétalos secos
y telarañas

El hombre de la habitación
hablará del fantasma
que una noche apareció en su puerta
Y tú hablarás del fantasma
que viste anoche en la habitación

Todos somos reales e irreales
Estamos aquí y estamos allá
dijo Einstein cuando presentó
su teoría de la relatividad
Pero nunca pudo saber
cuál de los dos era él:
si el hombre de afuera
o el hombre de adentro

A veces
como para olvidarse
toca el piano

 

 

EN LA TUMBA DEL POETA
DESCONOCIDO

Aquí yace Ene Ene
el poeta desconocido
No corrió la suerte de Lorca
ni de Neruda ni de Eliot
ni de Rimbaud ni de Rilke
ni de ninguno de los que duermen
en túmulos famosos
Escribió lo que pudo y como pudo
y su felicidad no fue la fama
sino la epifanía de componer unos versos
y releerlos y guardarlos
como un pequeño tesoro
Yo te admiro poeta invisible
por tu coraje para enfrentar el anonimato
sin claudicar jamás
de tu vocación creadora
Nadie conoce tus poemas
y casi nadie ha leído tu epitafio
escrito por ti mismo
para este nicho visitado
tan sólo por los que te quieren
Y en esta vida amigo mío
eso es lo único que cuenta

 

 

OSO BLANCO

Es un oso de mármol
pero él se siente más liviano que el aire

Aunque pesa lo que pesa un témpano
mueve sus níveas patas
con la gracia de un bailarín de ballet

Nada puede la fuerza de gravedad
contra el poder de sus convicciones

Los que llevaron maquinaria pesada
para arrancarlo de su pedestal
no lograron moverlo ni un centímetro

Y ahora miran atónitos como flota
entre las blancas nubes del cielo

El oso de mármol saludó desde lo alto
a los que no creían en él

y se alejó volando en la inmensidad
hasta que fue sólo un punto en el horizonte

 

 

SOLITUDE

In my solitude you haunt me
with reveries of days gone by.

          Música de Duke Ellington

Mi soledad no está sola:
está conmigo
Me acompaña dondequiera
que voy: duerme en mi cama
come de mi mano: respira
el aire que respiro
Me habla con mi voz
camina como yo camino
siente lo que yo siento
Sólo una vez mi soledad
se alejó de mi lado
me abandonó: partió
Fue esa tarde que conocí
a la mujer de mi vida
Meses y meses sin mi soledad
noche tras noche con mi gran amor
ocupando el espacio
de mi desamparo
Hasta que un día todo terminó
como siempre terminan
los amores eternos:
en un abrir y cerrar de ojos
Y ahora
he regresado a mi casa
Mi soledad me recibe
con los brazos abiertos
no me dice nada
no me reprocha nada
me abraza me consuela
Llora conmigo

 

 

RELOJ DE PIE

I.
      
En mi casa
tengo un reloj de pie
que me saluda cada hora
con melodiosas campanadas

De noche camina
se para junto a mi cama
y se queda en silencio
velando mi sueño
hasta que despierto

Después va a la cocina
me prepara el desayuno
y regresa a su sitio
contra la pared

Y así
día tras día
noche tras noche

Cómo me gustaría
hablar con mi reloj
cómo me gustaría
preguntarle algo
que toda la vida
he querido saber

Cómo me gustaría

Pero tengo miedo
tengo mucho miedo
de que me responda

      
       
II.

Mi reloj ha muerto

Murió como siempre vivió:
de pie

Se le fue descascarando el barniz
poco a poco

Para avanzar sesenta minutos
se demoraba dos horas

Daba las campanadas muy bajito
con un sonido casi imperceptible

Una tarde las manecillas de mi reloj
se detuvieron
y el péndulo dejó de oscilar
 
No quise sacarlo de su sitio
y enterrarlo en el patio

Lo dejé ahí contra la pared
hasta que se convirtió
en un montículo de cenizas

Puse las cenizas en una pequeña
caja de chocolates

Ahora la cajita da la hora
puntualmente

Y toca música

 

 

MUERTE DE UN POETA

¿Qué estará pensando Gonzalo
Rojas qué poema imposible
estará fraguando su mente
en estos dos meses de agonía
qué pacto insondable
con las sombras?
Dijeron que se hallaba
en estado de sopor
Dijeron que le quedaban
dos días de vida
Pero yo me dije: el que supo vadear
las aguas de lo Oscuro
no se va a hundir tan fácilmente
en el río Aqueronte
No va a cantar victoria la Muerte
no va a izar sus negros pendones todavía
Y es así como Gonzalo Rojas
hondamente caído al fondo de sí mismo
pero colgando de una hebra
de esta vida
le dijo a la Muerte:
Un poco de paciencia amiga mía
no se ponga nerviosa
déjeme terminar este poema
como Dios manda
Y se pasó dos meses pergeñándolo
mientras los médicos iban
y venían de su cuarto
sin entender por qué
ese hombre seguía respirando
Puso el último verso
en la postrera estrofa de su vida
y el tiempo se detuvo
en la fecha precisa:
veinticinco de abril de dos mil once
Estoy listo le dijo a la Muerte
No tengo nada más que hacer
en este rumbo
Miró con ternura
su cuerpo tendido en la cama
se dio un beso en la frente
y desapareció en el infinito
con una sonrisa en los labios

 

 

LOS ESPEJOS COMUNICANTES

¿Con quién se comunican los espejos
comunicantes?

¿Con qué interlocutor inconcebible?
¿Con qué figura cautiva en el azogue?

De lo que hablan no sabemos nada
De lo que piensan lo ignoramos todo

A veces
cuando me veo reflejado
en un espejo de medio cuerpo
tengo miedo de que me succione
de la cintura para arriba
Mi otra mitad
de la cintura para abajo
saldría huyendo
como un grotesco enano
 
Anoche
vi que alguien del otro lado
del espejo había escrito:

“El día llegará”

Entonces oí la voz
del cristal que me decía:

Y las imágenes almacenadas
adentro de los espejos
serán vaciadas en la realidad:
sujetos lavándose los dientes
mujeres maquillándose y peinándose
señoras ajustándose el corset
caballeros arreglándose la corbata
jóvenes afeitándose
quinceañeras probándose
el primer sostén
gente mirándose desnuda

Y agregó con tono solemne:

Todos los reflejos de personas
y animales emergerán de los espejos
e invadirán aldeas y ciudades

Será el día de la confusión universal
el día en que nadie podrá distinguir
entre los objetos y sus íconos
entre los seres vivos y su imagen
entre los nombres y las cosas

Y después será el fin del mundo

Así habló el espejo comunicante
y estalló en mil pedazos



 



 

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Poemas de "Los espejos comunicantes".
Óscar Hahn