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Literatura y protesta intelectual
Entrevista a Ofelia Huamanchumo de la Cuba.

Por Alcides Benavente Ponce [1].
Viena, febrero 2014.


 



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La filóloga peruana, Ofelia Huamanchumo de la Cuba (Lima, 1971), radicada en Alemania, ha publicado en su ciudad natal la novela corta Por el Arte de los Quipus (Vagón Azul Editores, 2013), cuya trama central gira en torno a las peripecias que pasan dos filólogos, un peruano y una española que están de paso por el Perú en el verano de 2011, mientras siguen las pistas de un manuscrito colonial que descifraría el misterio del sistema de comunicación prehispánico de los quipus: un 'Arte de los Quipus', fechado en 1574.  La entretenida historia es un pretexto para hablar en voz alta sobre una polémica nacional que aún no se ha cerrado: el tráfico de patrimonio documental y libresco de las bibliotecas y archivos peruanos.

En la novela que acabas de publicar Por el Arte de los Quipus cuentas una historia haciendo clara referencia a acontecimientos de la realidad peruana actual, y llamas la atención sobre ciertos temas que interesarían no sólo a los filólogos. ¿De qué género es tu novela? ¿Cómo la presentarías tú misma?
Mi novela es una parodia de lo que últimamente se publica bajo el rubro de novelas de aventuras bibliófilas, que es un género aún no desarrollado en la literatura peruana. En ese tipo de textos los protagonistas corren tras un manuscrito o un libro antiguo, que tiene una serie de poderes o unas características especiales que finalmente cobran una cierta relevancia en la estructura de la novela y lógicamente en la trama. Mi novela parodia eso, pero no tira tanto hacia la mera burla, sino que es un remedo irónico a ese tipo de literatura que en cierta medida legitima al libro como objeto capaz de inspirar asesinatos, robos, engaños, pasiones, delincuencia y corrupción.  Y bueno, mi novela tiene también rasgos de otros géneros, como la novela negra, con suspenso e ironía, lo cual me ha permitido de pasada tocar temas de interés nacional y hacer crítica social.

¿Cómo fue el proceso de escritura de tu novela, teniendo en cuenta la mención a acontecimientos actuales, las denuncias que sutilmente haces en tu historia? Me refiero concretamente a la desaparición de libros y manuscritos antiguos de instituciones serias en el Perú.
Esos acontecimientos de la realidad peruana yo los pasé a la ficción literaria y los convertí en fruto de mi vuelo imaginativo para llamar la atención sobre ellos, aunque sin moraleja explícita.  Algunos han tildado de novela histórica a mi libro, pero en realidad no es el caso, puesto que yo no recreo con mi fantasía algún dato historiográfico registrado en determinada obra de Historia, sino que estos acontecimientos, que se mencionan con fechas concretas en mi novela, se pueden corroborar simplemente en la prensa peruana de los últimos cuatro años, por ejemplo: el cierre de la Biblioteca Nacional en febrero de 2011, el incendio de la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad en el 2005, etc. Así es que es el contexto en el que esos hechos se recrean en mi novela lo que ha sido modificado sustancialmente a mi albedrío durante todo el proceso de escritura. Como una impostura borgeana, pero de circunstancias, no de personajes.

¿Son entonces tus personajes quienes no resultan totalmente ficticios? ¿Se inspiran en personas que conociste y pudiste caracterizar?
En realidad, ninguno de estos personajes tiene su correlato fiel en la realidad, que yo sepa, pero podría ser, no me extrañaría. Yo he conocido personas que me han inspirado con sus raras manías en su trato con los libros: profesores del colegio, de la universidad, amigos. También he conocido a investigadores con cierto afán enfermizo por poseer manuscritos coloniales, o aunque sea sus fotocopias. El único personaje totalmente inventado es el que aparece en mi novela como el Escribano de la Oroya, un falsificador de documentos coloniales. Yo nunca conocí a un mafioso de ese calibre, pero alguna vez en las noticias habré oído algo sobre falsificadores de documentos antiguos y he tratado de imaginarme cómo podrían ser estas personas.

¿Podrías decir que tú te identificas con alguno de los personajes? ¿O tú te podrías describir también como una adicta a los libros como objeto?
Bueno, no me identifico completamente con algún personaje determinado, sino que puede que tengan todos algo mío. Probablemente sea verdad que yo comparta esa pasión por los libros, que me fascinen las ediciones bonitas y tenga una biblioteca exquisita en casa. Pero creo que más bien soy lectora voraz.

Y si tus personajes no tienen correlato con nadie de la realidad, la 'advertencia' que parafraseas del escritor alemán Heinrich Böll en el preámbulo de tu novela respecto a que los hechos y nombres mencionados aluden inevitablemente a la realidad ¿eso ha sido quizás sólo una provocación?
Bueno, en el caso del escritor alemán lo suyo fue una crítica abierta y directa a la prensa amarilla alemana de su época, abanderada por la Bildzeitung. Yo no menciono a ningún medio de prensa con nombre y apellido en concreto, sino que generalizo y resumo situaciones y conductas para caracterizar ciertos grupos sociales del Perú en constante tela de juicio: congresistas, catedráticos nacionales, investigadores extranjeros, periodistas, etc. que terminan corrompiendo el sistema, por lo que es inevitable no nombrarlos cuando uno quiere presentar la realidad peruana, de ahí que la frase de Böll de sentido a toda mi historia.

A propósito de sistema, en tu novela te refieres a temas como la violencia nacional de los ochenta y comienzos de los noventa, así como a problemas de corrupción. ¿Quisiste en tu obra hacer también algunas reflexiones sobre la situación política e intelectual del Perú que dejaste en el 2000 o sencillamente quisiste tocar un tema que dicen 'que vende' literatura peruana?
Bueno, esos temas son tocados en mi novela sólo somera y oportunamente. No tocarlos hubiese sido escribir una ficción ocurrida en un Perú inverosímil. No mencionarlos era crear un silencio adrede, y hasta sospechoso. Lo esencial es pensar que en esa época los problemas de violencia terrorista capturaron toda nuestra atención, dejando al descuido otros actos de delincuencia patrimonial libresca que pasaron a último plano en la realidad, y totalmente desapercibidos.

¿Crees que se trataría de un problema nacional más amplio y generalizado, que abarcaría a la totalidad del patrimonio cultural y no sólo a los libros?
En general, la desaparición o comercio ilegal de bienes culturales es un problema que afecta a todo el patrimonio, no sólo al libresco. Si uno viaja por las iglesias serranas de los circuitos turísticos peruanos, en el valle del Colca, por ejemplo, se encuentra con que en muchos casos no hay cuadros originales sino copias en sepia; entonces uno se pregunta qué ocurrirá en los sitios alejados, de Cusco, Ayacucho, Abancay, adonde llegaron las políticas evangelizadoras coloniales y llenaron las Iglesias de pinturas, óleos, verdaderas obras de arte colonial.

Si el problema del patrimonio documental del Perú es algo latente en ti, ¿crees que podría haber una solución de la mano con la actual era digital para resguardarlo, e incluso difundir la cultura peruana?
Sí. Podría crearse un proyecto nacional de digitalización de documentos antiguos de las bibliotecas alejadas o archivos, por ejemplo, de conventos o parroquias andinas, como ya se ha comenzado por iniciativas de alguna institución cultural o religiosa. A nivel mundial muchos archivos han digitalizado buena parte de su patrimonio documental. Eso sería un gran paso para el Perú, aunque no es fácil, porque ese vacío digital definitivamente no tiene que ver sólo con decisiones políticas, sino más bien con una cuestión de financiamiento, pues requeriría el despliegue de un trabajo científico y profesional enorme, además de la logística y mantenimiento que le seguirían. De esa manera se pondría al alcance de todos los peruanistas del mundo un material que de otra forma seguirá quedando sin investigarse. El primer acceso a esas fuentes por medios digitales animaría a muchos a seguir en el segundo paso de ir al Perú a continuar una labor in situ.  La importancia de esta digitalización es abrir el acceso a las fuentes, no para todos los peruanos -eso no sería hablar de forma realista, pues el ojo normal no ve lo que el especialista-  pero para los interesados por lo menos. Aparte que es asegurar parte de su esencia, como es el contenido de los documentos, en caso de un incendio, por ejemplo, o alguna desaparición no prevista.

¿Por qué tu interés especial en la Iglesia? ¿Crees que en alguna de sus parroquias alejadas se esconde algún documento secreto? ¿Crees que la Iglesia tuvo que ver con la pérdida de las útimas huellas de los quipus?
Eso es un mito. Es cierto que la Iglesia Católica, o la Inquisición, ejercía censura sobre los autores de libros; y es verdad que en en el siglo XVII se intensivaron las campañas de extirpacion de idolatrías en el Perú, que tuvieron entre sus objetivos borrar ciertas huellas de costumbres prehispánicas. Ahora, que eso sea la causa por la que se extinguiera el uso de los quipus es algo no comprobado históricamente. Que sea raro que no se tenga ningún manuscrito colonial sobre el uso de los quipus es algo que a mí se me ha ocurrido, pero no por intuición femenina, sino por los años que he venido investigando en torno a la aparición de la palabra 'quipu' en documentos coloniales, al sistema de publicación colonial que tenía que atravesar la censura eclesiástica, a los temas de interés de algunos religiosos y juristas, y muchos otros factores. Yo creo que es imposible que no haya habido alguien de la época interesado en escribir sobre los quipus, cuando se escribieron tantas Artes y Gramáticas de las lenguas amerindias.

¿Has pensado en convertirte en activista de algún grupo contra el robo del patrimonio libresco? ¿Conoces a algún grupo de ese tipo?
Sí, podría ser... [risas]. Bueno, no, creo que más bien estaría dispuesta a colaborar con alguno en lo que me fuera posible. Pienso que ahora es cuando se pueden retomar los temas del resguardo del patrimonio libresco y documental aprovechando que se cumplen en estos días tres años desde el famoso cierre por inventario de la Biblioteca Nacional del Perú en febrero de 2011, que diera como resultado el lanzamiento de la campaña de recuperación de los libros perdidos de la institución, por ejemplo. De hecho, yo últimamente voy con los ojos bien abiertos por cuanto mercadito de libros viejos y anticuarios europeos pase. Mi mayor deseo es que se recuperen todos los libros desaparecidos de la Biblioteca Nacional y los Archivos del Perú, y que algún día aparezca ese manuscrito sobre los quipus, que seguramente alguien logró escribir.

 

 

[1] ALCIDES BENAVENTE PONCE (Cusco, Perú 1976) Periodista y redactor de la Radio Orange de Viena, Austria. Máster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Viena y Economista.



 



 

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Por Alcides Benavente Ponce