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        Tres poetas queribles
  
          Por Ignacio Rodríguez
          Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 13 de Enero de 2008
          
         
        Jean Paul Sartre en ¿Qué es la literatura? cita a un poeta famoso, cuyo nombre no recuerdo, que decía que él escribía poesía para que sus amigos lo quisieran más. Tampoco recuerdo el contexto en que lo citaba. Traigo a colación esta cita porque voy a hablar de tres poemas escritos por tres poetas que me impulsan a  quererlos, aunque yo no conozca personalmente a ninguno de los tres. Es un querer sólo de lector hacia escritor, mediado por textos.
quererlos, aunque yo no conozca personalmente a ninguno de los tres. Es un querer sólo de lector hacia escritor, mediado por textos.
        El primero es de Omar Lara (Papeles de Harek Ayun). Transcribo: "Campo de refugiados. Las palomas en su palomar/ Las palabras en su palabrar// Mi habitación es un campo de refugiados/ De todos los lugares de la extraña/ Me vienen los temblores de tus piernas/ Me vienen los dolores y las provocaciones/ Del dolor// Bienvenidos a esta tierra de nadie/ Que se puebla de gozos y explosiones/ De tulipanes lúbricos/ Según las predicciones de la maga// Una vez a una maga levanté las polleras/ Y levanté su blusa/ Buscaba sus pezones buscaba/ La pelusilla tibia de sus pechos/ Y descubrí las nubes de su cuerpo/ Es decir/ Sus pechos eran nubes que pacían en vuelo/ Ante el estupor de mis dedos falaces/ Desde no que sé qué ignora dimensión/ Viajaban esos pechos/ Burlándose a sí mismos/ Debajo de la blusa/ No sabía besar/ Es cierto/ en su cara cultivaba tulipanes/ Y grandes y armoniosas palabras/ Cual máscaras quiméricas// Esas nubes me hicieron divagar durante varios segundos/ Me hicieron sollozar sentado en una roca/ Y me hicieron buscar lugares que en los mapas/ No figuran siquiera/ Por eso/ Cuando miro las nubes pastizando en el cielo/ Yo sé qué son/ Yo sé qué son/ No son corderitos o ángeles extravagantes/ Yo sé qué son// Pues recuerdo esa blusa y sus fuentes secretas/ Y la mano vagando por nubes que no eran".
 por nubes que no eran".
         El segundo es de Oliver Welden (Fábulas ocultas): "Lo que aquí ves construido. Todo lo que aquí ves construido, el cimiento de cemento y sobre él la/ casa,/ fue armado con medidas de amor y tiempo, pero hoy aparecen los/ candados/ con sus 
          llaves perdidas, las puertas descuadradas, el polvo y las/ cadenas,/ confundiéndolo todo, los papeles y las ropas, los zapatos cambiados,/ el alimento frío y nada se escapa al desorden: los vasos sucios,/ el vino destapado, el pan cubierto de moscas y la casa entera/ que levemente tiembla con el sordo rumor del abandono./ Gira el día de la mañana a la tarde y de la tarde a la noche y con el/ giro/ la luz se desplaza de los libros en las repisas a las ollas en la cocina,/ del piso al cielo raso, del suelo al tejado, del techo al aire,/ para que una sombra caiga de golpe y pesada, al igual que este amor/oscuro/ que hoy te hace desaparecer llevándote todas mis 
          palabras".
         El tercero es de Erwin Díaz 
          (Nieve en el fondo). Transcribo:  "Estadística". "Toda esta gente 
          vive en pequeñas piezas sin 
          entrada/ de sol/ Pasajes lleños de 
          niños que salen y salen al atardecer/ Peruanos ilegales solterones 
           solitarios/ Algún traficante de poca monta/ Estudiantes provincianos artistas con sueños/ de       grandeza// La vereda de enfrente mi propio espejo// Porque yo mismo soy todo eso,/ un ilegal/ un solitario/ un provinciano/ un traficante/ Un iluso que mira por la ventana/ Pasar los días de ayer/ mezclados a la muerte// Una película muda la calle donde vivo".
solitarios/ Algún traficante de poca monta/ Estudiantes provincianos artistas con sueños/ de       grandeza// La vereda de enfrente mi propio espejo// Porque yo mismo soy todo eso,/ un ilegal/ un solitario/ un provinciano/ un traficante/ Un iluso que mira por la ventana/ Pasar los días de ayer/ mezclados a la muerte// Una película muda la calle donde vivo".
         En los tres poemas hay fuerza 
          y desgarro, una anacrónica 
          candidez, un humanitarismo 
          desactualizado. Hay un leguaje que incorpora al ser y al devenir 
          del ser y a esas vicisitudes donde
          'se guarece la calidez en el epicentro mismo de los desastres. 
          hay esa maravilla del sufro pero 
          amo, esa solidaridad recóndita del padecer con el otro, esa antigualla del compartir y perdonar. De repente la poesía nos retrotrae. De repente le devuelve a nuestra sangre el calor de los mamíferos que somos. Y nos vuelve a salvar. Como dice Omar Lara en otro poema de su libro, "... no existes y me vives... me pares y me mueres... me enciendes y me apagas, me arrasas y vacías...". La poesía continúa siendo el día de mañana.