Dicen que Omar Lara se ha ido, que partió en este invierno a Portocaliu, que nos deja una obra portentosa y la desolación de quedarnos en la mismísima huerfania, desde el minuto preciso en que la voz se apaga. Pero ¡Cuidado! La poesía no muere, solo duerme. El niño Omar, ha regresado a los parajes de su primera patria en Nueva Imperial, en forma de cenizas, la cual representaría la intensión primigenia del hombre, arrancado a la muerte desde la madre y que hoy se devuelve a las riberas de los ríos donde habitó, a ese Sur que jamás dejó ir, aun cuando su corazón de dividía en tres ventrículos de amor insondable: Valdivia, Lima y Bucarest (la niñez, el recuerdo y el amor) estos sitios que se desplazarían por el mundo y quedaran registrados en su obra.
Desde que ingresó al Hospital Las Higueras de Talcahuano, guardamos la esperanza que sería una vez más salvado de la muerte y que volvería a sentarse en su librería en Artistas del Acero junto a su compañera y guardiana, la poeta Taty Torres. No fue así. Omar, en la madrugada del sábado era arrancado sigilosamente de este inundo y transportado a la eternidad de su obra, desde donde todo poeta o autor debiera ser juzgado y no por su vida personal, como refiere Henry James en su libro Los papeles de Aspern.
Concepción, es un desamparo, sin muerto a quien visitar, a quien llorar, a quien reclamar, carente de la suave voz del poeta, sin Trilce, que era su vida (o parte de ella) donde sus esfuerzos se encauzaban en la publicación, a porfia y pulso desde Concepción a Latinoamérica. Los poetas del territorio quedan, de algún modo, desprovistos detrás de la frontera que construyó Omar para decir que la provincia era la matriz de la poesía chilena, que la vida carece de sentido sin el poema y que la gestión y visibilidad de los nuevos escritores es importante para continuar el trazado de esta genealogía de artistas del sur y del norte que confluyen en la paginas de su mentada revista, que al parecer, muere con él.
En Chillán, quedará el recuerdo (otra patria) de su visita en el último Chillán Poesía (2019) donde compartió sus poemas y la vitalidad de un hombre que no se oscurecía con los años y que más bien, en su urgencia por vivir, corría tras el tiempo de una ruta imprecisa y que disfrutaba con la locura de un mozuelo en el inicio de su carrera. Porque; "Lo que una vez amamos nos pertenece para siempre" Omar Lara, seguirá latiendo en las páginas de sus libros, hoy, más vigente que nunca.
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Nohualhue Ida & Vuelta
Por Laura Daza Valenzuela