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Las angustias de un mal pagado amor

Por Omar Pérez Santiago
http://omarperezsantiago.blogspot.com/

 


Permítanme ser autobiográfico.

Un día de marzo, hace ya exactamente 20 años, hace ya exactamente 20 años, un día frío y mustio de marzo andaba con mi amigo Sergio Badilla, perdidos en una ciudad de nombre Helsinborg. Pertenecíamos entonces a la secta de los Transterrados Escarchados. Éramos un par de entristecidos y macilentos chilenos exiliados, cruzando un estrecho, perdidos en el frío.

Andábamos perdidos, ya lo dije. Sergio andaba perdido -sufriendo las angustias de un mal pagado amor- por una señorita alemana de rizos cortos y de nombre simple como una gota de agua, Ute. Ella había desaparecido de su vida. Yo andaba afligido por una sueca con nombre de soberana, Anna, cuyo recuerdo -miren lo que son las cosas- aún me desconcierta.

Mientras tanto y como un modo de dejar pasar el tiempo, desde Helsinborg tomamos un ferry, y desembarcamos luego en Elsinor (Helsingör). De ahí fuimos a ver el castillo Kronborg donde Hamlet consumó su tragedia.

En la explanada frente las altas entradas al castillo, Sergio saca de su mochila un sombrero doblado de pluma roja, y esperó y esperó colocarselo y decir unas palabras en su inglés algo afectado.

That makes calamity of so long life;
For who would bear the whips and scorns of time,
The oppressor's wrong, the proud man's contumely,
The pangs of despised love, the law's delay,
The insolence of office and the spurns
That patient merit of the unworthy takes,
When he himself might his quietus make
With a bara bodkin?

Creo recordar que Badilla repitió dos veces: The pangs of despised love, The pangs of despised love.

De algún modo, con este rito Badilla viajaba en el tiempo, con zozobra. En ese momento Badilla estaba atado al surrealismo o a un cierto tipo de estética automática. Allí quizás, frotó la lámpara para que apareciera un genio que le hablo de transrealidad. Como en el poema de Coleridge, fue al sueño y del sueño volvió con una rosa.

Las sorpresas no terminarían ahí.

En el restaurante pedimos un vino español de La Rioja y unos emparedados de alce. De pronto, fue el vino o la poesía trágica y melancólica, que nos hizo sentir cosas fantásticas en el castillo.

Una vela de nuestra mesa se encendió sola frente a nosotros.

Nos dio algo de miedo y no éramos lo únicos.

Le contamos a la camarera y ella nos explicó que estaba acostumbrada.

-A veces veo una sombra detrás de mí, agregó. Inmediatamente una botella cayó de las estanterías.

Yo de pronto sentí un frío en la espalda y un olor a cadáver.

Inspirado en esta visita, hace ya exactamente 20 años, Badilla escribió este poema:



EL PRÍNCIPE ACOSADO

Habito desde hace unos meses en una fortaleza de
paredes altas donde las puertas
están siempre cerradas
Un príncipe como yo, necesita morar en un castillo verdadero
Sin embargo, Kronborg Slot está encantado
He visto varias veces al fantasma de mi padre en las escalinatas
y he observado desde lejos a mi madre con Claudio
Unos demonios lácteos: mayordomos y pajes, a simple vista,
parecen serafines
deambulan como espectros por los salones y aposentos
y pugnan ángeles y taumaturgos con malos agüeros
para derribar sus mentes.
Mis huéspedes se perturban y algunos súbditos
se quitan la vida inesperadamente,
aquí en Helsingör
Es posible que me equivoque con mis siervos,
pero, muchos de ellos se quedan recluidos en sus maleficios
y los ángeles malos se apresuran entonces por los corredores
con sus espadas
............... ...... ... o con cadenas y los cuelgan de las sienes
Un ángel vestido de blanco aseveró que con los brebajes
los genitales no funcionan y que nunca seré padre.
Rió a carcajadas.
¿No es cierto? Aquí ha ocurrido una rebelión, mi pobre Yorik.
Los vasallos y mis queridos parientes me han despojado
de mi honrosa valía,
Hoy soy un príncipe frágil ... temeroso
prisionero en la torre de Kronborg, después de varios días.
No obstante aguardo el auxilio de otros nobles para vencer a los cobardes
y luego cerraré mis ojos y me echaré volar sin rumbo
cansado de intentar ser el príncipe Hamlet.


 

 

 

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