Suecia fue un país neutral y pacífico. Pero hoy el gobierno sueco distribuye el folleto Om Kriget kommer, si la guerra viene.
Creo que el momento preciso en que empezó la decadencia sueca fue en 1986. Ese año, un bastardo indigno de ser humano asesinó a Olof Palme, el primer ministro más carismático de la historia de Suecia. Ese día, yo, exiliado chileno de la Generación Boomer, lloré, como si volviese a morir el compañero Salvador Allende. Fue el sueño roto más triste de mi exilio en Suecia.
Hoy en Chile, en este fin del mundo, viven en paz unos jubilados inmigrantes suecos. Gozan del sol y de las playas. Leen novelas policiales suecas y comen kanelbullar. Comen pastelitos de canela como los conejos comen zanahorias. Son el Club de la Canela. Una vez al año, para mantener sus santas tradiciones, se visten con sotanas blancas y le cantan a Sankta Lucia, O helga natt.
Y por otro lado, vivimos Los Justicieros Fracasados, los JotaEfe. El escritor Stieg Larsson de la Trilogía Millenium, un ser de anclaje, en Estocolmo me dijo un día:
—Formemos una cofradía secreta de justicieros criminológicos para buscar al asesino de Olof Palme. No creemos en la fucking policía sueca.
—Cuenta conmigo, le respondí.
Los Justicieros emocionales queríamos ser relevantes en la historia.
En los Justicieros Nórdicos estaba también el cineasta chileno Rodrigo Goncalves, editor de esta revista, Off The Record. Rodrigo vivió en Suecia y tiene una hija sueca.
Pero en 2004 murió Stieg Larsson. Iba subiendo las escaleras y le dio un ataque cardiovascular. Mala raja. Entonces Los Justicieros quedamos atrapados en un bucle del tiempo. Una especie de bloqueo o burnout. Y el maldito asesino sigue vivo.
Felizmente, un detective privado, hijo de chilenos-suecos, sintió el llamado divino, salió de su zona de confort multicultural y con ganas de triunfar dijo:
—Quiero encontrar al hijo de perra.
—Sé persistente, no como nosotros, le dije melancólico.
Rodrigo Goncalves recién me dijo:
—Desclasifica todo, por favor. Escribe sobre lo que está pasando en Valparaíso.
—Ok, le dije.
EL CAMINO DEL HEROE DE POR SÍ ES TRISTE
El detective privado se hace llamar M.B. o eMeBe, un homenaje literario a Mikael Blomkvist, el investigador en la saga Millenium de Stieg Larsson.
Camina por una calle de Valparaíso vestido con moderno traje y chaleco. Entra a una galería de arte. En la puerta hay un bandera Sueca y abajo un letrero que dice:
DOOTY LONKO-ANDERSSON Artista publicitaria experta en Lo Nórdico. Da conferencia sobre Suecos Modernos
Dooty parece una vedette con su exótico vestido tan ajustado que casi se le salían las costuras. Dooty es una fusión de latinidad nórdica. Su padre chileno era admirador de Madonna. Su madre sueca la educó en la luterana moral del feminismo nórdico, estilo Pippi Långstrump. Le gustaba bañarse en el frio mar Báltico, así conserva su figura de hermosura.
El detective eMeBe adora a Dooty, su amada. La besó y le acarició su culo.
Dooty empezó a dar su conferencia sobre Lo Nórdico a un público de jóvenes de Valparaíso.
Dooty es enérgica y rápida. Voz de soprano, cálida y clara, como si un rayo de sol hubiese entrado por la ventana. Procaz al hablar, sus dedos se movían como si tocara el piano en el aire:
“Lo neo nórdico creó una era de ají putamadre. Cojonudo amor a la naturaleza, a la igualdad, la paz y el bienestar. Instituciones inclusivas. Cojonudo amor al diseño funcional. Cojonuda era visual. Como las actrices Ingrid Bergman, Anita Ekberg y Harriet Andersson en Un verano con Monika del cineasta Ingmar Bergman”.
Dooty apunta a la muralla donde hay fotos de ilustres suecos. Un Panteón de eminencias: ABBA, Olof Palme, Ingrid Bergman, Anita Ekberg, Greta Garbo, Ingmar Bergman, Stieg Larsson, Max Von Sydow,Björn Borg.
“Olof Palme expresó la sensibilidad de época. Marchó contra la guerra y por la paz. Era flexible e inteligente. Hablaba español, alemán, francés e inglés coloquial y matizado. De vida simple y audacia apropiada. Caminaba mucho, como los que piensan mucho. Usaba corbata oscura y delgada. Como Los Beatles. Como las vanguardias. Como los franceses de la nouvelle vague. Como Godard o Truffaut. Como el compañero Salvador Allende. Vanguardias de los 60 contra la guerra.”
De pronto sonó un disparo.
¡Blaaam!
La bala entró desde la ventana al corazón de Dooty.
La bella Dooty se afirmó en una foto de Olof Palme que se raja de arriba a abajo. Tambalea. El detective la coge.
Ella balbucea algo que no se entiende. Buble, buble.
Así muere la belleza de la Generación Z.
Se escuchan pasos veloces que huyen afuera.
El detective rabioso manchado con sangre de su novia, saca su pistola. Corre tras una sombra que se esconde en las calles de Valparaíso.
Se siente un samurái, un Rōnin, un avenger vikingo.
La sombra asesina desaparece como un animal misterioso.
Al final, el detective lo pierde, exhausto y colérico.
Llueve. Los goterones suenan en las latas de los techos.
Plinking, plinking.
Entró a un bar. Se apoyó en la barra. Llora.
En una esquina oscura hay un hombre bizco, 73 o 75 años, con cara borrosa como se ven los rostros en las pesadillas. Tiene una gorra de milico sueco.
El barman es clásico: chaleco gilet negro, camisa blanca, humita y bigote. La cara más aburrida del mundo. El detective le dice
—El asesino de Olof Palme está en Valparaíso.
—¿Y quién es Olof Palme?
—¿No sabes quién es Olof Palme?
—No. Yo soy nada más un barman…
—El primer ministro de Suecia. Lo mataron cuando yo vivía allá.
—¿Tú estabas allí?
—Yo tenía 10 años cuando mataron a Olof Palme. Mi papa era un exiliado y lloró.
Hace un silencio y grita:
—¡A Olof Palme lo asesinó un chileno!
Su voz retumbó en el bar
—No grite, señor, que parece loquito.
—¿Crees que estoy loco? ¿eh?
—Hay gente que se obsesiona con conspiraciones…
—No estoy loco…El asesino de Palme ahora mató a mi novia.
El hombre turnio de la esquina se levantó. Es tan feo como si llevara el invierno en el alma. Se acercó y le susurró al oído, como un bufido de serpiente.
—¿Gorrión Rojo?
—¿Qué?
Se acercó más.
— Gorrión Rojo. Es la contraseña
—¿Contraseña?
—Yo también estuve en Estocolmo la noche que mataron a Palme.
—¿Tú?
—Todo ser humano tiene algo que contar, ¿no? Trabajé en Suecia.
—¿En qué?
—Trabajo sucio en la embajada chilena de la calle Drottninggatan. Yo sé quién mató a Olof Palme.
El feo hace un silencio y una mueca con su grueso labio.
—El que mató a Olof Palme fue...
Entonces, se escuchó un disparo por la ventana.
Una bala le cruzó la cabeza del hombre feo y le salió por su ojo bizco.
Cayó sobre el mesón.
Gotas de sangre saltaron sobre el rostro del detective.
Afuera el sonido de un auto que arranca.
—¿Quién mato a Palme?
—Fue...
La sangre le saltó por la boca. Y el hombre feo murió.
El detective eMeBe salió a la puerta manchado de sangre.
Agachó la cabeza con ira o como si fuese a rezar.
Un relámpago iluminó Valparaíso, una ciudad que parece que va a derrumbarse.
Vencido se consume interiormente, como una vela que se derrite ante el fuego.
—Un francotirador me sigue: un asesino serial.
El detective sintió un dolor en el diafragma, como un trasfondo de profundo rencor.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Justicieros Suecos, el asesino de Olof Palme en Valparaíso
y
la guerra viene. Om kriget kommer
Nueva serie de Pérez-Santiago.
Publicado en Revista Off The Record, 1 de diciembre 2024